Nadie está interesado en reivindicar la vida y obra de uno de los grandes criminales de la historia contemporánea, cuyo nombre, disparatados textos y cualquier vestigio simbólico de su paso por la tierra debe prohibirse.
Dr. Alberto Roteta Dorado.- Santa Cruz de Tenerife. España.- Néstor Kohan es un intelectual argentino que ha publicado varios libros dedicados, fundamentalmente, a la teoría social; pero además de esto, por desgracia –porque lo cierto es que tiene el don de la escritura y sabe trabajar el ensayo como género–, es un ferviente marxista y coordinador de la Cátedra Che Guevara en la Universidad de Buenos Aires, UBA. Con estas cartas de presentación ya podéis imaginar el derroche de veneno marxista presente en sus estudios, así como la premeditada fuerte dosis de adoctrinamiento, algo que, como es de suponer hará en las aulas de la UBA, de donde saldrán los futuros defensores de la izquierda latinoamericana.
El castrismo intenta revivir al criminal bolchevique para legitimar, teóricamente, sus desatinados postulados comunistas.
Por estos días el periódico cubano Granma, medio oficialista de extrema izquierda y órgano oficial del régimen castrista, publicó un extenso escrito de este autor, titulado: “Sobre la teoría leninista del imperialismo”, en el que no faltan las alabanzas al bolchevique que el régimen comunista presenta como el gran pensador, el líder inmenso del proletariado y hasta como filósofo; a pesar de que este “filósofo” jamás aparece en ningún tratado enciclopédico dedicado a esta disciplina, toda vez que el político marxista ruso de filósofo no tiene nada.
Jamás pensé que en pleno siglo XXI, y luego de la demostración de la ineficacia del sistema socioeconómico y político que los marxistas llaman socialismo, amén de las pruebas que demuestran la responsabilidad de los comunistas respecto a la muerte de millones de hombres en todas partes del mundo, alguien pudiera hacer una defensa de las extravagantes ideas del generador de la primera gran hambruna del siglo XX, esa a la que apenas se hace referencia a pesar de los millones de muertos que originó en Ucrania; sin olvidar los centenares de firmas de sentencia de muerte o los que perecieron por extenuación en trabajos forzados; aspectos que, como era de esperar, jamás abordó en su escrito el socialista argentino Néstor Kohan, quien, llevado por una enfermiza pasión, se limitó a sobredimensionar lo que consideró “el espíritu de su pensamiento en permanente ebullición”.
Este acólito del marxismo-leninismo propone el estudio – a estas alturas, en pleno siglo XXI y en medio de la ya eterna crisis del marxismo– de las ideas de Lenin, lo que presupone, según sus propias palabras “la reivindicación de su escandalosa vigencia”; y lo peor, propone que se haga a través de las valoraciones que sobre él hicieran una serie de autores, entre los que aparecen encabezando la lista Che Guevara: Apuntes críticos a la economía política y Roque Dalton: Un libro rojo para Lenin.
Para no hacer perder el tiempo a mis lectores no haré mención al resto de los “estudiosos” que cita Kohan. Al fin de cuentas, se con toda seguridad que nadie está interesado en reivindicar la vida y obra de uno de los grandes criminales de la historia contemporánea, cuyo nombre, disparatados textos y cualquier vestigio simbólico de su paso por la tierra debe prohibirse, y que Kohan intenta exponer como “la figura que logra solucionar, al menos para el Tercer Mundo, una parte significativa de los enigmas irresueltos que dejó abiertos Engels en su Testamento Político”.
No obstante, Kohan comete un error – sin ser consciente de esto–, toda vez que sus palabras de exaltación al antiguo líder de los soviets son susceptibles de ser interpretadas en un sentido completamente diferente a la intención del autor. Néstor Kohan es capaz de afirmar, con orgullo, que Lenin es indomesticable e indigerible, y lo llama hueso duro de roer. “La sola mención de su nombre hace temblar a empresarios, banqueros, policías, militares, agentes de inteligencia (…) a diferencia de otros integrantes de la familia marxista (…) Lenin constituye el elemento de la discordia”.
