MADRID DEBERÁ DECIDIR ENTRE SU LIBERTAD DEMOCRÁTICA O EL COMUNISMO TOTALITARIO. Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife.- Los españoles son gente de izquierda con preferencia política por las tendencias socialistas, y esto, sin duda, es lamentable, sobre todas las cosas, porque estamos en el siglo XXI, porque solo un grupúsculo de naciones en el planeta se autoproclaman comunistas – que para el caso es igual que ser socialista, y ninguna variante del socialismo es buena– y porque el devenir histórico en su curso natural demostró la ineficacia de un sistema putrefacto, carente de sentido, inconsistente y muy apropiado para la práctica del gran mal de la corrupción. La extinción del llamado Campo Socialista, integrado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y varios países de Europa Oriental y parte del Este, luego del hundimiento total de sus economías y de haber caído en un atraso significativo respecto al resto de Europa, es el mejor ejemplo para demostrar lo que afirmo.
Resulta inconcebible que en el actual contexto sociopolítico de Europa una nación esté gobernada por un gobierno de izquierda, el Partido Socialista Obrero Español, PSOE, aunque digan que se separaron de las tendencias marxistas o cualquier otra idea, sacada no se sabe de dónde, para atenuar un tanto el mal de los socialistas españoles y justificar la presencia y aceptación de esta entidad dentro de la vida política del país.
¿Por qué los españoles lejos de rechazar a los socialistas se sienten atraídos por este sistema político tan fracasado en el mundo, y cuyo destino es el inevitable fin de su existencia?
La respuesta está en el pasado político de España, nación que se mantuvo aislada del resto de sus vecinos del occidente y sin vínculos con los del oriente. El franquismo dañó sobremanera a los españoles y la contrapartida la han encontrado militando en la izquierda, algo que asumen como una vía de escape más que por una convicción política propiamente dicha.
Al final jamás han pasado por la experiencia de una dictadura comunista y si por un franquismo de orientación derechista, de ahí que su sentido de la percepción sea diferente si se les compara con aquellos que tuvieron que soportar los totalitarismos socialistas de la URSS y gran parte de Europa. Ellos lo vivieron bajo el dominio del totalitarismo franquista y esta es su experiencia.
Han pasado más de cuatro décadas y no logran desprenderse de esa percepción que los transformó en seres descontextualizados respecto al resto de Europa y del mundo. Mientras parte de Europa avanzaba con pasos firmes y seguros en la edificación de sus sistemas de gobierno y el sostenimiento y progreso de sus economías la España franquista se detuvo en el tiempo.
Francia, Reino Unido, Italia, Alemania Federal, Portugal, entre otras naciones próximas al territorio español, consolidaban sus economías reafirmándose como gobiernos capitalistas sin penetración comunista, así como el grupo de países del antiguo campo socialista se hundían en una crisis económica y un atraso de décadas respecto a sus vecinos del occidente, España permaneció enajenada bajo el mando del general Francisco Franco por más de treinta años (1939-1975). El caudillo, con una visión demasiado arcaica y una ideología poco definida – excepto su marcado nacionalcatolicismo– convirtió a la otrora poderosa nación en algo demasiado sui generis para su tiempo.
No todo fue negativo durante la dictadura franquista, toda vez que su aislamiento y su rigor político extremo – según algunos con marcados rasgos de carácter fascista– impidieron la maligna injerencia comunista ante el poder expansionista de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, aunque al propio tiempo trazó límites demasiado rígidos respecto a tolerancia y principios éticos, amén de ese fanatismo religioso extremo que recordaba los lejanos tiempos de la edad media.
En fin, la España de estos duros tiempos, se caracteriza por esa tendencia a simpatizar y militar en la izquierda, así como por un materialismo y un ateísmo sin medida, y esto está en relación directa con el rechazo hacia el franquismo. Asocian cualquier tendencia de derecha con un posible retorno del franquismo. Es como si hubiera quedado por siempre jamás en el ADN de los españoles y esto, sin duda, repercute negativamente en el desenvolvimiento sociopolítico de muchos que, guiados por una izquierda radical y extremista, y con verdaderos estigmas de tipo fascistas, intentan conducirlos hacia el absolutismo comunista.
Foto ARRIBA: Isabel Díaz Ayuso, la representante del PP, y candidata para presidir la comunidad de Madrid, cuenta con el 41,3% de apoyos, lo que representa 59 escaños, frente al 7,8%, 11 escaños, de UP, según últimas encuestas, lo que no le permitiría su gobierno de manera absoluta; sino con el apoyo de Vox, el partido de Santiago Abascal, cuya representante es Rocío Monasterio.
