ELECCIONES DE PERÚ, ENTRE EL FUJIMORISMO Y EL CASTILLISMO. Por el Dr. Alberto Roteta Dorado.
Con la posible llegada – y no triunfo– al poder del peruano Pedro Castillo se podrá incrementar la nómina de aquellos que para nada se asemejan al ideal platónico de un líder político. Sus limitados recursos expresivos y sus anquilosadas e incoherentes ideas lo aproximan al boliviano Evo Morales y al cubano Miguel Díaz Canel, y su total ignorancia al venezolano Nicolás Maduro.
Pedro Castillo, representante del Partido Perú Libre, partido político de definición izquierdista y marxista, alcanzó el 50,17% de los votos frente al 49,82% de Keiko Fujimori con el 100% de las actas revisadas.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Por estos días llegan a mi pensamiento las concepciones del más grande de los filósofos de todos los tiempos, quien defendió hasta su muerte la idea de las condiciones y aptitudes para ser un buen gobernante. Para Platón los gobernantes deberían ser filósofos porque la filosofía les permitiría actuar con el necesario discernimiento para impedir convertirse en tiranos, impostores, caudillos, corruptos, etc., algo demasiado utópico que el autor de La República jamás pudo ver materializado en actos, y hoy, cuando nos separan siglos de la muerte del genial pensador, tampoco se ha concretado jamás su concepto de gobernante-filósofo.
Pero una cosa es esa perfección cuasi absoluta concebida por el exponente de la teoría de las ideas, y otra, bien diferente, es que en nuestros tiempos muchos gobernantes sean cada vez más ignorantes, incapaces, ineptos y corruptos; lo que alcanza su clímax en América Latina con los representantes de las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua, sin olvidar las limitaciones intelectuales del expresidente de Bolivia Evo Morales. Con la posible llegada – y no triunfo– al poder del peruano Pedro Castillo se podrá incrementar la nómina de aquellos que para nada se asemejan al ideal platónico de un líder político. Sus limitados recursos expresivos y sus anquilosadas e incoherentes ideas lo aproximan al boliviano Evo Morales y al cubano Miguel Díaz Canel, y su total ignorancia al venezolano Nicolás Maduro.
Por desgracia para Perú, y también para la región que el colosal cubano José Martí definiera como Nuestra América, el paso a la presidencia de la nación andina de Pedro Castillo es casi inevitable; aún cuando no se ha proclamado de manera oficial la noticia acerca de su llegada al poder, no de su triunfo, toda vez que apenas lo separan unas escasas décimas porcentuales de su contrincante, Keiko Fujimori.
El pasado jueves, 10 de junio, según un informe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), el aspirante a la presidencia de Perú, Pedro Castillo, había recibido el 50,204% del sufragio (8.791.778 votos válidos), mientras que Keiko Fujimori obtenía el 49,796% (8.663.684 votos válidos), y se precisó, desde entonces, que con este resultado era prácticamente imposible que Fujimori pudiera “remontar”, salvo una “anomalía estadística”.
No poder remontar, como dice exactamente la fuente de donde he tomado los datos, significa que no habrá marcha atrás, esto es, que Pedro Castillo, era el ganador de las recientes elecciones de Perú, lo que no significa necesariamente una derrota de la representante de la derecha conservadora, Keiko Fujimori, frente a una victoria del izquierdista Pedro Castillo. Con esta mínima diferencia, cuasi un empate técnico, no es posible hacer especulaciones acerca de triunfos y derrotas, y si de una nación francamente dividida a partes iguales, donde un 50% ha preferido apoyar a la candidata de Fuerza Popular, lo que significa impedir que se imponga el socialismo en la nación suramericana, mientras que otro 50% ha preferido al líder de Perú Libre, partido político de definición izquierdista y marxista, con lo que esto presupone, toda vez que el líder campesino tiene muy bien definidos sus propósitos y aspiraciones enmarcados dentro de la turbulenta tendencia socialista.
A solo dos días, este sábado 12 de junio, por desgracia, lo vaticinado parece ser una realidad, efectivamente, "no remonta". Fujimori, al parecer, no tendrá la misma suerte de Guillermo Lasso, el recién electo presidente de Ecuador, quien luego de dos derrotas –una de ellas bien dudosa ante la enorme sospecha de un megafraude que le arrebató su triunfo en los comicios de 2016– logró al fin su bien merecido triunfo. Keiko Fujimori es la tercera vez que pierde en sus intentos por alcanzar la presidencia de Perú, suficiente como para tomarse un buen descanso para que los peruanos olviden un tanto sus posibles desaciertos políticos.
