LA FRUSTRACIÓN DEL FEMINISMO MADRILEÑO ESTE 8M. Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife. España.- El Diccionario de la Lengua Española recoge por primera vez el neologismo feminismo en 1914 y no modifica la definición hasta 1992. Según las concepciones de esta institución el feminismo puede definirse como una doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los varones, y en su segunda acepción, incorporada en 1992, como movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los varones.
Analizando esta definición creo que nadie podrá oponerse a la idea de la necesaria igualdad de condiciones entre hombres y mujeres que reclama el feminismo como movimiento social. No obstante, en el orden práctico las cosas no son como la afamada institución ha definido a dicha tendencia. Tal vez lo que la española Begoña González en su reciente escrito: ¿Qué es el feminismo? Una guía completa para principiantes, se cuestiona acerca de la reticencia a declararse abiertamente feminista o a apoyar esta ideología por parte de algunos grupos, no sea precisamente como cree, esto es, a causa del desconocimiento de su significado; sino a la absoluta separación entre lo que teóricamente pudiera ser algo justo y merecido y las inconsistencias de un movimiento populista, reaccionario y de marcada proyección política en vez de social.
En primer lugar, el feminismo no es nada nuevo, aunque si, sin duda, está demasiado de moda por estos tiempos. La mediatización que han logrado sus desaliñadas líderes mediante sus posturas victimarias del terror, la violencia, la marginación, etc. ha conseguido ocupar inmerecidos lugares en el acontecer mundial, algo que alcanza su clímax en fechas como el 8 de marzo, día internacional de la mujer.
Lo peor del feminismo actual –muy distante de las defensas que hicieron en el pasado damas ilustres de sociedades de diversos contextos históricos y sociopolíticos– está en la forma, o sea en los métodos de exponer aquello que consideran sigue siendo un lastre en esa pretendida igualdad a la que aspiran. Basta con ofrecer unas pocas miradas a los rostros de las protagonistas de las múltiples manifestaciones que se han hecho y que, por desgracia, se siguen haciendo, cuyos rasgos expresan un grado de frustración, malevolencia y violencia como para ser considerados a la hora de caracterizar a los movimientos actuales en pos de esta tendencia.
Agustín Laje Arrigoni, joven escritor y politólogo argentino, enfatizó en la idea de los rasgos fascistoides de un batallón organizado de mujeres manifestantes que alzaban sus brazos a modo del saludo que se le hacía al delirante führer, algo que sustentó apoyado en una imagen escalofriante que debe ser también tenida en cuenta al analizar hacia donde se dirige el rumbo de lo que hoy ocupa un lugar de “referencia” como “modelo” de reclamo aparentemente pacifista.
Y cuando me refiero a la forma, no solo incluyo la apariencia, esto sería demasiado superficial. Entiéndase por la forma –además de sus viriles ademanes que las apartan de toda posible delicadeza femenina, sus desafiantes rostros, generalmente pintorreteados, y hasta sus “famosos desnudos”, que cual colofón de la histeria colectiva, refleja el trasfondo de sus irreverentes actos– el discurso utilizado como vía expresiva para su propaganda. El discurso feminista ridiculiza la realidad mediante una caricatura descontextualizada en la que, generalmente resultan ser víctimas de un atroz enfrentamiento que se da entre hombres y mujeres. Nada más distante de la realidad. El mundo no es un escenario de luchas entre sexos. De ahí que no exista nada más divisorio y excluyente que su propio discurso.
El feminismo radical asume de la realidad un acto determinado y luego lo expone a su manera; siempre desde la perspectiva de “Victimarios Vs. Víctimas”. El ejemplo más concreto en este sentido lo tenemos en el énfasis respecto a los llamados feminicidios: “nos asesinan por ser mujeres”, es el eslogan para ilustrar la aparente realidad de un conflicto que cuando se asume desde la óptica feminista se nos presenta como si el feminicidio fuera superior a los homicidios masculinos, si de cifras se trata. La realidad es bien diferente.
En informes del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas sobre las tendencias de la delincuencia a nivel mundial, se afirma que alrededor del 80% de las víctimas de homicidio intencional en todo el planeta son hombres. Y añade que el 90% de quienes cometen homicidio en el mundo son hombres. Dicha tasa es similar en todas las regiones del mundo.
Sin embargo, si nos dejamos atrapar por el mensaje de las feministas nos pudiéramos llevar un concepto equivocado de la realidad, toda vez que ese marcado énfasis en su estatus de víctimas del homicidio – que para potencializarlo le llaman feminicidio– da la impresión que cada segundo es asesinada una mujer en el mundo. Como es lógico, si más del 90% de los que cometen homicidios son hombres, es de suponer que las víctimas del sexo femenino sean asesinadas por hombres, lo que no significa que sean víctimas por el hecho de ser mujeres como reza la sentencia que ha dado la vuelta al mundo; sino porque desde el punto de vista estadístico no puede ser de otra manera.
