El artista Hamlet Lavastida es excarcelado y viaja rumbo a Polonia 14ymedio 26 de septiembre de 2021
"Ayer por la tarde lo llevaron desde Villa Marista, custodiado por más de una veintena de agentes a la Embajada polaca para colocarle el visado", advierte una fuente familiar
Hamlet Lavastida fue excarcelado este sábado y conducido directamente al Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana donde abordó un avión rumbo a Polonia. Tras más de tres meses detenido en Villa Marista, el artista salió de la Isla junto a su novia, la poeta Katherine Bisquet Rodríguez, según confirmó una fuente familiar del creador a 14ymedio.
"Ayer por la tarde lo llevaron desde Villa Marista, custodiado por más de una veintena de agentes a la Embajada polaca para colocarle el visado. La Seguridad del Estado también llevó a Bisquet", precisa. "De ahí lo condujeron directamente al aeropuerto y lo custodiaron hasta el avión diciéndole que era un ‘viaje de ida’ sin posibilidad de retorno".
Según esta fuente, Lavastida y Bisquet estarían haciendo una escala en Madrid y se espera que en las próximas horas lleguen a Varsovia. "Todo fue hecho con mucho secretismo por la policía política y estamos esperando que Lavastida esté en territorio libre para que pueda contar más detalles", añade.
Lavastida había regresado a Cuba desde Alemania el pasado 21 de junio, luego de terminar su residencia en la galería Künstlerhaus Bethanien, de Berlín. Tras cumplir el aislamiento reglamentario en uno de los centros habilitados por el Gobierno en el reparto Flores, en la capital, fue detenido el 26 de junio por la Seguridad del Estado y trasladado a Villa Marista. Las autoridades informaron a su familia que se encontraba bajo un "proceso de investigación" por el supuesto delito de "instigación a delinquir".
El artista de 38 años, declarado preso de conciencia por Amnistía Internacional, es uno de los creadores más relevantes de su generación y mantuvo en los últimos meses un discurso frontal contra el régimen al denunciar la represión que han vivido sus colegas cubanos, sobre todo desde el pasado 27 de noviembre. Entre 2011 y 2015 residió fuera de la Isla y tuvo prohibida la entrada al país a raíz de unas declaraciones públicas que disgustaron a las autoridades.
La Seguridad del Estado hizo saber que era investigado por una conversación en un chat privado del grupo de artistas opositores 27N en la aplicación Telegram, donde propuso marcar billetes bancarios con logotipos del Grupo San Isidro y el 27N, una iniciativa que no llegó a concretarse.
Conocido por sus obras críticas, el Gobierno cubano considera que Lavastida "ha estado incitando y convocando a la realización de acciones de desobediencia civil en la vía pública, utilizando las redes sociales y la influencia directa sobre otros", según publicó la web oficialista Razones de Cuba.
Las organizaciones Human Rights Watch, PEN América y PEN Internacional condenaron su arresto y demandaron su libertad incondicional, al igual que decenas de artistas y activistas dentro y fuera de la Isla como Lester Álvarez, quien afirmó que la única razón por la que Lavastida estaba bajo arresto era por "expresar libremente su opinión sobre el autoritarismo del Gobierno cubano".
Durante la encarcelación del artista en Villa Marista, le fueron negados cuatro cambios de medida cautelar y tres recursos de queja. Además se contagió de covid-19 y fue trasladado a un centro de aislamiento sin conocimiento de su familia.
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Hamlet Lavastida ha sido liberado a cambio de nuestro exilio Por Katherine Biscet en Facebook el 26 de septiembre de 2021
Si ha llegado este momento y están leyendo esta nota, es porque justo ahora Hamlet Lavastida y yo acabamos de pisar el espacio Schengen. Hemos tomado la precaución de hacer pública nuestra situación a estas alturas (literalmente) por nuestra seguridad personal. La policía política nos impuso el exilio de ambos como única opción para la excarcelación de Hamlet. Desde el comienzo de su insólita detención, y durante los 90 días que permaneció en privación de su libertad bajo un proceso de investigación infundado, yo, Katherine Bisquet, escritora y activista, he sido blanco de acoso, coacción, privación ilegal de libertad (prisión domiciliaria por 65 días), tortura psicológica, detenciones ilegales y amenazas de procesamiento por parte de la Seguridad del Estado. Pero sobre todo he sido víctima del chantaje a través del cual el poder me hacía saber que, cada día que transcurría sin que yo consiguiera una visa, representaba un día más de cárcel para Hamlet. Mi salida del país era la moneda de cambio para su liberación. Debo añadir, además, que a esa misma presión de intentos de chantaje estuvieron sometidas varias personas allegadas a Hamlet, tanto familiares como amigos.