Fujimori sostiene sobre sus espaldas un polémico pasado, donde se impone la imagen de su padre, Alberto Fujimori, actualmente prisionero en el penal de Barbadillo, en Lima, amén de sus propias implicaciones legales ante las acusaciones de lavado de dinero y su supuesta participación en sobornos de la constructora brasilera Odebrecht. Aún así, la mitad de los peruanos la han preferido, no tanto por tratarse de Keiko Fujimori, sino porque han actuado con un mínimo de inteligencia. Impedir que Castillo asuma el poder de Perú presupone que el comunismo no se apodere de la nación. La propia candidata presidencial lo acaba de expresar en un mitin celebrado hace unas horas en Lima: “democracia sí, comunismo no”.
Imagen Arriba: Keiko Fujimori, la candidata presidencial acaba de expresar en un mitin celebrado hace unas horas en Lima: “democracia sí, comunismo no”. Habrá que esperar, al menos una semana, para que se conozcan los resultados definitivos, una vez se revisen las actas impugnadas por Fuerza Popular.
Por desgracia con ese mínimo de diferencia, que en materia de comicios electorales es prácticamente un empate, Pedro Castillo podrá asumir la presidencia de Perú. Hoy, con el 100% de las actas, Castillo logró el 50,17% de los votos frente al 49,82% de Fujimori, con lo que resulta imposible referirse a triunfos o victorias electorales dado el estrecho margen de diferencia entre uno y otro candidato.
Hemos de detenernos en los sectores poblacionales que apoyaron al nuevo líder socialista de la región. Se trata de los habitantes de las amplias zonas rurales de la región andina –a diferencia de los sectores de Lima, la capital, y la costa norte que ofrecieron su voto a la candidata de Fuerza Popular– donde la pobreza es mayor y la subculturización reina por doquier, esto es, los dos elementos primordiales que los socialistas utilizan para manipular a sus seguidores. De ahí que en los intentos adoctrinadores de Castillo no faltaron las promesas de siempre: garantizar la educación, gratuidad de servicios básicos, priorización de la salud, entre otras tantas cosas que el líder campesino ha resumido en su eslogan de campaña: “¡Nunca más un pobre en un país rico”! Ya veremos que al final de su mandato, si finalmente se concreta, los pobres serán más pobres y el país dejará de ser rico.
Por otra parte, y como un “buen” socialista-marxista, pretende llevar a cabo un plan de nacionalización de sectores estratégicos como el minero, gasífero y petrolero; aunque se ha referido a la propiedad privada como modalidad siempre “en beneficio de la mayoría de los peruanos”, lo que habrá que precisar una vez que tome las riendas del poder. Con los antecedentes de las nacionalizaciones de Cuba y Venezuela, que han sumido a estos países en la miseria más espantosa del continente, el nuevo experimento peruano no será para nada diferente al definido patrón de fracaso del disparatado modelo económico socialista; sin olvidar que el líder campesino no tiene ni remota idea de cuestiones de economía, finanzas, turismo, minería, exportaciones, etc.
Como era de esperar, Castillo también se propone crear una Asamblea Constituyente para proceder a modificar la Constitución Política, con lo que lograría que el Estado tenga un papel activo como regulador del mercado, amén de “desactivar” el Tribunal Constitucional para dotarlo de nuevos representantes elegidos por la ciudadanía –cualquier semejanza con la narcodictadura venezolana es “pura coincidencia”–.
Y así las cosas, y aunque Keiko Fujimori se resiste a aceptar que Castillo le ha superado en un escaso porcentaje de votos, y a pesar de que el partido Fuerza Popular ha solicitado la anulación de 802 mesas por posibles irregularidades (su anulación representa unos 200.000 votos), por desgracia, todo parece indicar que habrá socialismo en Perú.
La posible “anomalía estadística” a la que me referí al inicio de este escrito pudiera estar dada por la existencia de un fraude en mesa tras el balotaje, lo que se podrá resolver una vez revisadas las múltiples actas impugnadas por la fuerza política que representa a Fujimori, algo que, hasta el presente, está resultando casi imposible, toda vez que, según las opiniones de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y de los observadores internacionales que participaron en los comicios, no hubo irregularidades; aunque los seguidores de Fujimori se han referido a una posible injerencia del Foro de Sau Pablo, considerados expertos en fraudes electorales, así como a una intervención mediante el financiamiento del régimen de Nicolás Maduro.
Los resultados oficiales podrán tardar alrededor de una semana. De ser declarado electo Pedro Castrillo, Perú tendrá que pasar una tenebrosa etapa de oscurecimiento y decadencia para que renazca la luz en nuevos comicios, si es que el líder campesino no cambia la Constitución, como ya tiene previsto, para perpetuarse en el poder; con lo que seguirá los pasos de sus compañeros de la izquierda regional. Recordemos los casos de Chávez, Correa y Morales.
En fin, que la ley cíclica hace de las suyas por estas regiones de Nuestra América; solo que al gran héroe le faltó predecir que para América Latina, al menos por ahora, no hay solución. La izquierda está al asecho para imponerse en el poder e implantar sus disparatadas concepciones marxistas.
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