(Parte 6 y Final) Las malas prácticas en las empresas socialistas cubanas. Por Roberto L. Capote Castillo.
Si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo." Stephen R. Covey
El 15 de marzo de 1968, Fidel Castro decretó la Ofensiva Revolucionaria aniquilando 55.636 micro y pequeñas empresas existentes en el país, entre ellas se encontraban:
11.878 comercios de víveres (bodegas); 8.101 establecimientos de comida (restaurantes, friterías, cafeterías, etc.); 3.130 carnicerías; 3.198 bares; 6.653 lavanderías; 3.643 barberías; 1.188 reparadoras de calzado; 4.544 talleres de mecánica automotriz; 1.598 artesanías; 3.345 carpinterías. La mayoría empleaban una o dos personas.
Los servicios, las micro y pequeñas empresas después del año 1959
El gigantismo empresarial del sistema socialista cubano pretendía que las empresas fueran lo más grande posible llegando al “non plus ultra” de crear empresas consolidadas de limpiabotas, zapateros remendones, reparadoras de enseres domésticos, etcétera. Se hicieron tan popular que uno expresaba: “voy al consolidado a limpiarme los zapatos, remendarlos o reparar algún artículo electrodoméstico”
Las grandes empresas de servicios confiscadas, como los bancos, las telefónicas, electricidad, etcétera. Comenzaron su nueva vida con los dirigentes de la nueva clase. Verbigracia, el Banco Nacional de Cuba tuvo como presidente, en el año 1959, nada menos que a Ernesto Guevara que ni sabía de guerrilla, medicina y mucho menos del funcionamiento de los bancos, su desatino lo llevó a firmar los billetes cubanos con su apodo “che”. Insólito, atípico en las monedas. Todos estos servicios fueron decayendo en su funcionamiento y calidad pues la obsolescencia de su equipamiento no se modernizaba por los de mejor tecnología y calidad sino por sus semejantes provenientes de la URSS y los países del desaparecido CAME, que padecían similar atraso tecnológico.
El servicio telefónico llegó a La Habana en el año 1881 y con la publicación en el 1883 de la primera Guía Telefónica, se convertía Cuba en uno de los pioneros en contar con tan poderoso medio de comunicación en aquellos años. Lo ocurrido después del 1959 no tiene nombre y es imposible describirlo sin aparentar ser exagerado. Solamente exponer un ejemplo: una llamada de larga distancia nacional podía demorar hasta ocho horas para lograrla, después de solicitarla a la operadora, las internacionales presentaban peor situación. Los teléfonos, para quienes los teníamos antes del 1959, fueron los mismos artefactos durante más de treinta años. Podían integrarse a un museo de las comunicaciones. Luego de la dolarización de la economía el estado ofrecía a los proletarios nuevos equipos a precios inaccesibles para la mayoría. Solamente los que viajaban al extranjero podían adquirir los modernos. Sin un estudio al respecto me atrevo a afirmar que Cuba fue de los últimos países en contar con la telefonía móvil y similar situación ocurrió con el internet.
En la primera mitad de la década de los ochenta del siglo XIX, la iluminación por arco eléctrico llegó en Cuba a unas pocas fábricas de azúcar, en forma de lámparas de arco con reguladores Serrín, alimentadas por generadores eléctricos de poca capacidad. Por la misma época, algún que otro establecimiento u oficina de la capital se iluminó con bombillas incandescentes servidas por una pequeña planta propia. Pero los primeros sistemas eléctricos de servicio público con generación centralizada y redes de distribución extendidas a amplias zonas urbanas, se instalaron en el país en el año 1889. La empresa eléctrica socialista cubana hizo un aporte desconocido para la población: “los apagones” de larga duración. A esta molestia hay que sumar la mala calidad tanto en su generación como en la distribución de la electricidad. No se puede precisar la cantidad de equipos electrodomésticos dañados, por la inestabilidad de los voltajes, así como los apagones y “alumbrones” realizados de forma instantánea. El Estado Socialista nunca ha tenido responsabilidad civil por los perjuicios causados al pueblo cubano. Es curioso que un sistema concebido para satisfacer las necesidades de los proletarios solamente haya logrado su insatisfacción y daño. ¿Será bienintencionado, malintencionado o negligencia?