Hamlet Lavastida ha sido conducido por la Seguridad del Estado directamente al aeropuerto José Martí en horas de la tarde de este sábado 25 de septiembre, desde una casa de protocolo en la que se encontraba aislado desde el día 20 de septiembre y de la cual desconoce su ubicación, ya que fue transportado a ese lugar con la cabeza entre sus piernas. Así mismo, yo también he sido trasladada por la Seguridad del Estado hacia el aeropuerto José Martí desde mi renta en Centro Habana, sin tener la posibilidad de que mi padre y familia me llevaran y me despidiesen. De la misma manera, durante el transcurso de esta última semana, fui conducida por miembros del aparato represivo a la gestión de todos mis trámites migratorios, y fueron ellos los que se encargaron de agilizar el proceso, prorrogando de manera inmediata nuestros pasaportes y las pruebas de PCR para poder viajar.
No cabe aquí ninguna justificación que alcance ni siquiera mínimamente a disfrazar el plan macabro que ha desplegado el poder político sobre nuestras vidas. A este plan lo nombraban «racionalidad política». En varias ocasiones escuché decir a más de un agente que a ellos no les convenía que Hamlet estuviese preso y que, debido a esta «racionalidad política», decidían excarcelarlo bajo la condición de la salida del país de ambos. O sea, no solo se referían a la salida de Hamlet, quien en realidad siempre tuvo la oportunidad de marcharse legalmente de Cuba, pues posee una visa familiar a través de la ciudadanía polaca de su hijo. Por tanto, esa «racionalidad» se traducía principalmente en mi salida, era el anzuelo efectivo lanzado a nuestra relación sentimental.
Algo ha logrado la Seguridad del Estado, y es que en este reducido, incivilizado y precario espacio en el que inevitablemente tenemos que coexistir, normalizamos y asimilamos la represión de manera natural. Ya no de manera pasiva, sino de una forma bastante familiar y sin extrañezas, lo cual los convierte a ellos en una maquinaria mucho más eficiente y perdurable. Y es este precisamente el cáncer que se ha apoderado de los cubanos durante décadas, el cáncer que crece a discreción dentro de nuestras almas. Nos han violado, nos han expatriado, nos han asesinado, nos han encarcelado, nos han censurado, y todo ha sido silenciosamente, bien de cerca, en nuestro patio, en nuestra propia casa.
La segunda vez que vi a Hamlet estando preso fue durante el procedimiento de pruebas de PCR, el 23 de septiembre. Yo no sabía si estaba casi feliz o casi destrozada. Recuerdo haberle pedido una hora más al teniente coronel Mario para seguir sentada junto a Hamlet en un lugar que fue la primera Villa Marista y que hoy es el Museo de la Denuncia. Seguramente nosotros éramos para ellos unas piezas más de aquel museo. Si Mario me hubiese concedido una hora más, tal vez hubiesen logrado petrificarnos. Pero su negativa me expulsó de golpe a la realidad, a la imperiosa necesidad de seguir moviéndome, de seguir articulando mi palabra y mi cuerpo. Debo seguir, pensé, hay que seguir. Y salí de aquel lugar con el deseo de echar abajo hasta su último ladrillo. Nosotros no seremos piezas de nadie, no seremos las reliquias de un poder que se vanagloria del control que poseen sobre las vidas de tantos cubanos. Tenemos muchas cosas por hacer, muchas cosas que construir. Y por eso mismo no puede quedar margen para la parálisis, para la desidia, para la derrota.
En estos últimos meses algo ha cambiado. Un pueblo ha gritado con la voluntad de cambiar las cosas. Hoy esos cubanos han estado salvándome y han estado salvándose ellos mismos. Hoy hay más de 800 personas encarceladas o desaparecidas por manifestarse. Hoy tengo a mis amigos Luis Manuel Otero Alcántara, Maykel Osorbo y Esteban Rodríguez presos en cárceles de máxima seguridad por expresarse libremente. Hoy tengo que apelar al exilio. Hoy hay un pueblo vivo. Y en todo eso hay esperanza. Hay una fuerza por crecer. Una fuerza que se acumula en nosotros.
En todo este proceso tortuoso he estado acompañada y he sido apoyada por muchos amigos y organizaciones internacionales a cargo de la protección de artistas en riesgo y defensores de los derechos humanos. A todos ellos nuestro eterno agradecimiento. Muy pronto, y luego de una breve recuperación, estaremos dando nuestros testimonios. Nada quedará impune. Cada acto de represión y cada vejación contra nuestras vidas tendrán traducción en una parte importante de mi literatura. Cada detalle, cada palabra, cada gesto, cada cuerpo.
Y como bien dije un día, con las fuerzas que me quedaban, a las puertas de un Ministerio, «que sea el amor y la poesía lo que unan a este pueblo». ¡Seguimos!
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