Oficial del MININT a Mauricio Mendoza: 'No paren de luchar y exigir sus derechos, algún día los jefes tendrán que escucharlos y entender sus razones'. Por Mauricio Mendoza Navarro. Diario de Cuba.+ VIDEO entrevista de DDC.
Entre ellos hay personas que agachan la mirada
Por Mauricio Mendoza Navarro
Diario de Cuba
29 de enero de 2021
Oficial del MININT a Mauricio Mendoza: 'No paren de luchar y exigir sus derechos, algún día los jefes tendrán que escucharlos y entender sus razones'.
Desde pequeño mis padres me educaron con la máxima de hacer bien y no mirar a quién. Apelar a la conciencia y la bondad humana es una de las enseñanzas que nunca olvido de mi padre. Criarme en un barrio periférico entre personas de pocos recursos económicos me hizo poner esos consejos en práctica e incluso pude entender las raíces de ciertas acciones que he presenciado durante mis 22 años.
Entendí que, en un sistema opresor que te da las únicas posibilidades de ser víctima o victimario, por una cuestión de supervivencia, hay a quien no le queda más opción que convertirse en victimario, a sabiendas de que sus procederes no son los más éticos, morales o justos.
Siempre he creído que estas personas son igualmente víctimas, solo que no han tenido el valor de rebelarse contra quienes les obligan a atacar a sus similares. Incluso necesitan que alguien alce la voz por ellos y ellas, que también son hijos de esta nación.
Lo que pasó este 27 de enero frente al Ministerio de Cultura, donde a artistas, activistas y periodistas independientes nos reprimieron, con especial ensañamiento hacia las mujeres, me hizo pensar en los consejos de mis padres.
En el transcurso de la detención, la espera y el interrogatorio me dediqué a analizar a las personas que nos detenían injustamente, para buscar más allá de lo aparente, que era la represión.
En la guagua me tocó sentarme junto a Henry Erick Hernández, quien con gestos mínimos me transmitió el sentimiento de un padre cuando quiere resguardar a su hijo. Frente a nosotros se encontraba Sindy Rivery y, junto a ella, estaba una oficial del Ministerio del Interior (MININT), de pie, entre el asiento de Rivery y una de las barandas del ómnibus, velando que ella no se fuera a parar.
Durante todo el trayecto desde el MINCULT hasta la estación de Infanta y Manglar me mantuve mirándole a los ojos a esta joven oficial. Mi mirada no era de reto. Mi mirada le preguntaba, sin palabras, cuán justo era lo que estaba pasando. Quien sabe que está haciendo lo correcto te devuelve la mirada con firmeza, pero esta oficial (calculo que de mi edad o unos pocos años mayor) nunca pudo devolverme la mirada firme.
Una vez en la estación nos pusieron en una sala a todos. Hubo oficiales que nos trataron con prepotencia. No les era suficiente con tenernos detenidos arbitrariamente. Hasta nos prohibían hablar, pero a estos no me interesa referirme. Mi atención se centró en otros y otras oficiales que se notaban en esa sala más desconcertados que nosotros los detenidos. No eran uno ni dos, eran varios los que se les notaba cierta incomodidad.
Una oficial de la Policía, quien se sentó muy cerca del Fonky y de mí, pensaba que algunos éramos extranjeros. Entrecortada, con pena ajena, no supo qué decir cuando le expresé que ella podría ser mi madre y aceptó que los métodos utilizados no fueron correctos. Ella sabía que nosotros no éramos delincuentes, que no teníamos por qué estar allí.
Las horas de espera en esa sala nos dieron a muchos ganas de fumar e ir al baño. Hubo oficiales, mayormente mujeres, que nos llevaron al baño y nos dejaron fumar. Recuerdo preguntarle a una que estaba vestida de civil si podía ir a fumar. Le dije: "Amor, ¿puedo ir a fumar?", y su respuesta fue encabezada con la misma palabra "Amor", con la calidez de una cubana igual que yo, que hace cola, coge una guagua, padece necesidades, y recibe órdenes.
A mí me llevó al baño otra muchacha. Esta sí vestía de verde. Mientras fumaba mi cigarro tuve la necesidad de interpelarla, de preguntarle qué creía de lo que estaba pasando. No sé el nombre de la muchacha, tan solo recuerdo que tiene 24 años. Ante mis preguntas sobre la justicia de lo que estaba pasando, su respuesta no se me va a olvidar nunca. Me dijo simplemente: "Ustedes no paren de luchar y exigir sus derechos, algún día los jefes tendrán que escucharlos y entender sus razones".
Estas experiencias, que no fueron las únicas que podría relatar, me hacen afirmar que dentro del cuerpo de policías y oficiales del MININT hay esbirros que te miran cínicamente a los ojos y no les da ningún remordimiento la represión de personas inocentes, pero también hay personas que sienten y son igualmente víctimas de un sistema que les obliga a tomar acciones contra los propios cubanos.
Digo que son víctimas y que no les quedan más opciones pues la mayoría de esos y esas oficiales son personas de piel negra, provenientes de familias humildes del campo, donde las únicas posibilidades que tienen para tener una vida un poquito mejor es dejarse someter por el régimen.
Esas personas no pertenecen a las jerarquías de poder, donde solo entras si eres hombre, blanco y heterosexual. Y yo como periodista me siento en el deber de hablar y reclamar los derechos de esas personas que cumplen órdenes, pero agachan la mirada. Saben que están cometiendo actos injustos contra personas inocentes, pero carecen del valor suficiente para revelarse contra el amo, en este caso, el régimen cubano.
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Diario de Cuba
29 de enero de 2021
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