El cobarde coletas sabía de manera anticipada lo que ocurriría en las elecciones municipales madrileñas, aún así, acude a una aparente inmolación para aparecer ante sus pocos simpatizantes como un héroe.
Doctor Alberto Roteta Dorado.- Santa Cruz de Tenerife. España.- Pablo Iglesias, el vicepresidente de España hasta hace poco, tenía muy bien pensado su plan estratégico. El tipo podrá ser desagradable, comunista, desaliñado, oportunista, o lo que sea, pero nadie puede negar que es inteligente. De lo contrario no hubiera llegado a ser el segundo de España, con lo que le faltó solo un peldaño para situarse a la cabeza de un país que aún está en peligro, toda vez que la ineptitud de su gobierno lo ha llevado a una crítica situación política que muy pocos logran percibir en su real dimensión: el totalitarismo ha estado a punto de imponerse, y con su instauración los proyectos de nacionalización de los socialistas y podemitas se hubieran concretado en el orden práctico.
En fin, una España socialista con rumbo definitivo hacia el comunismo ha estado a pocos pasos de establecerse, lo que, de haber tenido lugar hubiera sido el fruto de la “genial” creación de Pablo Iglesias, un español chavista, sin escrúpulos, capaz de todo – hasta de incitar a la violencia y atentar contra el orden constitucional del país– por lograr su objetivo final, esto es, tomar las riendas del poder absoluto para llevar a cabo su proyecto de tipo comunista.
Pero una cosa es pensar y definir una estrategia, y otra, bien diferente, es poder hacer realidad lo que de manera ideal se ha proyectado. Por suerte para los españoles, y para el mundo, el terrorífico plan de Iglesias no se podrá concretar, no porque renunciara en sus ambiciones marxistas y chavistas, sino porque los españoles lo han impedido. Iglesias no ha renunciado, a Iglesias lo hemos expulsado los españoles, como muy bien ha afirmado una afamada comentarista de la televisión madrileña.
La no aceptación del partido Unidas Podemos, la debilitada fuerza política que dirige Pablo Iglesias, es la mayor prueba de que con los españoles no se juega, algo que el exvicepresidente percibió desde hace un buen tiempo, aunque prefirió guardar silencio hasta hace unas pocas semanas, cuando bajo el pretexto de irse como aspirante por Unidas Podemos a las elecciones municipales de Madrid, dejó su puesto de segundo en el Gobierno de España.
Esto visto desde la distancia y sin conocimiento de causa pudiera parecer un acto de inmolación en pos de una causa: era necesario salvar a los podemitas que sin su presencia no hubieran alcanzado representatividad para aparecer en la Asamblea de Madrid. Sin embargo, los que hemos estado siguiendo muy de cerca los pasos del malvado tipo del moño, nos dimos cuenta, desde el instante en que se conoció su renuncia al Gobierno, que se trataba de una verdadera dimisión. Iglesias – ya dije antes que puede ser cualquier cosa, pero tiene inteligencia– sabía de manera anticipada lo que ocurriría en las elecciones municipales madrileñas, aún así, acude a una aparente inmolación para aparecer ante sus pocos simpatizantes como un héroe.
Gráfico, debajo: En las recientes elecciones municipales de Madrid UP (de color morado, en el borde inferior de la izquierda del gráfico) solo obtuvo el 7.21% de los votos, lo que le confiere a este partido 10 escaños en la Asamblea. Si se le compara con los resultados del PP se podrá comprobar la abismal diferencia toda vez que Isabel Díaz Ayuso alcanzó 65 escaños con el 44.73% de los votos (color azul, en el centro-izquierda del gráfico). El número 136 representa la totalidad de escaños de la Asamblea de Madrid y los colores verde y rojo de la izquierda a Más Madrid y PSOE, mientras que con el verde del borde inferior derecho se representa al partido de derecha Vox.
