“Establecer objetivos es el primer paso para convertir lo invisible en visible”. Tony Robbins.
Roberto L. Capote Castillo.- Todas las empresas formulan objetivos, pero lo importante es determinar cuáles deciden la realización económica de su organización. Pocos dirigentes de las empresas socialistas cubanas comprenden la “Dirección por Objetivos”, además, carecen de habilidades para establecerlos y fijarlos adecuadamente. En esto influye -entre otras causas- las constantes amenazas provenientes del entorno que los obliga a enfocarse en tareas ajenas a sus resultados económicos pero que deciden su permanencia en el cargo.
Fue Peter Drucker el que popularizó la Dirección por Objetivos (DPO), expresando:
El primer requisito para dirigir es la gerencia mediante objetivos y autocontrol”. …. “Hay ocho aspectos respecto a los cuales hay que fijar objetivos de desempeño y resultados: Situación del mercado, innovación, productividad, recursos físicos y financieros, lucro, desempeño y desarrollo gerencial, desempeño y actitud obrera y responsabilidad pública. La verdadera dificultad no radica en determinar qué objetivos necesitamos, sino en decidir cómo fijarlos…Existe solamente una forma fructífera de tomar esta decisión: determinar qué habrá de medirse en cada aspecto y cuál será la unidad de medida. Porque la medida que se utilice determinará lo que habrá de concentrar nuestra atención. Hace que las cosas sean visibles y tangibles. Las cosas que se incluyen en la medición se hacen significativas; las omitidas quedan fuera de la vista y del pensamiento”.
Anualmente los directores y directivos definen los objetivos a cumplir por la empresa, pero generalmente son exhortaciones, al carecer de criterios para medir su eficacia, además, contemplan uno o dos relacionados con la realización económica de la empresa y el resto se refieren a cuestiones de la defensa, la política, los sindicatos y otras actividades. Los directores le confieren poca importancia al uso de los objetivos para dirigir y mucho menos a la planeación estratégica, en esto también influye la falta de conocimientos pues pocas veces han recibido formación al respecto. Además, las capacitaciones que reciben son más teóricas que prácticas.
En una ocasión el director de una empresa, al que había asesorado en la formulación de la planeación estratégica me comentó que había asistido a una reunión en la Unión de Empresas (radicada en la capital) y que el director general, su máximo jefe, le dijo que tomaría su estrategia como modelo pues por primera vez había entendido el beneficio de la misma. Me causó satisfacción, pero me ratificó el criterio de que la mayoría la desconoce y otros suponen que solamente son aplicables en el sistema capitalista. Ignoran que las técnicas son neutras.
A continuación, examinaré brevemente el comportamiento en las empresas de los ocho aspectos- expresados por Drucker- en los cuales se deben fijar objetivos de desempeño y resultados:
Situación del mercado: La economía socialista no tiene en cuenta las leyes del mercado y en su lugar utiliza la fracasada planificación centralizada cuyos resultados todos conocemos. No me imagino a un burócrata planificando la cantidad, forma y otras cualidades de los cepillos de dientes que se requieren para “satisfacer las necesidades” de los proletarios.
Innovación: El concepto de innovación existente no tiene relación alguna con su verdadero significado. Estos objetivos- si existen- tratan de promover la “creatividad” de los trabajadores para mantener funcionando los obsoletos equipos existentes en las empresas ante la falta de piezas de repuesto. En la mayoría de los casos las soluciones aplicadas significan una regresión desde el punto vista de la innovación.
Productividad: La medición de este indicador sigue siendo un problema por resolver y a pesar de las diversas formas adoptadas por algunas empresas, la mayoría acude a su expresión en dinero que a mi entender es la peor. Desde hace años el Estado permitió que las empresas fijaran los precios basados en los costos reales lo que les permite ocultar sus ineficiencias y aparentar alta productividad. Los altos costos influenciados por el exceso de personal, el atraso tecnológico, precio de los insumos y otras causales son trasladados a los precios de los productos o servicios que se ofrecen a las empresas o consumidores. Debido al monopolio de las empresas socialistas en la economía les permite que el alza de los precios sea consentida por los consumidores sin más remedio. No hay alternativa: “lo tomas o lo dejas”.
Recursos físicos, financieros: no se pueden trazar objetivos específicos sobre el eficiente manejo de estos recursos porque los directores de las empresas tienen pocas facultades para su utilización, para lo anterior deben sortear numerosas leyes, regulaciones, medidas, etcétera. Además, las inversiones se aprueban centralizadamente por los ministerios.
Lucro: Es difícil hablar de lucro en las empresas si, por ejemplo, actualmente 457 empresas-de 1.689 (el 27%)-cerraron con pérdidas en enero de 2022, de las cuales 446 son estatales. Asimismo, las clasificadas como rentables, según mi criterio, son poco confiables porque en sus activos contabilizan las cuentas por cobrar a los clientes por las ventas efectuadas. Es conocido que las cuentas por cobrar es una importante causa de la poca liquidez de las empresas y un pernicioso mal que aún persiste. En escenarios a corto plazo siempre es mejor la liquidez pues permite que la empresa continúe funcionando mientras se encuentra otra solución.