Kohan tergiversa el porqué Lenin “hace temblar” a tantos, amén de ser “el elemento de la discordia”, toda vez que se limita a enfocar su visión en relación con los postulados leninistas acerca de la teoría del capitalismo “entendido no como sumatoria mecánica de formaciones sociales nacionales, inconexas y yuxtapuestas, sino como un sistema mundial, polarizante y jerárquico de la dominación entre sociedades y naciones”, entre otras incoherentes y desatinadas interpretaciones.
Entre las verdaderas razones acerca del porqué hacía temblar a tantos hay que hacer mención a su responsabilidad absoluta en la primera gran hambruna de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y de manera particular de Ucrania. Recordemos que la implementación de la colectivización socialista entre la segunda y tercera décadas del pasado siglo XX trajo consigo la expropiación masiva de muchos “empresarios” y “banqueros” – haciendo alusión a Kohan en su escrito–; aunque, lejos de pronunciarse en defensa de los usurpados por Lenin y los comunistas de la antigua Unión Soviética, lo hace exaltando la malvada imagen del autor de “Imperialismo, fase superior del capitalismo”, quien, según Kohan se propuso “cambiar el mundo, demoler las instituciones capitalistas y emancipar, mediante la revolución y el socialismo, a todos los oprimidos y explotadas de la historia”, con lo que tenemos respondida la posible interrogante acerca del porqué de hacer “temblar a empresarios, banqueros…”
Esta expropiación de los bienes individuales bajo el ropaje de nacionalizaciones para “beneficiar” al pueblo, es el denominador común de todos los regímenes que asumieron el comunismo como paradigma político y social, lo que, sin duda, constituye el elemento desencadenante de las crisis económicas ulteriores que enfrentaron – y siguen enfrentando el grupúsculo de naciones que aún están sometidas a las inescrupulosas fuerzas dominadoras del comunismo– todos los países de la Europa del Este, en las que se impuso el socialismo marxista, sin olvidar los países latinoamericanos y de Asia a donde, por desgracia, se ha extendido.
Lenin, el líder que con su colectivización socialista provocó la muerte de millones de ucranianos por una hambruna forzada.
No solo me ha llegado el disparatado escrito del comunista argentino; también por estos convulsos días, en que varias naciones de Europa del Este se ven amenazadas por el conflicto entre Rusia y Ucrania, recibo – y no creo que sea por obra del azar– escritos dedicados al temerario comunista ruso, o al menos, en los que se hace mención a sus fechorías contra los ucranianos. “La URSS y las hambrunas de Ucrania: El castigo de Lenin y la ayuda de Estados Unidos” es el título de un interesante estudio de Grego Casanova, publicado el 5 de febrero, en el sitio VozPopuli, escrito, por suerte, diametralmente opuesto al del argentino rojo, al narrar con exactitud las implicaciones de Lenín en la primera gran hambruna sufrida en varias de las repúblicas de la disuelta URSS.
Recordemos que entre 1921 y 1923 varias de las Repúblicas Soviéticas pasaron una enorme hambruna, hecho que fue aprovechado por el líder soviético Vladimir Lenin para dar una "lección” a sus enemigos políticos. Esta primera hambruna que afectó sobremanera a Ucrania, no fue precisamente la de mayor magnitud, esto es, la de los años treinta (1932-1933) del siglo XX, en la que perdieron sus vidas seis millones de personas por hambre provocada y no auxiliada;* pero no es del Holodomor Ucraniano,** el terrible genocidio organizado, cuyo responsable máximo fue Stalin y no Lenin, quien ya había muerto en 1924, al que se hace referencia en dicho escrito, sino a la primera hambruna forzada provocada por el régimen soviético, en la que se estima que perdieron sus vidas cinco millones de personas, la que quedó eclipsada ante la magnitud de la posterior, la de los años treinta, sin que por esto se subestime su significado y su connotación para la historia contemporánea, y ante todo, para la vida, en toda la gran acepción del sagrado término.
Hacia el final de 1921 los bolcheviques de Ucrania, siempre bajo la terrorífica sombra de sus camaradas rusos, se habían apoderado de todo el país, toda vez que lograron derrotar a los últimos rebeldes. Así las cosas, el gobierno quedó en manos del Partido Comunista Ucraniano, aunque las órdenes las dictaba Moscú. Una vez en el poder comenzó la confiscación obligatoria de los alimentos, mientras que los llamados komnezami, comités de campesinos pobres se enfrentaron a los kulaks, los campesinos más ricos. Además de la sequía y de la postguerra, varios investigadores y sociólogos de hoy sostienen, como principal hipótesis causante de la primera gran hambruna (1921-1923), la confiscación desmedida de los bolcheviques.
