(Parte 1) La práctica del director en la empresa socialista en Cuba. Por Roberto L. Capote Castillo.

“Gestión es hacer las cosas bien, liderazgo es hacer lo correcto.” Peter Drucker

La importancia del director, en la empresa socialista cubana, ha sido subestimada desde los inicios de la confiscación de las empresas a sus dueños, pues en su selección y en la evaluación de su desempeño ha sido siempre determinante su ideología, además, teóricamente, se ha considerado el rol protagónico de los proletarios, definiéndolos como imprescindibles y quienes en primera y última instancia deciden los resultados. Esto puede ser originado por la creencia sectaria según la cual el principal recurso de una organización son los recursos humanos y coincido con esta afirmación, pero precisamente desde este punto de vista, o sea, que se trata solamente de un recurso. Sin embargo, me inclino definitivamente por el concepto de Peter Drucker quien establece que son los gerentes, con sus actuaciones, los que posibilitan la conversión de los recursos en resultados económicos de las empresas. Desdichadamente los trabajadores siempre han sido un recurso que no se convierten en resultados económicos para las empresas socialistas.

Hasta en la terminología utilizada para denominar a los dirigentes de las empresas existen ambigüedades en el sistema empresarial socialista. Al inicio de la Revolución se generalizó el término administrador para nombrar al máximo dirigente de una organización ya fuera comercial o no, con los años se introdujo el nombre de director cuando se trataba de una empresa o un nivel superior de dirección. Así teníamos administradores en fábricas, talleres, establecimientos y otras organizaciones similares y directores en empresas, uniones de empresas u otras análogas. También se instituyó el cargo de delegado del ministro, dirigente que en determinado territorio lo representa, aunque sus funciones y autoridades, no estaban claramente definidas, pues en sus decisiones debía recibir la aprobación del Partido y Gobierno del área geográfica donde radicaba.

Con el desarrollo del turismo (inicios de los años 90) se introdujo la terminología de gerente debido a que las firmas extranjeras, participantes en empresas mixtas o las contratadas para administrar algunos hoteles, lo usaban para nombrar al máximo directivo de estas. Derivado de lo anterior algunas corporaciones netamente nacionales empezaron a utilizar el vocablo de gerente, pero con el tiempo el término “hedía a capitalismo“ y se ha regresado a las antiguas terminologías de administradores y directores.

Otra evidencia que a mi entender denota la poca importancia otorgada a la labor del director en las empresas lo constituye el alto nivel de rotación de los mismos, tanto es así, que existe una opinión generalizada, confirmada por la realidad, de que el promedio de vida en el cargo no excede casi nunca los cinco años en una misma organización. A lo anterior se le suma que, en la mayoría de los casos, la sustitución por lo general es el resultado de un traslado, desde otra organización, casi siempre de una actividad diferente. En pocos casos se buscan los sustitutos entre los directivos que han trabajado durante años en cargos de dirección intermedios de la misma empresa. Tampoco tienen un historial de logros que lo avalen para el cargo sino más bien poseen un respaldo político de plena confianza, definida solamente sobre bases ideológicas. Los oficiales del ejército o del ministerio del interior licenciados, los exdirigentes del PCC y del gobierno, constituyen una importante fuente de “cuadros” para dirigir empresas. Esto induce que la cadena de incompetencia e ineficacia en la dirección empresarial mantenga su continuidad.

No conocí director alguno que haya llegado al cargo después del tránsito, desde el escalón más bajo de dirección hasta el máximo puesto, aunque no descarto que tal caso pueda existir, pero siempre sería una minoría. En este sentido no se cumple la conocida fase “desarrollo de carrera” de la gestión de los recursos humanos, ni tampoco el cumplimiento de la “política de cuadros” que tanto pregonan los gobernantes comunistas y que en cada Congreso del PCC insisten en la importancia de su cumplimiento aprobando lineamientos que nunca cumplen.

Contrario a lo que ocurre en algunos países capitalistas, no existen en Cuba libros escritos por veteranos directores ya sea en forma de memorias, autobiografías o de sus prácticas, en el que exponen sus experiencias en el ejercicio del cargo. Tampoco conocí alguno proveniente del desaparecido campo socialista, aunque la bibliografía sobre este tema siempre fue escaza y siempre basada en fundamentos ideológicos. Me parece que esto se debe a que ninguno sobrevivió para contarlo o su desempeño no alcanzó resultados exitosos que merecieran su divulgación.

La eficiencia y eficacia.

Si en algo se muestra la falta de práctica de los directores es en la ignorancia del impacto que en su labor tiene la incorrecta definición y manejo de estos conceptos. Los vocablos anteriores se diferencian en que la eficiencia es la capacidad de reducir al mínimo los recursos disponibles para alcanzar los objetivos de la organización, es decir, “hacer las cosas bien”. Por otra parte, la eficacia es la capacidad para determinar los objetivos apropiados, o sea, “hacer lo que se debe hacer”.

