"He valorado el ideal de una sociedad democrática y libre en la que todas las personas convivan en armonía y con igualdad de oportunidades." Nelson Mandela
Roberto L. Capote Castillo.- Los que han leído mis publicaciones perciben que la mayoría están dedicadas a criticar la gestión empresarial socialista en la que, sin considerarme un experto, he acumulado cierta experiencia por tantos años dedicados a la consultoría en esta temática. Sin embargo, como cubano no puedo ignorar el panorama de la lucha por la democracia en Cuba y me atreveré a expresar mi opinión sobre lo que está ocurriendo, desde mi punto de vista. Al igual que se habla del presidio histórico aludiendo aquellos valientes luchadores que nunca claudicaron y que fueron denominados “plantados”, también deberíamos recordar los primeros opositores cuando la mayoría estábamos satisfechos con la situación en Cuba- principalmente en los años 80- creo que no han recibido el reconocimiento ni la ayuda económica a los que no emigraron y que algunos sobreviven en una situación precaria debido a su edad y a tantos años de hostilidad por el régimen.
En la actual contienda por rescatar la democracia en nuestro país han surgido diversos grupos opositores al régimen castro-comunista, pero considero que esta pluralidad no favorece la causa pues cada uno tiene un programa diferente y algunos siquiera poseen alguno. Creo que no han aprendido del pasado e ignoran las experiencias de aquellos que conocen las artimañas del régimen para debilitar y en algunos casos eliminar a estos “grupúsculos” como los denomina la dictadura. La nefasta G-2 descubrió que algunos opositores mostraban rebeldía para ganarse los méritos necesarios y así emigrar como refugiado político. Por este motivo prohibió por un tiempo la salida definitiva del país de los opositores, procurando de esta manera desmotivar a los que se oponían por esta causa. Tengo un amigo que un día me informa que emigra como refugiado político y al responderle que él no había hecho nada, respondió: “hay que resolver como sea”.
No obstante lo anterior, también observo que en la oposición se han manifestado actitudes que enturbian la causa de la lucha contra la dictadura. Algunos líderes cuando están en la cima de la popularidad de su organización, incluso con reconocimiento internacional- y otros que no han sido opositores- abandonan el país y desde el exilio, utilizando las redes sociales, comienzan a denunciar los atropellos, corrupciones y otras actividades similares de la cúpula dictatorial, pero esta forma de lucha los están enriqueciendo mientras el pueblo cubano se hunde cada vez más en la miseria y los grupos que habían dirigido han perdido el sendero y otros han desaparecido por desavenencias entre sus miembros, casi siempre manipuladas por los infiltrados del G-2. Pero lo peor de estas personas que han emigrado de Cuba es que algunas se han convertido en “cazadores” de excomunistas y de otros que simpatizaron con la revolución en determinado momento.
Deseo, a modo de ejemplo, mencionar algunos que se han enfrentado con más vigor a la dictadura castro-comunista: Oswaldo Payá, Orlando Zapata, Bertha Soler, Coco Fariñas, José Daniel Ferrer, etcétera. Unos ofrendaron su vida por la causa, y otros han resistido todo tipo de presiones y proposiciones para que abandonen su oposición. Por esta razón no comprendo a los que han abandonado el país y al parecer creen que la libertad de Cuba depende del gobierno de los Estados Unidos o que un partido izquierdista asuma la presidencia del susodicho país y se convierta en nuestro nuevo padrino. En una entrevista que le hicieran a Coco Fariñas expresó: “los nuevos opositores no han tenido en cuenta nuestras experiencias y tampoco se acercaron a nosotros para planear sus estrategias”. Grave error.
La ocurrido el 11 de julio del pasado año demostró que, aunque fueron manifestaciones espontáneas, el régimen se asustó e hicieron como algunas razas de perros dóciles que cuando se asustan ladran mucho y muerden. De lograrse la unificación de todos los opositores, con una adecuada organización y un programa único los éxitos serían mayores. La plataforma cubana Archipiélago, aunque desconozco cuál era su visión, tuvo capacidad de convocatoria y hasta reconocimiento internacional, pero la imprevista salida del país de su líder debilitó este movimiento y además varios de sus miembros la abandonaron.