Desempeño y desarrollo gerencial: Este no puede ser un objetivo que se proponga un director y su colectivo porque está definido por los organismos superiores del PCC y el Estado mediante un brutal cúmulo de leyes, decretos, regulaciones, ordenanzas verbales, instituciones de control, etcétera. En la denominada “política de cuadros” la principal valoración de un dirigente se basa en su capacidad para resolver problemas, desconocen que en los tiempos de crisis lo más importante no son los problemas, sino detectar y aprovechar oportunidades.
Desempeño y actitud obrera: En las empresas no planifican objetivos para favorecer el desempeño de los obreros y los sindicatos apoyan todas las medidas gubernamentales sean beneficiosas o perjudiciales. Recientemente se facultaron a las empresas para aumentar salarios en base a las utilidades, pero no creo que funcione pues la mayoría solo existe en los registros contables y serán beneficiados los “revolucionarios” y obsecuentes. Lo habitual son consignas y convocatorias para mejorar la actitud revolucionaria y defender la Revolución. Las odiadas “brigadas de respuesta rápida” para reprimir a los opositores surgieron y permanecen en las empresas.
Responsabilidad pública:
En las empresas recaen múltiples tareas asignadas por el Partido y el Gobierno- según su ubicación geográfica- dirigidas a la solución de los problemas inducidos por la incompetencia de los organismos responsabilizados de realizarlas. Casi siempre estas actividades son improvisadas y tienen mayor prioridad que las relacionadas con la realización económica de las entidades. Por ejemplo: arreglos de escuelas, policlínicas, etcétera.
De los análisis anteriores se puede concluir que el sistema empresarial no ha logrado definir los objetivos apropiados de desempeño para su realización económica, continúa siendo peliagudo determinar qué habrá de medirse en cada aspecto y cuál será la unidad de medida, originando que la atención de los directores se concentre en cuestiones poco relevantes para la realización económica de sus negocios. Puedo afirmar que la dirección de las empresas socialistas cubanas- en la práctica- no se realiza mediante la DPO y el autocontrol, a pesar de que todos los modelos de dirección de la economía aplicados contemplan la utilización de estas técnicas, pero el Partido y Estado por la forma de controlar la economía lo dificultan.
La dirección mediante “crisis y campañas".
Lo más común en las empresas socialistas cubanas es la dirección mediante "crisis" y "campañas". Hay empresas en las que los directores me han comentado: “La única forma de conseguir que se logre algo- aunque sea parcialmente- es dedicarle una campaña.” Que las cosas sufren un colapso y se detienen poco tiempo después de finalizada la campaña, es cosa que todos saben y esperan. En Cuba todas las actividades o tareas se impulsan mediante campañas. El caso más connotado, según mi criterio, fue lo ocurrido en el 1969 denominado “Año del esfuerzo decisivo”, a partir del cual se desplegaron innumerables campañas con vistas a la zafra del 1970. La historia demostró que las campañas y el supremo objetivo de los diez millones de toneladas de azúcar fueron un rotundo fracaso desde todos los puntos de vistas que puedan ser analizados y que asestaron un golpe mortal a la economía.
Careciendo de equilibrados objetivos en el sistema empresarial es entonces necesario recurrir a las campañas. Relacionarlas todas, sus fracasos y su inutilidad es una historia que está por escribirse. Actualmente las tareas importantes se desarrollan utilizando esta vía porque muchas veces se derivan de improvisaciones de las máximas instancias del poder y no de una estrategia de desarrollo. Un amigo me dijo: “Si el PCC y el Estado quisieran eliminar el marabú-que ha infestado la mayoría de las tierras cultivables- lo puede hacer fácilmente, solamente tienen que incluirlo en el plan de siembra y valerse de una campaña”.
Para resumir la situación del sistema empresarial socialista en Cuba, diría: “La economía y el desempeño empresarial se dirigen- por lo general- mediante campañas originando que la gente o bien descuida su importante quehacer para ocuparse de las campañas o bien organiza silenciosamente el sabotaje colectivo de la campaña a fin de ocuparse de hacer lo que realmente le beneficia. En cualquiera de los casos se han vuelto sordos al grito de "lobo". En los momentos de verdadera crisis, cuando todas las manos deberían dejar caer todo y esforzarse, la tratan como otro caso de histeria creada por los órganos de dirección del país”.