En los servicios gastronómicos estatales la calidad no existe, pero la situación empeora porque los empleados de estos establecimientos han adoptado un modo para atender a los clientes nacionales y otro para los visitantes extranjeros o a los macetas (los nuevos ricos), favoreciendo a estos últimos. Los cubanos de a pie se han acostumbrado a estas circunstancias, que ha inducido, conjuntamente con otras causas, a un proceso de desprofesionalización de estos trabajadores que parece no haber tocado fondo. A lo anterior se le añade la falta de higiene. Son frecuentes las epidemias de hepatitis y otras enfermedades causadas por la deficiente higiene en los establecimientos que expenden alimentos. Los parásitos forman parte de la anatomía de los cubanos. Solamente se acude al médico cuando hay reacciones perjudiciales al cuerpo pues de lo contrario no vale la pena eliminarlos por el riesgo tan alto de reinfección. Sin ser epidemiólogo puedo decir que más de un setenta por ciento de las enfermedades que padece la población cubana son originadas por la falta de inocuidad en los alimentos que ingieren. Los niveles de salud de la sociedad en general son bajos, causados por la mala higiene y el insuficiente valor nutricional de los alimentos con los que se alimenta. Una frase célebre de nuestro apóstol expresa: “La verdadera medicina no es la que cura, sino la que precave”. Mis difuntos padres siempre se preocuparon por nuestra adecuada alimentación pues decían que así garantizaban nuestra salud, ciertamente, no recuerdo de niño asistir a una consulta médica. Profundizar en el funcionamiento de los establecimientos estatales expendedores de alimentos tales como restaurantes, cafeterías, pizzerías y otros, se hace difícil pues no es posible, ni con las mejores dotes de escritor, presentar fielmente el panorama existente. Los consumidores, siempre que los visitan, tienen las expectativas de la mala calidad de los alimentos, deficientes porciones, incorrecta presentación de los platos, a lo que se pudiera añadir un largo etcétera. La sorpresa es que todo lo anterior no ocurra y entonces constituya una agradable experiencia.
Los talleres para la reparación de los electrodomésticos nunca han podido satisfacer las necesidades de los usuarios, pues a pesar de ser el estado quien de forma monopólica los vende, por lo general no existen las piezas de recambio y al final deben someterse a la especulación de los mecánicos de los talleres estatales que de esta forma compensan sus bajos salarios. La población solamente está “protegida” durante el tiempo de garantía, pero una vez transcurrido éste no hay organización que realice la reparación ya que los equipos ofertados en las “Shopping”, generalmente no son negocios realizados con las empresas productoras sino compras efectuadas en zonas francas a bajos precios. La adquisición de los mismos no es precedida por la instalación de talleres de reparaciones especializados para cada marca comercial, ni la capacitación a los técnicos reparadores por parte de las firmas productoras, de ahí que los servicios de garantía y post venta por lo general dejen insatisfechos a los propietarios. Esta situación ha sido aliviada por las “mulas” pero los precios, como siempre, no están a disposición de los proletarios.
Hay que decir que no fueron reemplazadas todas las actividades eliminadas por la ofensiva revolucionaria y algunos servicios se realizaban por personas sin autorización, encubiertas en sus casas como pequeñas carpinterías, tintorerías, guarderías, etcétera. A pesar de las “buenas intenciones” de los castro-comunistas por eliminar el sector privado, fue tal el desastre que tuvieron que autorizarlo con el nuevo nombre de “trabajo por cuenta propia” y a los que trabajaban de esta forma los denominó “cuentapropistas”, para evadir la palabra privados. Aunque significó una mejora en la oferta de servicios también indujo un nuevo problema y es que en la mayoría de los casos los precios no están al alcance de los proletarios.