He visitado diversos países, pero he residido en dos políticamente democráticos y mi mayor aprendizaje al respecto es cómo funciona un país en democracia. En estos existen varios partidos y es muy normal que algunos cambien de uno a otro sin recibir ofensas y “persecuciones” de sus excompañeros ni de los opositores, sin embargo, en el caso de los cubanos abandonar las ideas comunistas significa ser traidor, tanto para los opositores internos como para los emigrados, por lo que quedan descalificados para actuar como oponentes. Para ser más preciso, en los susodichos países democráticos se considera normal que un militante del partido comunista, socialista o cualquiera de izquierda pasarse a la derecha, centroderecha, socialdemocracia, etcétera. Estos son bienvenidos en su nueva afiliación política y no ocurre más nada. El adoctrinamiento castro-comunista ha convencido de forma subliminal que comunismo es sinónimo de patria por lo que abandonar esta ideología no es compatible con el patriotismo. La oposición debe tener en cuenta que hay muchos confundidos al respecto.
De la forma en que están actuando los grupos opositores en Cuba solamente consiguen que aquellos desilusionados con el sistema no tengan otra alternativa que permanecer en su posición política y continuar integrados a la dictadura. Desconocen la posibilidad de que, en las fuerzas armadas, la policía y demás órganos represivos existan personas que actúan con doblez y han cambiado su ideología, pero temen manifestarse por la reacción tanto de la dictadura como de los opositores. No se puede desconocer la necesidad de reconciliación con estos ciudadanos.
El caso más destacado es el del General Rafael del Pino- militar de mayor rango que ha desertado de las FAR- que en el año 1987 emigró en una avioneta y el presidente Ronald Reagan lo recibió personalmente en Camp Davis, le reconoció sus grados y le concedió una pensión de acuerdo a su graduación militar, sin embargo, ha sido fuertemente atacado por líderes de la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos y otros opositores. No han sido capaces de reconocer, como lo hizo el propio Reagan, que le había propinado uno de los mayores golpes al sistema comunista en Cuba y a Fidel Castro. También ignoran que la caída del dictador rumano Ceaușescu se inició con protestas en las calles por diferentes motivos a los que se unieron los miembros disidentes de las Fuerzas Armadas. Seguro que en esas manifestaciones había personas de todas las ideologías y se unieron para derrocar al asesino-dictador que era el principal objetivo, luego se enfocaron en la democracia, los derechos humanos, etcétera.
En mis observaciones sobre la oposición incluyo periodistas independientes y los periódicos digitales que muestran un pobre enfoque en los temas políticos que ayuden a crear un pensamiento democrático en el pueblo cubano, sometido durante más de sesenta años a una dictadura unipartidista y que han recibido un agresivo adoctrinamiento para que no acepten la diversidad. Leo asiduamente las publicaciones de la oposición y priorizan informar sobre la mala situación de la economía, las condiciones miserables de algunas familias, los derrumbes y mal estado de las viviendas, los apagones, los accidentes del tránsito, etcetera. Cuestiones que los cubanos conocen, como se dice, en carne propia. No priorizan la información sobre lo que está haciendo la oposición, sus proyecciones ni sus acciones cotidianas. Creo que deberían hacer más periodismo investigativo sobre temas políticos, corrupción, operaciones económicas ilícitas del gobierno y necesitan ser más proactivos, así como asumir un rol educativo sobre la reconciliación para atraer a los decepcionados de la ideología comunista como base de la democracia.
Al igual que el presidente designado es noticia permanente en los medios y prensa oficial a pesar de no resolver ningún problema, los actuales medios alternativos deberían mantener noticias de seguimiento y continuidad sobre los líderes opositores y sus partidos o grupos. Se hace mucho hincapié en las huelgas de hambre que soy del criterio que favorecen más a la dictadura que a la lucha por la democracia pues por estas acciones se han perdido valiosos líderes y la dictadura no se ha afectado e internacionalmente solo se han logrado tenues e intermitentes condenas. Hay grupos que personalmente desconozco si desaparecieron o continúan en su lucha pacífica en contra de la dictadura.
Algunos grupos opositores han elegido como líder a cubanos que residen en el extranjero. La historia ha demostrado que se alcanza poco éxito con líderes que dirigen la oposición de esta forma si además son empresarios y tienen otras obligaciones. Las conquistas más importantes se han logrado batallando en Cuba como ha sido el caso de Osvaldo Payá, Coco Fariñas, José Daniel Ferrer y otros, así como la permanente “molestia” que le causan a la dictadura las Damas de Blanco, quienes a tiempo completo están contra el régimen comunista. Sin temor a equivocarme me atrevo a decir que más vale un opositor en Cuba, con una dedicada y fuerte actividad en contra del gobierno, que veinte opositores haciendo entrevistas, declaraciones y denuncias fuera del país pues la mayoría de los cubanos no tienen acceso a las mismas. Los más prestigiosos líderes de la oposición viajan al extranjero como parte de su actividad política, pero regresan y continúan con su labor opositora en el país.