Tengo la opinión que, en nuestro caso particular, además de los problemas estructurales de la economía, la ignorancia sobre la correcta definición y aplicación de estos términos, por los dirigentes empresariales y políticos, influye negativamente en el desempeño de las empresas. Ignorar la importancia de la eficacia para las empresas es un mal de fondo pues la cúpula del Partido, máximo dirigente de la economía, en sus permanentes proclamas solamente aluden a la eficiencia.

Los directores que en su desempeño logran utilizar el mínimo de los recursos necesarios para alcanzar las metas planificadas actúan eficientemente. En numerosas ocasiones estos dirigentes, por orientaciones de los organismos superiores de dirección ya sean políticas o administrativas, ejecutan eficientemente las tareas equivocadas lo que por supuesto no ayuda a la realización económica de la empresa. Por otra parte, la eficacia implica elegir las metas acertadas. Un director que elige una meta equivocada es un dirigente ineficaz.

En el sistema económico socialista se ignoran algunos aspectos vitales que pueden coadyuvar a la eficacia de una empresa como lo es el mercado. Además, la estructuración y organización de la economía, centralmente planificada, y el sistema empresarial desplegado, elimina la competencia entre las empresas de ahí que la “I+D+i”, si existe en alguna, es de espaldas al mercado y a sus usuarios. Digo usuario pues el consumidor, ya se trate de una empresa o un ciudadano, carece de soberanía para seleccionar el proveedor y por tanto no ha alcanzado la categoría de cliente. De lo anterior se puede deducir que a un director le es muy difícil definir las tareas correctas para su negocio. Ningún grado de eficiencia puede compensar la falta de eficacia. La eficacia es la clave del éxito de una organización.

Los objetivos y las tareas principales a cumplir por el director se determinan por los “organismos superiores de dirección” y aun cuando pueda o no estar de acuerdo lo máximo que puede hacer es asistir a una reunión de su nivel superior de dirección y expresar su inconformidad, pero éste tampoco tiene facultades para hacer variaciones. La mayoría de los directores se esfuerzan por trabajar eficientemente pero casi siempre lo hacen de forma ineficaz al enfocarse en las tareas equivocadas, sin embargo, en aquellas que deciden los resultados de su negocio lo hacen ineficientemente debido al deficiente aprovechamiento de los recursos puestos a su disposición, tal desempeño no tiene un impacto positivo en el desarrollo de la economía. En esto también influye de forma importante la obsolescencia de las industrias, equipos, tecnologías, etc.

La importancia de la eficacia en la actuación de los directivos fue tema recurrente en la bibliografía de Peter Drucker. Según él: "un directivo eficaz no comienza planificando, sino averiguando a qué dedica su tiempo…”

Los directores pocas veces planifican adecuadamente su tiempo de ahí que lo dediquen mayoritariamente al cumplimiento de tareas que no contribuyen a los resultados de su organización. Tampoco muestran responsabilidad por los deficientes resultados en la realización económica de sus organizaciones pues siempre habrá una justificación que lo libera de la misma, unas veces será el “bloqueo”, otras los huracanes, la sequía, etc. Drucker expresa al respecto:

"La eficacia exige la concentración y huye de la dispersión. …La determinación de las prioridades supone decidir con fortaleza, porque hay que primar el futuro sobre el pasado, la oportunidad sobre los problemas, lo real sobre lo inmediato, y lo importante sobre lo urgente".

Pocos directores tienen la posibilidad de estar concentrados de forma permanente en la ejecución de tareas eficaces para su organización, las exigencias del entorno se lo impiden, así como tampoco deciden en la definición de las prioridades. El futuro siempre ha sido imprevisible y la planificación se hace tan a largo plazo que resulta chistoso, actualmente existen planes para el 2030, sin embargo, las condiciones del país son muy sombrías para el 2022. Se pasan la mayoría de su tiempo analizando el pasado (los indicadores económicos, casi siempre negativos, de sus entidades), resolviendo problemas, atrapados por lo inmediato y sumergidos en lo urgente que casi nunca es importante. Los dirigentes empresariales están constantemente sometidos a los dictados de los órganos de dirección del Partido que no toleran ningún tipo de retraso en sus exigencias, a pesar de que la mayoría de las veces sus orientaciones no se relacionan con los resultados económicos de su organización. De lo anterior se desprende que la eficacia, si la tienen en cuenta, solamente puede ser una aspiración para estos dirigentes.