Además, se autorizaron cooperativas no estatales y al igual que el resto de los cuentapropistas tienen que comprar en el mercado negro la mayoría de las materias primas (generalmente robadas al estado). La economía socialista no hubiera funcionado sin los subsidios recibidos, las remesas de la diáspora, la explotación de los profesionales enviados a misiones (que también tenían objetivos políticos), el mercado negro y otras actividades ilícitas permitidas por la inteligencia de Fidel Castro, consciente de que las necesitaba. El nuevo designado presidente, equívocamente, se propuso eliminar todas las “ilegalidades”, causando un desastre no previsto por su incompetencia y añadiéndole el fracaso del “ordenamiento” para la actualización del modelo socialista cubano, que ha descontrolado los precios y provocado una inflación que parece que ya no tienen medios para controlarla. Desgraciadamente los sustitutos de la cúpula castro-comunista son más ineptos e ignorantes que sus predecesores en cuanto a política y economía.
Un servicio que debo mencionar antes de concluir es el de acueducto y alcantarillados. Sus malas prácticas es también lo habitual pero lo peor es que por falta de mantenimiento, reparaciones y sustitución de los equipos obsoletos han provocado que haya desaparecido para la mayoría de la población el servicio de agua las 24 horas. La red de acueducto y alcantarillado ha llegado a tal deterioro que los salideros provocan que se mezclen las tuberías de agua potable con las aguas negras induciendo la proliferación de diversas enfermedades.
En esta serie de artículos sobre “Las malas prácticas en las empresas socialistas cubanas”, no he tratado de demostrar que el sistema económico socialista es un fracaso, pues era conocido aún por sus predecesores. Lenin quien, reformó a su conveniencia, las teorías marxistas, que en su mayoría eran utópicas, tuvo la imperiosa necesidad, para salvaguardar el comunismo en la URSS, de implementar la nueva política económica (NEP) en la que se aceptó en parte la economía de mercado. La llegada al poder de Iósif Stalin impuso sus disparatadas ideas de la industrialización acelerada de la URSS eliminando todo lo privado y provocando récords de muerte y miseria en el país. La confiscación de los negocios existentes antes de la Revolución en Cuba y la propiedad estatal sobre los medios de producción solamente generó insatisfacciones, pobreza y miseria a los proletarios cubanos, así como ineficacia e ineficiencia en las empresas estatales.
Adam Smith en su estudio: “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” (1776), alertaba sobre el peligro de la intromisión del Estado en la economía y a continuación expongo algunas de sus conclusiones:
“No hay dos caracteres más opuestos en apariencia, que los comerciantes y gobiernos. Los gobiernos son siempre, y sin excepciones, los mayores pródigos de la sociedad. Las razones son numerosas.
En primer lugar, utilizan el dinero que otros han ganado, y siempre se es más pródigo del dinero ajeno que del propio.
En segundo lugar, el gobierno está alejado en demasía de las empresas particulares para poderles prestar la minuciosa atención que exigen para poder prosperar.
…Finalmente, el Estado es mal administrador, porque sus agentes son desidiosos, negligentes y dilapidadores, ya que no están directamente interesados en la administración, sino pagados con los fondos públicos” ….
Ante la idea de colocar la tierra bajo la total administración del Estado, Adam Smith afirmó: “no produciría ni la cuarta parte de lo que produce actualmente”.
En Cuba se validaron los vaticinios del viejo escocés. Recientemente leí que en una reunión de la cúpula castro-comunista informaron que alrededor de 500 empresas estatales tienen pérdidas en su quehacer, después de aplicar las tareas de ordenamiento para actualizar el modelo económico cubano, creo que este número esta sesgado. No comprenden que mientras más rechacen la economía de mercado más miseria tendrán los proletarios en su “paraíso terrenal”.
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capotecastillo@yahoo.es
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