No es paradigmático salir de Cuba comprar casas y autos de lujo mientras se hacen denuncias y “persiguen” a personas que han manifestado su cambio de ideología. Por este camino -en algún momento- asediarán a los que fueron pioneros y que diariamente juraban frente a la bandera cubana: “Seremos como el Che”. Creo que con este proceder solamente están participando, pero no involucrándose en la lucha por la libertad. Cuando me desempeñaba como profesor les aclaraba a mis discípulos la diferencia de estos términos mediante una fábula: “cuentan que se reúnen el cerdo y la gallina para definir el protagonista del plato huevos fritos con bacón. Argumentó la gallina su protagonismo diciendo que ella ponía los huevos, pero el cerdo le respondió no, tu solo participas porque pones los huevos y te vas mientras que yo me involucro porque entrego una parte de mi cuerpo”. La lucha por la libertad de Cuba requiere más involucramiento que participación.
No soy politólogo pero la lucha contra la dictadura requiere una enérgica, consistente e involucrada sociedad civil, pero esto es solo posible si la visión que la sustenta es la reconciliación de toda la sociedad cubana como precedente de la democracia. Deben evitar los comportamientos que eclipsaron los propósitos de la “Guerra de los diez años” que finalizó con el Pacto del Zanjón. Según los estudiosos del tema las causas principales del fracaso fueron: “la apatía, la flaqueza ciudadana, las divisiones, las rencillas, los intereses personales o de grupo, el caudillismo, el regionalismo, el protagonismo, etcétera”. Todas las diferencias entre los grupos opositores actuales deben ponerse en un segundo plano pues se resolverán mediante los medios y procedimientos de la democracia, pero ésta debe tener la prioridad número uno. Tiene mayor importancia un buen funcionamiento de la democracia que las ideologías que la constituyen.
Uno de los líderes que más he admirado en su lucha por la libertad y la democracia es el sudafricano Nelson Mandela. Considero oportuno recordar su forma de lograrlo. A pesar de que tuvo que apelar a la lucha armada -después de sus fallidos intentos pacifistas para derrocar al apartheid- fue procesado y encarcelado en varias ocasiones, además sufrió 27 años sometido a un severo régimen de encarcelamiento. No obstante, Mandela expresó: “que cuando en prisión tomó conciencia de la enorme fuerza que podría alcanzar su liderazgo decidió optar por lo más difícil: romper los recelos mutuos entre negros y blancos para evitar la fractura definitiva de su nación o, peor, un choque sangriento. Lo otro -decía Mandela- era fácil: salir de prisión, convocar a la revancha, estimular el odio, descalificar a sus críticos, no aceptar divergencias, movilizar las herramientas de la ira, tomar el poder de forma violenta y excluir a los blancos de todo futuro”.
Mandela estaba convencido de la fuerza del perdón y que era el mejor procedimiento para reconciliar a un país plenamente dividido entre negros y blancos- con un odio a muerte por ambas partes- después de tantos años de apartheid. El paso por la cárcel de Mandela, en palabras del obispo Desmond Tutu, fue: “por una parte, el crisol en el que se forjó su autoridad moral y, por otra, la escuela donde aprendió el oficio de reconciliador del África del Sur. Allí aprendió que la justicia y el perdón caminan siempre juntos y siempre en la búsqueda franca de la magnanimidad y la reconciliación”.
Cuando me desempeñaba como consultor e impartía cursos a los directivos, en el tema sobre el trabajo en equipo les presentaba el siguiente ejemplo: “cojan varias sogas y únanlas mediante un fuerte nudo, entonces cada uno tome el otro extremo y comiencen a halar con todas sus fuerzas, ¿Qué pasará? Que el nudo no se mueve de lugar, sin embargo, si todos tiran hacia la misma dirección alcanzarán el objetivo fijado”. Así puede estar ocurriendo con los grupos opositores si suponemos que la dictadura es el nudo.
capotecastillo@yahoo.es
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