La deliberada premeditación con alevosía por parte de los líderes comunistas de la isla, condujo a un estado de total ignorancia acerca de hechos de carácter trascendental pertenecientes a la primera mitad del siglo XX.
Doctor Alberto Roteta Dorado.- Santa Cruz de Tenerife. España.- El erróneo concepto de la dictadura castrista acerca de que la libertad de Cuba solo se logró a partir de 1959 –nada más disparatado y distante de la realidad–, los ha llevado a negar casi todos los acontecimientos políticos y sociales ocurridos antes de la instauración en el poder del dictador Fidel Castro, con la consiguiente declaración forzada del carácter socialista de su revolución.
El adoctrinamiento popular ha sido tan eficaz que al preguntar a los cubanos qué se conmemora el 20 de mayo solo una exigua minoría podrá responder con certeza la interrogante. La deliberada premeditación con alevosía por parte de los líderes comunistas de la isla condujo a un estado de total ignorancia acerca de hechos de carácter trascendental pertenecientes a la primera mitad del siglo XX.
La historia de Cuba se puede dividir en tres etapas fundamentales: la Colonia, (1492/1902); la República, (1902/1959); y el Castrismo totalitarista, (1959/hasta el presente). Solo en la etapa de República se pudo intentar la edificación de un Estado de derecho, lo que, según la mayoría de los investigadores e historiadores no seguidores del régimen, constituye el punto de partida que se deberá reasumir para llevar, inevitablemente, a una transición pacífica capaz de construir un nuevo Estado de derecho, esto es, una Segunda República.
El destacado intelectual cubano Jesús Díaz se refirió a ese Estado de derecho de la Primera República, lo que consideró la “principal fuente de inspiración y aprendizaje para el ingente trabajo que tenemos por delante”. En la Introducción al número 24 de la Revista Encuentro del año 2002, número dedicado de manera íntegra al centenario de la República, el intelectual precisó:
“Durante más de cuarenta años, en la prensa, la radio, la televisión y la escuela el nombre de esta institución jamás se escribió o se pronunció solo (como sí lo hizo Eliseo Diego en un verso precisamente por eso espléndido, «Yo, que no sé decirlo, la República»); en efecto, en los medios cubanos siempre se alude a «la república neocolonial», a «la república mediatizada», o a «la pseudo república», y durante años y años se repitió hasta el delirio una pregunta retórica, implícitamente despectiva, «¿Qué república era aquella?»”.
Era en realidad la única República, la que con sus aciertos –y también desaciertos porque perfecta no fue–, estableció los pilares fundamentales de un estado de democracia, algo que el régimen castrista, una vez asumido el poder, se encargó de negar, o cuestionar, acudiendo a la reiterada idea de “¿Qué república era aquella?”. La despiadada labor de adoctrinamiento, con la pretensión de negar el pasado de la nación cubana, determinó un olvido cuasi absoluto acerca de una realidad indiscutible e incuestionable: El nacimiento de la República, cuyo aniversario 119º evocamos hoy, aunque los medios oficialistas al servicio del régimen castrista solo hagan mención con sutileza al acontecimiento, y como es de suponer, con su anquilosada retórica retomará sus estériles argumentos en torno a las erradas concepciones de pseudorepública, República neocolonial, o cualquier otra denominación despectiva para manchar la imagen de lo que se logró antes de que se apoderaran del poder.
Es justamente esta constante negación a la República mediante el descrédito desmedido y hasta aberrante, que cual delirio perenne se apoderó del escaso pensamiento de la nueva clase política cubana, lo que ha determinado el desconocimiento generalizado acerca de la realidad de una etapa definitoria para la nacionalidad e identidad del pueblo cubano.
Para el investigador Enrico Mario Santí, la etapa comprendida entre 1902 y 1959, además de sus grandes aciertos, también tuvo sus errores – la perfección en el campo de la política es prácticamente inalcanzable, excepto en el Estado ideal que soñó Platón y que jamás vio realizado–, según él, factores desencadenantes para la “catástrofe” que tuvo lugar a partir de 1959. En este sentido expresó:
“Nuestra percepción negativa de la República, la condena del pasado inmediato, se desprende, claro está, de la ruptura que causó la Revolución castrista, que no solo condenó y sustituyó a la República, sino que durante cuarenta años no ha cesado de desacreditarla en un esfuerzo por legitimar su poder más allá de cualquier cuestionamiento. Así, si el descrédito de la República sirve a los intereses de la clase que actualmente ostenta el poder en Cuba, un análogo descrédito, latente pero de todos modos, evidente, sobrevive entre nosotros como parte de otra justificación pesimista, la que podría explicar las causas de nuestro incomprensible y largo exilio. De no haber tenido una República tan corrupta e inestable, no habría ocurrido la catástrofe que vino después”.
Y así las cosas, este 20 de mayo, como todos, desde 1959 hasta el presente, pasará sin ser evocado como debe hacerse. La necesidad de supervivencia de la sanguinaria y terrorífica dictadura comunista de Cuba hace que acuda a la negación o falsificación de la verdadera historia de la isla.
No pasará mucho tiempo sin que salga a la luz una buena parte de la historia de Cuba, esa que se han encargado de sepultar, y de la que la etapa de la República es parte innegable.
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