Al respecto quiero narrar una experiencia personal de los años 90 en pleno “periodo especial”. Me encontraba asesorando una importante empresa de proyectos de obras de ingeniería y arquitectura cuyo personal técnico sobrepasaba los doscientos entre ingenieros y arquitectos. Mientras estaba reunido con su director general recibe una llamada de la oficina del primer secretario del PCC en la provincia y después de colgar el teléfono me comenta: ”Recientemente me entregaron unas hectáreas de tierra llenas de marabú y tres vacas flacas para apoyar el “Programa Alimentario” y me exigen un informe diario de las labores realizadas. Seguro que a los directores de las empresas agrícolas no se lo piden y a mí no me preguntan sobre los proyectos que estamos elaborando que la mayoría son para el turismo. No entiendo a estos jefes”:

En las masivas manifestaciones contra la dictadura del 11 de julio de este año, una vez más, el “castrocomunismo” movilizó a los trabajadores, paralizando empresas, armándolos con palos (producidos en carpinterías estatales), para enfrentar a los manifestantes. Para esto los directores de las empresas fueron convocados con urgencia, a reuniones con el Partido y la Seguridad del Estado donde se les indicó como proceder y se les entregaron las “herramientas” para golpear al pueblo sublevado. En ningún país del mundo un director empresarial tiene participación en este tipo de acciones. Sin embargo, tanto los trabajadores como los dirigentes participan coaccionados pues si no lo hacen pierden el puesto de trabajo por no ser confiables.

No creo que exista consultor o especialista en dirección que se atreva a decir que ha conocido, a no ser como excepción, a algún director cubano con el hábito de concentrarse en las oportunidades en lugar de los problemas. Esto ha generado que la valoración del desempeño de los directores, por los niveles superiores de poder, esté basada en la capacidad para la resolución de problemas en lugar de la identificación y aprovechamiento de las oportunidades. Según Drucker:

"…céntrese en las oportunidades, los buenos ejecutivos se centran en las oportunidades en vez de los problemas. Por supuesto que hay que enfrentar los problemas, no deben ser ignorados. Pero la resolución de problemas, aunque necesaria, no produce resultados, sino que previene daños. Aprovechar las oportunidades sí produce resultados”.

En el desarrollo de mi trabajo de consultoría aplicaba diferentes instrumentos para formular adecuadamente el verdadero problema de la organización que me contrataba. Para esto realizaba encuestas en las que les preguntaba a los directores cuáles, según su parecer, eran las principales tareas a realizar en el desempeño de su trabajo. Por lo general relacionaban cinco o seis vinculadas directamente con la resolución de los problemas de su organización. El resto de las señaladas eran gestiones concernientes a urgencias impuestas externamente por el PCC o el Gobierno. Sin embargo, deberían hacerse la pregunta ¿cuáles son las decisiones que resultan más importantes para un director?  Según Drucker:

“En cada decisión y en cada acto, la gerencia debe dar el primer lugar a la realización económica. Sólo puede justificar su existencia y su autoridad mediante los resultados económicos que produce. Puede haber grandes resultados no-económicos: la felicidad de los integrantes de la empresa, la contribución al bienestar y a la cultura de la comunidad, etc. Pero si deja de producir resultados económicos, la gerencia fracasa. Fracasa si no proporciona los bienes y servicios que desea al consumidor a los precios que el mismo está dispuesto a pagar. Fracasa si no mejora o por lo menos mantiene la capacidad de producir riquezas de los recursos económicos que se le han confiado”

En las empresas la realización económica habitualmente no es la preocupación fundamental de los directores pues las imposiciones del entorno desconocen su importancia, estas orientaciones comúnmente no tienen una dimensión económica sino más bien política y los dirigentes se ven ante encrucijadas en las que casi siempre se opta por quedar bien con aquellas tareas no relacionadas con los resultados de la organización o peor aún, los hacen fracasar en la misión de proporcionar los bienes o servicios planificados para satisfacer las necesidades de los proletarios. Por otra parte, los organismos superiores de dirección empresarial a pesar de ser los que confeccionan los planes anuales se pasan todo el año recortando recursos y realizando cambios en los mismos evidenciando que los resultados económicos no son vitales. Recuerdo una absurda proclama en las empresas: “producir más con menos es de revolucionarios”, en última instancia es un llamado a la eficiencia.

En las empresas cubanas se implementó la denominada evaluación del desempeño de los trabajadores y técnicos cuya metodología se enfocaba en detectar las debilidades de los empleados. Según los promotores de esta valoración, su objetivo era mejorar el rendimiento. Quiero terminar esta primera parte sobre la práctica de los directores de la empresa socialista en Cuba con la frase célebre de Drucker:

“Nadie debería ser nombrado para una posición directiva si su visión se enfoca sobre las debilidades, en vez de sobre las fortalezas de las personas”. 

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