La Empresa socialista en Cuba. El fracaso de una utopía. Por Roberto L. Capote Castillo.
“Si no quieres repetir el pasado, estúdialo”. Spinoza
La inviabilidad del sistema económico socialista ha sido objeto de innumerables debates desde el surgimiento del socialismo científico, no obstante, después de la fracasada experiencia del socialismo real el tema ha perdido importancia. Además, la mayoría de los análisis han estado dirigidos a los temas macroeconómicos sin profundizar en el desempeño de las empresas. Tampoco se ha estudiado suficientemente la influencia que ha tenido el proceder de los dirigentes empresariales en los resultados económicos de las empresas.
Ante todo, es necesario esclarecer algunos conceptos que quizás sean esenciales para algunos. No es lo mismo sistema económico que modelo económico. Si hablamos de sistemas económicos se identifican los siguientes:
- Los de la antigüedad
- El feudalismo
- El capitalista
- El socialista
En los sistemas capitalistas y socialistas se pueden aplicar diferentes modelos económicos. También se manejan los términos liberalismo, conservadurismo y progresismo, pero son doctrinas o sistemas filosóficos y políticos que son utilizados por gobiernos de izquierda, centro o derecha indistintamente.
Desde la creación de la extinta URSS y el establecimiento del comunismo, la economía socialista demostró su incapacidad para satisfacer las “necesidades siempre crecientes” de los proletarios. Lenin se vio forzado a la aplicación de un modelo económico que denominó “La nueva política económica” mas conocida por sus siglas en ingles NEP. Esta política introdujo algunos fundamentos del sistema capitalista que aliviaron las carencias de los soviéticos en esos años. Al asumir el poder Stalin la eliminó y aplicó el que yo denominaría modelo económico estalinista, sustentado en el crimen y la violencia. Este modelo es improbable aplicarlo en nuestros días pues es otra época.
En la actualidad algunos gobernantes catalogados como progresistas, principalmente en Latinoamérica, al asumir el poder hacen énfasis en el triunfante renacer del socialismo a modo de alternativa para la solución de los principales problemas que aquejan a la humanidad. Estos estadistas hablan del socialismo del siglo XXI, sin embargo, a sus electores no les queda claro cuáles son sus fundamentos y si existe un modelo económico eficiente y eficaz para las empresas socialistas que surjan en esta nueva tendencia.
Lo que se ha escrito sobre esta nueva versión del socialismo parece muy teórico, tal como la anterior, y enfatiza en sustituir la economía de mercado por una denominada “economía de valores”. Los esfuerzos en esta dirección siempre han terminado en un rotundo fracaso.
Cuba nunca fue una nación pobre ya sea por falta de recursos naturales, humanos, condiciones climáticas u otros, sin embargo, se ha transformado en uno de los países más empobrecidos del continente. Las cifras hablan por sí solas a pesar de la repetición hasta el cansancio, por las autoridades y la propaganda mediática, de que somos los mejores del mundo en casi todo. Algunas personalidades foráneas apoyan estos criterios de forma simplista e irresponsable, aunque tampoco solicitan su residencia permanente en este paraíso tropical.
Conocer las causas originarias del empobrecimiento al que ha llegado el país es una tarea que se me torna difícil utilizando un enfoque académico, no descartando su realización, en determinado momento, por especialistas capacitados para tal empeño, además las estadísticas publicadas por los gobernantes comunistas están sesgadas o son falsas. Haré el intento desde la perspectiva de la práctica de la dirección empresarial o gerencia que es el término más utilizado, pues en muchos casos los disparates cometidos corresponden más a las incongruencias de la economía socialista que a cualquier otra consideración. Tampoco pretendo escribir la historia del desempeño de la dirección en el sistema empresarial socialista en Cuba pues creo que no tiene valor alguno. Solamente me referiré, esencialmente, a los problemas de tipo contemporáneo sin hurgar en los antecedentes.
