LA INVISIBILIDAD DE LA DIÁSPORA CUBANA. Por el Licenciado Frank Braña Fernández.
La pandemia nos sorprendió en el 2020 y prácticamente detuvo al mundo en un acto de arrogancia que solo fue retado por la necedad de los seres humanos de continuar migrando. La migración puede ser divida en intentos académicos por enmarcarla en una migración regulada y segura; y una abierta, no autorizada e insegura o irregular; pero es mucho más que eso; es el deseo de alcanzar la tierra prometida y cumplir los sueños de libertad, prosperidad.
Para una gran mayoría la migración continua siendo un pecado para el cual no existe confesión absolutoria, pero resulta más indignante la invisibilidad que sufren algunas personas solos por el hecho de haber nacido en un país u otro; y justamente allí están los cubanos, en ese limbo salpicado por la falsa imagen política de una nación en ruinas que vive sumida en el pasado y una izquierda latinoamericana que se empeña en minimizar y culpar a otros por la penuria de este pueblo.
En las redes sociales o cadenas noticiosas el mundo se asombra por los centroamericanos que sobre el lomo de La Bestia ( también conocido como El tren de la muerte, nombre de una red de trenes de carga que transportan combustibles, materiales y otros insumos por las vías férreas de México, que es usado como un medio de transporte por migrantes, principalmente salvadoreños, hondureños y guatemaltecos, que buscan llegar a Estados Unidos) o tratando de escalar el muro pierden sus sueños; se dedican convenciones o congresos a las migraciones pero en ellos no hay voces cubanas; la opinión pública no deja de referirse a los más de 8.000 inmigrantes irregulares, entre ellos 1.500 menores, que llegaron al enclave español de Ceuta desde el país vecino, Marruecos en este mayo del 2021; se habla de los muertos del Mediterráneo; pero cuando se pensará en los miles que han perdido sus vidas y aun lo hacen en el Tapón del Darién o en el Estrecho de la Florida.
La invisibilidad de la migración cubana responde a muchos factores propios, una revolución desteñida, una oposición desde la virtualidad y la falta de unidad de una nación que no comprende la necesidad de refundarse con todos y para el bien todos que predijo el apóstol.
Para la diáspora cubana y para el pueblo cercado por el mar y las circunstancias la palabra más importante es patria, sin acompañamientos y esta solo se logra con unidad y civilismo. No puede, un partido político, fundación, ni mucho menos ningún influencer, cambiar el destino. Este se labra con raciocinio, voluntad y sin rencores.
Nos sobran los motivos para no mirar atrás, buscar el horizonte, cambiar, para salir de lo común y marchar.
Por una diáspora cubana visible y comprometida.
|