Pero lo que hay que hacerles comprender, de una vez y por todas, a esta gente que sigue demasiado aferrada a su desventurado pasado reciente es que estamos en el siglo XXI, que ya pasaron los tiempos del franquismo y que la existencia de una monarquía y de una Iglesia Católica no los afecta para nada. Esto presupone que la presencia de partidos de derecha, como es el caso del Partido Popular, PP, y de Vox (voz en latín), no significa el intento del regreso del franquismo y mucho menos de un fantasmal fascismo que muchos se empeñan en hacer creer; algo que algunos, aprovechando la enorme incultura política de las mayorías, pretenden imponer con el afán de instaurarse o mantenerse en el poder político. El comunismo marxista les hará más daño que la existencia de una monarquía simbólica para cumplir un protocolo de tradicionalismo o un catolicismo que no interviene para nada en los designios políticos del país.
Las malignas intenciones de Pablo Iglesias, el líder de Unidas Podemos, UP, formación de extrema izquierda, si constituye una verdadera amenaza para la democracia de España. Un gobierno de tipo comunista es lo peor que puede ocurrir a cualquier país del mundo; pero los simpatizantes del tipo del moño, devenido en especie de bufón del gobierno, no son capaces de analizar – los comunistas pierden el poder analítico por los efectos devastadores del adoctrinamiento excesivo que los conduce inevitablemente a condiciones de estatismo mental inducido– las nefastas consecuencias que pudiera tener la comunidad madrileña bajo el mando de un desvergonzado ser que se declara abiertamente admirador de las doctrinas marxistas y defensor de las dictaduras terroristas de Cuba y Venezuela.
El comportamiento de Pablo Iglesias es demasiado patológico. Su enfermiza idea de exterminar a la monarquía y de ver fascistas por todas partes demuestran el estado de delirio al que se llega bajo los efectos hipnóticos del comunismo marxista, que cual verdadero opio de los hombres, los conduce de modo inevitable a una distorsión perceptiva de su realidad contextual. Este ser desalmado parece que no logra ser consciente de que es rechazado por la mayoría de los españoles y que su “carrera” política está perdida.
Su reciente salida estratégica del gobierno como vicepresidente para intentar tomar el mando de la comunidad madrileña es un fracaso más en su penosa existencia. Iglesias sabe bien que jamás alcanzará aproximarse a la aceptación popular de Isabel Díaz Ayuso, la candidata por el PP, (41,3% de apoyos, lo que representa 59 escaños, frente al 7,8%, 11 escaños, de UP, según últimas encuestas), aún así montó su show para no tener que dimitir de su puesto en el gobierno de España, lo que hubiera resultado demasiado escandaloso. Esta fue su vía de escape, y también la manera con que Pedro Sánchez, el presidente de Gobierno, del PSOE, se pudiera deshacer del rechazado y burlado comunista de UP.
No hay tal fascismo, hay representantes de la derecha que intentan salvar a España del comunismo. No hay ningún retorno del franquismo, hay líderes capaces de enfrentarse al despreciable coletas, y de decirle las verdades de frente en cualquier sitio. Hay damas distinguidas – no mujerzuelas feministas idiotizadas– que lo expulsan de las tenidas televisivas para que abandone sus arrogantes posturas desafiantes y amenazantes.
El pacto PSOE-UP no funcionó jamás, como era de esperarse. Las ambiciones de poder de Pedro Sánchez por un lado, y la maligna influencia del despreciable tipo del moño por otra, han llevado al país a una de sus peores crisis políticas. De hecho, ya existía una crisis antes del pacto de unión de dichas fuerzas políticas, toda vez que no existió gobierno durante meses. Ambos se utilizaron a su conveniencia. Ya no se necesitan y lejos de permanecer unidos, se desprecian mutuamente.
Los madrileños tendrán la oportunidad este próximo 4 de mayo de decidir entre la libertad democrática o el degradante comunismo. La capacidad de discernimiento – lamentablemente un tanto dispersada en la nada para algunos que siguen apoyando a los socialistas, y lo peor, a UP– de los madrileños será determinante, no solo para el presente de la capital española, sino para el futuro de un país que se pierde ante un inepto gobierno que necesariamente debe ser reemplazado en los próximos comicios.
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