No hay discusión de que la familia es la célula principal de la sociedad, pero según los teóricos del socialismo la empresa socialista, es el eslabón fundamental o primario del complejo sistema de relaciones de la economía nacional. Entonces ¿Por qué en nuestro país con una economía socialista la empresa no recibe la máxima prioridad para hacerla competitiva, satisfacer las necesidades de la sociedad y además que sea rentable sin necesidad, como ocurre generalmente, de ser subsidiada por el Estado? ¿Cómo es posible que se prioricen los problemas ideológicos y no los económicos siendo éstos últimos el pilar para lograr el desarrollo? No pretendo responder a estas y otras interrogantes, solamente exponer los hechos que pueden ser considerados causales del desastre económico al que hemos llegado.
Los dirigentes de la Revolución en su primera etapa atribuyeron la culpa de sus incipientes descalabros económicos a los males engendrados por la estructura capitalista heredada en el país, culpables según ellos, de haber sumido al pueblo en la “pobreza”. Alegaban también la salida de los gerentes y principales técnicos de las empresas confiscadas y, además, la falta de experiencia de los directivos, a los que denominaron “cuadros revolucionarios”, para dirigir las nuevas empresas socialistas mediante una economía centralmente planificada. Después del diferendo con los EEUU a éste se le imputó la responsabilidad por las dificultades que confrontan las empresas en su desempeño y el de la economía en su conjunto debido al “bloqueo”. Parece que es necesario instituir el socialismo en el vecino del norte para que el país se convierta en el paraíso prometido a los proletarios.
Sin embargo, la respuesta al anterior dilema lo encontré en el siguiente concepto de Peter Drucker:
“.... no existen países desarrollados ni países subdesarrollados, sino simplemente países que saben administrar la tecnología existente y sus recursos disponibles y potenciales, y países que todavía no saben hacerlo, o sea que existen países administrados y países subadministrados”.
Indudablemente hemos sido, durante la economía socialista, subadministrados. El sistema económico aplicado fracasó en sus intentos de administrar la tecnología existente y sus recursos disponibles y potenciales tanto en Cuba como en los países donde fue instaurado, para infortunio de los proletarios.
No obstante, lo anterior, hacer un análisis del desempeño de los dirigentes del sistema empresarial del país sería desacertado si no se escoge adecuadamente el basamento teórico que sirva como referencia. Durante años busqué una bibliografía dentro de nuestro contexto para facilitar mi espinosa labor, pero decididamente no existe ni fue escrita por los teóricos del socialismo científico. Los libros escritos en el país o los provenientes del desaparecido campo socialista, a los que he tenido acceso, enfatizan la precisa aplicación de los principios del marxismo-leninismo como premisa ineludible para alcanzar el éxito en la economía socialista. La mayoría de estos textos fueron escritos por sus autores para obtener grados científicos o categorías docentes en centros de investigaciones o universidades respectivamente, pero no con el objetivo de orientar el trabajo de los directores de las empresas socialistas, careciendo de un enfoque práctico. Según ha señalado Peter Drucker, desde hace muchos años, la gerencia más que ciencia o arte es sobre todo práctica. Los teóricos del socialismo consideran la dirección empresarial una ciencia.
Basado en mis experiencias de casi cuarenta años de trabajo como ingeniero y consultor, en las principales ramas de la economía en Cuba, asesorando empresas en temas relacionados con la calidad y la dirección (nombre más utilizado en el país para los temas gerenciales), puedo asegurar que los problemas existentes en la mayoría de las organizaciones empresariales del país, para no ser absoluto y decir que todos, independientemente de la rama de la producción o los servicios son similares con causales comunes.
Admitiendo las distancias en cuanto a erudición, sin ninguna pretensión académica por la comparación, considero que, si la humanidad le agradece a Adam Smith su aporte a la economía política por el resultado de sus investigaciones sobre el origen de las riquezas de las naciones, Cuba necesita que se realicen los análisis necesarios para conocer las causas de su empobrecimiento y en ese sentido quiero aportar mi grano de arena basándome en lo escrito por Peter Drucker. Como expresó Spinoza en su época: “Si no quieres repetir el pasado, estúdialo”.