Mapa, debajo: Con los resultados obtenidos este pasado 4 de mayo UP no logró triunfar en ninguno de los municipios madrileños. El PP (de azul) se alzó con la total victoria, exceptuando en solo dos municipios donde logró el triunfo el PSOE (de rojo)
El triunfo de Isabel Díaz Ayuso, por el PP, era algo esperado a pesar de las posibilidades de que la sumatoria de los partidos de izquierda pudieran alcanzarla, y el podemita no estaba ajeno a esto. De modo que la salida del Gobierno para dar fuerza a su partido, a cuya cabeza se pondría como aspirante a la presidencia de la Comunidad de Madrid, fue solo un pretexto para no declarar abiertamente su dimisión al comprender que estaba perdido, algo que el propio presidente, Pedro Sánchez, tenía que saber, pero como todos sabéis, siempre guarda silencio ante las canalladas del coletas. De modo que su primera dimisión no es la renuncia a la presidencia de Unidas Podemos y otros cargos y funciones partidistas, esto es, la que hizo pública no más supo el triunfo definitivo y contundente del PP el pasado día 4 de mayo en Madrid, sino su retirada “justificada” del Gobierno de España.
El deterioro de Unidas Podemos y las ambiciosas aspiraciones de Iglesias acaban de ser comentadas en el semanario británico The Economist, independientemente de que los principales diarios españoles se han hecho eco hasta el cansancio de las desatinadas acciones del coleta, aunque prefiero citar la fuente británica, bien apartada del habitual amarillismo de la prensa de España. En este sentido se precisa que “esperaba desplazar a los socialistas, tal y como lo hizo Syriza en Grecia” (haciendo referencia a cuando Iglesias presentó a Podemos) y que “alcanzó su punto máximo en 2016″ cuando las encuestas le daban un 21% de los votos. Luego concluyen diciendo: “desde entonces ha ido cayendo mientras Iglesias apartaba despiadadamente a sus compañeros de partido e imitaba al Partido Comunista, con el que se alió”.
Es esa caída, a la que hace referencia el semanario británico The Economist, lo que determinó la salida del tipo del moño de la política española. Es justamente este aspecto el que hemos de ver como factor desencadenante de la crisis emocional de Iglesias que lo llevó a una dimisión inteligente, con lo que se burló, una vez más, de las multitudes incapaces de percibir más allá de la apariencia. No obstante, una exigua minoría hemos sido capaces de adentrarnos de lleno en ese terrorífico mundo interior del podemita y concluir que su gesto del pasado 4 de mayo no fue más que la continuidad de su premeditada acción de renuncia al Gobierno.
No haré mención a una serie de acontecimientos increíbles que tuvieron lugar en torno a la vida de este fracasado ser en los días previos a los comicios madrileños. Para eso está la prensa española, especializada en chismes e intimidades de las personalidades del mundo de la política, el arte o la monarquía. No obstante, trataré de resumir la esencia del fenómeno coletas a través de la valoración más reciente que hizo José María Aznar, expresidente de España y exlíder del PP: “Es el fracaso de sus grotescas alertas antifascistas, de la impostura permanente de líderes como Pablo Iglesias” (…) “verdadero depredador de la política democrática que busca hacerse pasar por víctima”.
Luego Aznar se detiene a analizar la reacción de la izquierda tras su reciente derrota: “Desde Podemos se echa mano del apolillado análisis marxista sobre la conciencia alienada que lleva a cientos de miles de trabajadores a votar al PP. Desde el PSOE, la vicepresidenta primera del Gobierno no solo ha ido pregonando unos delirantes análisis electorales, sino que se refiere a los votantes del PP como gentes alucinadas sin contacto con la realidad porque, de haberla tenido, habrían votado sin duda a los socialistas”.
Y así las cosas, entre fracasos y dimisiones – porque no solo ha sido la que declaró de manera pública este 4 de mayo, sino también su renuncia al puesto en el Gobierno–, el coleta, el tipo del moño, la rata, o como se le quiera decir, nos deja por un tiempo. Ya lo veremos aparecer con nuevos bríos impregnados de su anquilosado marxismo y temerario chavismo; pero los españoles, una vez más, lo impediremos. Recordemos que esta gentuza de Podemos “rompieron más de lo que lograron construir”.
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