¿Se disculpará Raúl Castro por la masacre del 77 en Angola? Por Alberto Méndez Castelló Cubanet 1 de junio d 2021
La pasada semana, el presidente angolano João Lourenço pidió perdón al pueblo de ese país por la matanza perpetrada por el régimen de Agostinho Neto en 1977, que contó con el apoyo irrestricto de las tropas cubanas LAS TUNAS, Cuba. ─ En vísperas del 44 aniversario de la masacre ocurrida en Angola el 27 de mayo de 1977, el presidente de ese país, João Lourenço, pidió disculpas al pueblo por la matanza perpetrada por el régimen de Agostinho Neto, que contó con el apoyo irrestricto de las tropas cubanas.
En su alocución, Lourenço señaló que no era el momento de señalar culpables. Sin embargo, dejó claro la importancia de que cada una de las partes responsables de la matanza asumiera sus responsabilidades.
Aunque en Cuba las declaraciones del gobernante angolano no tuvieron repercusión, valdría la pena apuntar hechos históricos desconocidos para los cubanos, o que solo han sido abordados desde el relato castrista.
El pasado 27 de mayo se cumplieron 44 años de que partidarios del exministro del Interior Alves Bernardo Baptista ─más conocido como Nito Alves─ enfrentados al gobierno de Agostinho Neto fueran cercados por tanques y tropas mecanizadas cubanas, para luego ser detenidos, torturados y ejecutados extrajudicialmente.
Sobre los hechos, el diario belga Le Soir apuntó: “cuando los estudios de la radio fueron invadidos por el grupo pro Neto, uno podía escuchar claramente, a través de las ondas, el característico acento de Cuba”.
Pero si el redactor de Le Soir hubiera tenido a un cubano al lado conocedor del modo de hablar en las distintas regiones del archipiélago caribeño, hubiera podido ser más preciso, porque lo que se “podía escuchar claramente a través de las ondas” era el característico acento de un cubano de Santiago de Cuba.
Raúl Castro había designado al entonces coronel Rafael Moracén Limonta jefe de la guardia personal del presidente Neto y de las fuerzas encargadas de su defensa, que incluían tanques y vehículos blindados, con los que cercaron a la Novena Brigada FAPLA y el barrio de Sambizanga, dos de los focos de rebelión.
Nacido en Palma Soriano y criado en Santiago de Cuba, Moracén Limonta, antiguo guerrillero de la Sierra Maestra devenido jefe de unidades de tanques y de operaciones internacionalista, fue apodado “Quita Fusil” por su habilidad desarmando a adversarios personalmente.
Pero, aunque fuera un primer oficial, al hacerse cargo de la seguridad personal del doctor Neto, el coronel Moracén ─tanquista de profesión, un artillero y no un oficial operativo─, si antes no tenía una orden de nivel superior, fundada en información de inteligencia, como mero jefe de la guardia presidencial, no podía tener acantonada permanentemente y bajo sus órdenes una dotación de tanques, transportes blindados y hombres en las afueras de Luanda, listos para entrar en acción.
El coronel, luego general Moracén, lo ha dicho elogiando la capacidad de previsión de su jefe. Mantente a la “viva”, recuerda Moracén que le dijo Raúl Castro en La Habana a principios de 1976, ordenándole que preparara una unidad militar específicamente destinada a la protección de Neto, previendo la sublevación que finalmente sucedió.
Lo que no ha dicho el general Moracén es que sin la participación de las tropas cubanas ─y la suya personalmente─ la masacre del 27 de mayo de 1977 no hubiera podido ocurrir porque Agostinho Neto hubiera estado en igualdad de condiciones que sus conciudadanos y no protegido por militares extranjeros dotados con armas blindadas.
En el caso de Nito Alves, fue ministro del Interior desde que el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) tomó el poder el 11 de noviembre de 1975 hasta octubre de 1976, cuando fue destituido por sus críticas al gobierno de Neto, al que acusaba de anticipar intereses de poder y riqueza personal sobre el bienestar del país. Se le acusó de ser prochino y luego prosoviético, las mismas teorías conspirativas difundidas en Cuba.
A Nito Alves y a José Van Dúnem los destituyeron del Comité Central del MPLA el 21 de mayo de 1977. A ambos los seguían otros importantes integrantes del MPLA (intelectuales, estudiantes, militares, policías y la Novena Brigada FAPLA) que, sincronizadamente, a las cuatro de la madrugada de ese día, tomaron la cárcel de São Paolo y la Radio Nacional de Angola.
Como antecedente histórico no debe olvidarse que el inicio de la lucha armada contra el colonialismo portugués en Angola parte, precisamente, de la prisión de São Paolo. El 4 de febrero de 1961, hombres y mujeres armados de palos y machetes atacaron la penitenciaría para liberar a los presos políticos condenados a muerte. Pero, aunque la respuesta del régimen colonial por el ataque a São Paolo también fue la persecución y el asesinato, esos crímenes nunca pueden compararse con la matanza cometida por el régimen de Neto contra su propio pueblo, con la participación unas veces por acción y otras por omisión de las tropas cubanas.
Según cifras del propio régimen de Neto, unas 3000 muertes ocurrieron por los sucesos del 27 de mayo de 1977, al que llamaron “intento de golpe de Estado” y no sublevación popular. Sin embargo, Amnistía Internacional considera que los muertos fueron 30 000, mientras otros investigadores elevan esa cifra hasta 90 000 fallecidos.
Un médico cubano bajo condición de anonimato dijo que él se encontraba en un hospital en Moxico cuando el 28 de mayo llegaron tropas leales a Neto. Los efectivos tomaron a 27 angolanos, los fusilaron a plena luz del día en presencia de cubanos civiles y militares y luego abrieron una zanja donde los sepultaron, empleando tractores. Luego, las tropas cubanas, con tanques, rodearon el predio alrededor de una semana, hasta cerciorarse del total aplastamiento de la rebelión.
A los olvidadizos les recuerdo que los crímenes de lesa humanidad no prescriben. Esos delitos siempre están ahí, como una espada de Damocles sobre los criminales. También recuerdo, con perdón de las víctimas, un aforismo cubano que dice: “Tanto paga quien mata la vaca como quien le sujeta la pata”, y con este refrán quiero decir que son autores y no cómplices los que cooperan en la ejecución de los delitos mediante actos sin los cuales no hubieran podido cometerse los crímenes.
El general Raúl Castro Ruz, en aquella época ministro de las Fuerzas Armadas de Cuba; el general Abelardo Colomé Ibarra, jefe de la misión militar en Angola; el entonces coronel Rafael Moracén Limonta y todos los militares cubanos que, aunque no dispararan, con sus acciones y omisiones sí posibilitaron asesinatos masivos, son autores de un delito de genocidio según normas de Derecho Internacional.
Por la perpetración de esos crímenes de lesa humanidad, a nombre del Estado, el presidente João Lourenço pidió disculpas al pueblo angolano. Ahora, tras 44 años de silencio… ¿Raúl Castro tendrá flexibilidad para en gesto simbólico arrodillarse ante las víctimas de su Ejército?
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