Hay un aspecto que debo exponer para ser justo y darle el beneficio de la duda al modelo implementado en las empresas socialistas en los países comunistas, me refiero a que en las naciones que tienen un sistema capitalista también existen empresas ineficientes y un alto porciento desaparecen. Una investigación realizada en 2012 por el profesor de la Harvard Bussiness School, Shikhar Ghosh, quien además de estudiar a más de 2000 compañías que recibieron inversiones de capital de riesgo de al menos un millón de dólares desde 2004 hasta 2010, entrevistó a empresarios y registró minuciosamente los portafolios de firmas inversionistas, para concluir que aproximadamente 3 de cada 4 startups fracasan. La diferencia, según mi criterio, es que en el sistema capitalista existe la libertad económica, por tanto, un alto porciento de las empresas capitalistas que desaparecen sus dueños continúa intentándolo, cambiando el rumbo, hasta que logran el éxito.
Al escribir sobre la empresa socialista en Cuba pretendo demostrar que la calamitosa situación que actualmente presenta la economía del país es consecuencia de la falta de un modelo económico y a la desacertada política al respecto, sumándosele otros males como el incompetente desempeño de una élite burocrática, atascada en la presunción de incompetencia de los dirigentes de las empresas, creyente de ser poseedora de la verdad absoluta en todos los ámbitos de la sociedad, imponiendo una camisa de fuerza para obligar a los empresarios a la aplicación rigurosa de un entramado de leyes, regulaciones y disposiciones sin una estrategia definida ni objetivos claramente determinados. No es posible el progreso de una sociedad cuyas autoridades carecen de una visión definida y desconfían de la capacidad de sus ciudadanos para auto dirigirse.
El castrocomunismo siempre ha necesitado de un país que subsidie su economía socialista, así fue hasta el hundimiento de la URSS y la desaparición del organismo de integración conocido como CAME, que por su mediación otros países “cooperaban” para apuntalar su sistema socialista. Como consecuencia de lo anterior surgió el incorrectamente llamado “periodo especial”, en el cual se tocó fondo en todas las esferas de la economía y de la sociedad. En pleno auge de esta etapa, aliviada en parte por una exigua apertura económica, aparece un nuevo “padrino”, Hugo Chávez, fanático seguidor de las ideas de Fidel Castro, quien al asumir la presidencia comenzó de forma pródiga a subsidiar la economía cubana hasta que arruinó a Venezuela y ahora en algunos aspectos está peor que Cuba. Según Peter Drucker, existe una relación inversa entre la ayuda y el desarrollo de los países, a esto añado mi criterio que lo mismo ocurre con las personas.
Es necesario hacer mención a uno de los principales soportes que ha socorrido al sistema socialista en Cuba para satisfacer las esenciales necesidades de los cubanos. El mercado negro o bolsa negra, que ha demostrado en la práctica el fracaso de la planificación centralizada socialista. Fidel Castro, a quien hay que reconocerle su sagacidad política, lo consintió durante su mandato sin perseguirlo plenamente ya que era consciente de su función vital para mantener el “status quo” que él había diseñado. El nuevo presidente designado, Diaz Canel, desde los años en que dirigió las provincias de Villa Clara y Holguín, estaba convencido de que las dificultades económicas de Cuba se deben al “bloqueo norteamericano” y al mercado negro. La persecución y eliminación de este mercado que se realiza en la actualidad, está guiando al país a peores condiciones que las del “periodo especial”, lo que, unido a las desacertadas medidas aplicadas para el ordenamiento y actualización del modelo económico socialista cubano, han provocado las mayores escaseces del pueblo y han incitado las mayores manifestaciones en contra del comunismo en el país.
En los años que Diaz Canel dirigió las provincias mencionadas anteriormente, las visité por asuntos de trabajo y en ambas los ciudadanos de a pie con los que intercambié me comentaron que fueron los tiempos de más carencias y hambre, en las que fueran consideradas ciudades donde mejor se podía vivir con las consabidas carencias del comunismo, pero auxiliado por el mercado negro.
La secuencia que seguiré en próximos artículos sobre la empresa socialista en Cuba es arriesgada pues es difícil lograr un orden al examinar el desorden, aplicar la lógica al enfrentarse a lo ilógico, ni lograr la organización al analizar tanta desorganización. Pero de todas formas asumo el riesgo para dar a conocer todo lo experimentado en mi desempeño laboral.
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capotecastillo@yahoo.es
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