Bajo el socialismo, el odio, el terror, la expropiación y la venganza suelen ser elementos constantes, independientemente de la nación donde se impongan las teorías marxistas. Luego la historia se repite, aunque en condiciones contextuales diferentes, en todos los sitios a los que llegó el comunismo.
Las políticas estratégicas de Lenin no hicieron otra cosa que agravar la crisis ucraniana. El criminal comunista priorizó las zonas más urbanizadas como Petrogrado y Moscú, así como la zona del Volga en la distribución del cereal. En el verano de 1921, las zonas de Ucrania que más habían producido seguían alimentando a Rusia, mientras que regiones del sur del país se moría de hambre. Con la muerte de Vladimir I. Lenin, en 1924, el poder de la URSS, entre las que se encontraba Ucrania, pasó a otro de los más temerarios comunistas de la historia del siglo XX, Iósif Stalin, el máximo responsable de la hambruna posterior, considerada en la actualidad como un genocidio y que ha pasado a la historia bajo el nombre de Holodomor.
Esta es la realidad de “la figura que logra solucionar, al menos para el Tercer Mundo, una parte significativa de los enigmas irresueltos que dejó abiertos Engels en su "Testamento Político", según el comunista argentino citado al comienzo de este escrito, y que el medio oficialista cubano Granma ha publicado entre bombos y platillos. Es este el hombre que Kohan pretende relacionar con Nuestra América, región que no necesita para su prosperidad de la reivindicación de las ideas de Lenin, sino de librarse para siempre de las maléficas tendencias izquierdistas del momento – terrible mescolanza del degradado Socialismo del siglo XXI con el más acérrimo populismo, caudillismo, idolatría e ignorancia política– e instaurar verdaderas democracias.
El autor de “Sobre la teoría leninista del imperialismo” insiste, una vez más, en que “en muchas de sus tesis es posible hallar nexos articuladores entre la teoría de la crisis general y estructural del capitalismo, la abultada agenda de la revolución internacional y los problemas específicos de la dependencia latinoamericana y la revolución tercermundista”. No hay tales nexos entre los enfermizos ideales del bolchevique que ya nadie recuerda, excepto por sus crueles acciones –entre los que sobresale la mencionada oleada de hambruna forzada que provocó millones de muertes en Ucrania– que hoy los comunistas que aún sobreviven en el mundo tratan de borrar, y la crítica situación sociopolítica de la extensa región que el antimarxista cubano José Martí definió como Nuestra América.
Pero Néstor Kohan no se conforma y sigue exponiendo concepciones cada vez más absurdas. Luego de hacer un análisis acerca de las teorizaciones de Lenin sobre la teoría del "desarrollo desigual y a saltos" y sus definiciones de "Sistema capitalista mundial" y "guerra mundial", llega a exponer, en un nuevo intento de relacionar la disparatada doctrina leninista con el contexto de América Latina: “Lenin representa, por eso, el nexo indisoluble entre El Capital de Marx (la teoría del poder, la dominación y la explotación en su máximo nivel de abstracción teórica) y la especificidad de las formaciones económico sociales de Nuestra América”.
Basta de inventos, articulaciones, hacer coincidir de manera forzada, o cualquier disparatada concepción que surja de la enfermiza mente de los que, aun conociendo del rechazo generalizado del mundo hacia el comunismo y el marxismo-leninismo, pretenden hacer reivindicaciones absurdas de uno de los más grandes criminales de la historia, quien, como se afirma en el citado escrito “les sigue generando pánico, desesperación y horror”; aunque no en el sentido que lo presenta el autor, sino por sus sanguinarias acciones.
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*Diversas fuentes señalan hasta diez millones de muertos por hambre organizada para lograr un objetivo político criminal – el debilitamiento y exterminio de los campesinos ucranios libres – base social de la nación, de sus tradiciones, su fundamento moral y autenticidad. (El genocidio por hambre contra el pueblo ucraniano en los años 1932-1933 « en: Febrero 06, 2022, 02:16:16 pm »)
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