LAS FEMINISTAS ESPAÑOLAS NO PODRÁN HACER DE LAS SUYAS EN MADRID ESTE 8M
Ya hicieron demasiado el pasado año como para repetir de nuevo la historia. De cualquier modo, con o sin 8M, la pandemia por el coronavirus hubiera llegado a España, uno de los países del continente europeo con mayor número de contagiados, y lo peor, de muertos a causa de las expresiones más fulminantes de la enfermedad causada por el virus o sus complicaciones.
Esto es un hecho innegable toda vez que también llegó a Italia, Francia, Alemania, Inglaterra, etc., naciones donde la payasada de las feministas no alcanza las inusitadas proporciones que en España (junto a Argentina, las dos naciones donde el feminismo es más fuerte en el mundo hispanohablante), donde la histeria de unas mujeres que protestan, y no sé por qué lo hacen en sí, toda vez que en el siglo XXI las “desigualdades” por las que supuestamente salen como mamarrachos a las calles se supone que se han superado. Pero, a pesar de todo, se empeñan en tomar las riendas en todo movidas por el anhelo de un protagonismo que ya tienen, y del que no son conscientes: la estupidez del feminismo comunista – no puedo ver de manera aislada el feminismo del socialismo y de las doctrinas marxistas promulgadas por las frustraciones de la izquierda– les impide ver con ojos de más luz y pensar, si es que alguna de estas revoltosas piensa, con mente más clara, abierta y libre.
FOTO Arriba: Imagen de un mural vandalizado en Alcalá de Henares, Madrid, horas antes del 8 de marzo, como muestra del rechazo hacia los movimientos feministas en España. (Imagen tomada de Europa Press)
Por estos días “Doña” Irene Montero, tan desaliñada como su esposo, Pablo Iglesias, el bufón vicepresidente de España, ambos líderes del desacreditado partido de extrema izquierda Unidas Podemos, está muy molesta porque la Delegación del Gobierno prohibió las concentraciones por el 8 de marzo en la Comunidad de Madrid. La razón para tal prohibición es bien simple: Madrid, seguida por Cataluña, es la comunidad autónoma de España con mayor número de casos contagiados y muertes por coronavirus, algo que las feministas se resisten a interiorizar cuando en realidad deberían tener un gran cargo de conciencia, toda vez que fue a partir del 8 de marzo de 2020, durante las manifestaciones feministas, que la pandemia alcanzó niveles alarmantes, al extremo que las cifras de muertes a causa de la enfermedad originada por el coronavirus sobrepasaron los 12.000 y los contagiados casi 131.000, a solo un mes (datos del 5 de abril de 2020) de las multitudinarias concentraciones de las feministas en toda España, aunque principalmente en Madrid. Con estas alarmantes cifras España se convirtió en el epicentro del continente europeo: primer país en cuanto al número de casos y segundo, solo superado por Italia, respecto al número de defunciones.
España en un año ha superado los tres millones de contagios y ha dejado más de 70.000 fallecidos, según los datos oficiales de sanidad, siendo Madrid (591 869 casos y 14 068 muertos) y Cataluña (506 216 casos y 10 899) las comunidades que actualmente tienen una incidencia de 253 en el caso de Madrid, y de 197, en el caso de Cataluña, lo que permite ubicar a la primera situación de alto riesgo al contar con una incidencia superior a 250 casos por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas. Justamente en Madrid, sitio declarado en dicha categoría de alto riesgo, es donde se pretende que marchen las feministas, y digo pretenden porque no se dan por vencidas.
Los reclamos a diferentes instancias madrileñas no se han hecho esperar. Las feministas en su desespero por salir con sus disfraces a gritar a “viento y popa” se han creado un aura de rebeldía tonta y de acusaciones sin fundamento, lo que alcanza su clímax con la frase de la señora Montero que pasará a la triste historia de esta nación: CRIMINALIZAR EL FEMINISMO.
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid, siguiendo el criterio de la Fiscalía, rechazó los recursos presentados que pedían revocar la decisión de la Delegación del Gobierno de no autorizar los actos por el 8 de marzo. Según la institución madrileña: “la salud, la integridad física y la vida deben prevalecer”.
Si los bares y restaurantes suponen un riesgo elevado de contagiarse con el coronavirus, las manifestaciones de las comunistas feministas españolas, también lo es. De ahí que la prohibición de efectuar concentraciones en la capital española para celebrar el día de la mujer sea una inteligente decisión de la Delegación del Gobierno y no una actitud discriminatoria, cuanto mucho menos un deseo de criminalizar el feminismo, como ha afirmado la Ministra de Igualdad, la comunista Irene Montero, quien dejándose arrastrar por la pasión y el revoloteo que supone el feminismo, y no por la razón, de lo que carece la burguesa de Galapagar, no se da por vencida en esta batalla por gritar y disfrazarse para no resolver absolutamente nada.
El feminismo actual carece de sentido y de poder de resolución alguno. Cualquier marcha no va más allá de ser una inútil payasada utilizada en pos de intereses mediáticos puramente políticos, donde los movimientos de la extrema izquierda y las enfermizas tendencias neomarxistas toman posesión de lo que en algún momento tuvo un sentido lógico y coherente; algo que se desvaneció en estos convulsos tiempos.
albertorot65@gmail.com
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