A consecuencia de lo anterior casi siempre están entretenidos en la tarea equivocada ocasionando la falta de eficacia y eficiencia en la economía y provocando que cada vez sea más precaria la situación de los ciudadanos. La dirección mediante campañas o crisis, como la dirección de ampliaciones y reducciones, según los tiempos parezcan buenos o malos, es una señal segura de confusión. Es una admisión de incompetencia. Es una señal de que la cúpula castro-comunista no sabe planear. Pero, sobre todo, es una señal de que la empresa no sabe qué puede esperar de sus dirigentes; que no sabiendo como dirigirlos, los desorienta. Al no existir en las empresas estrategias que contengan la dirección por objetivos no les ha quedado más remedio, al gobierno, que utilizar el “control” en el sentido de la dominación, en algunos casos de una persona por otra, en otros de un nivel de dirección por otro o de un organismo por una institución estatal. En la sociedad cubana nada ni nadie puede trabajar en autocontrol pues no está diseñada para ello.
Otro aspecto que es importante señalar es el de los informes pues- aunque es una herramienta necesaria- fácilmente puede ser utilizada en forma equivocada y hacer mucho daño. Porque los informes, cuando se los utiliza erróneamente, cesan de ser herramientas y se convierten en “amos malignos”. Todos los directores que me contrataron como consultor coincidían con este planteamiento y además me expresaban: “tantos informes y en definitiva no resuelven los problemas”.
La proliferación de los informes en las empresas socialistas y en las diferentes entidades que forman parte de la economía o gobierno ha alcanzado categoría de epidemia, todos los niveles superiores de dirección quieren controlarlo todo por la vía de los informes, al extremo de inducir la creación de puestos de trabajos cuya tarea fundamental es garantizar la elaboración o recepción de las informaciones establecidas. Los informes y los procedimientos de rutina deben enfocar solamente las realizaciones necesarias para lograr resultados en los objetivos clave. "Controlar" todo es no controlar nada e intentar controlar lo innecesario siempre desorienta.
Los informes se han convertido en “amos”, generando el peor de los males que se pueda tener en una economía y sociedad: la burocracia. Ésta se ha apoderado de tal forma de los empresarios y la población que no existe gestión donde no aparezca de forma brutal. Los directores y directivos de las empresas no han escapado a esta virulenta enfermedad ni a sus graves consecuencias, pero para empeorar los males añadiría la aparición de una grave mutación que calificaría como “mediocracia” y otra que está tomando fuerza que he denominado “burrocracia”. A continuación, me referiré a las manifestaciones de cada una según mi interpretación.
El novelista Francés Honoré de Balzac definió la burocracia como “un poder gigantesco puesto en movimiento por enanos”. Es una forma genial de definir este epidémico mal omnipresente en el sistema empresarial cubano. A mi entender es una de las principales causas de la “cultura de la espera, la reactividad y de la excusa”, que se ha diseminado en la esfera social, económica y política induciendo- entre otros males- la ineficacia e ineficiencia que caracterizan a la sociedad cubana en general y a la economía en particular.
Pero lo peor es el grado de confusión existente entre los directores y directivos de lo que es realmente burocracia. Cualquier control que sea necesario establecer en una empresa, aún con la intención de la medición para la mejora o para el seguimiento de resultados clave, es acusado de burocrático. La implantación de sistemas de gestión de la calidad, sistemas de marketing, sistemas informativos para la dirección en las que he sido asesor, ha tenido que enfrentar esta confusión para evitar que sea una barrera.
Generalmente los directivos acuden al término burocracia para sabotear los cambios para la mejora, están acostumbrados a trabajar sin controles que valoraren su desempeño como dirigente pues el principal requisito para su buena gestión es la entrega revolucionaria y la sumisión. Es dañina la falta de datos en la mayoría de las áreas clave en las empresas, imposibilitando cualquier análisis o la aplicación de alguna técnica ya sea para estudios estadísticos, correlación estadística, estratificación u otro. Esto último provoca que en ocasiones cuando los niveles superiores de dirección solicitan datos los mismos se confeccionen “in situ”, falseando la realidad.
La “mediocracia”, parafraseando al gran novelista francés, la definiría de la siguiente forma: “un poder gigantesco puesto en movimiento por obsecuentes e incompetentes”. La designación de un director de empresa sin la competencia necesaria para desempeñar el puesto induce que se rodee de un equipo de “compinches”, quienes generalmente lo superan en incompetencia, pero sobresalen por su lealtad e incondicionalidad. En cuanto a la “burrocracia” la defino como una degeneración de la “mediocracia” donde a la incompetencia se añade la irracionalidad y la sandez, se incurre en ella por vocación personal o por la ciega obediencia de órdenes disparatadas e insensatas recibidas de niveles superiores.
Para concluir quiero significar- de acuerdo a mis experiencias- que en el sistema empresarial y en el resto de los escenarios donde se desempeñan las autoridades políticas y de gobierno seguirán proliferando la burocracia, la “mediocracia” y la “burrocracia” como consecuencia de la utilización del control con fines opresivos ante la falta de una adecuada planeación que sirva de base a la medición. Esta situación lejos de mejorar irá empeorando debido a las frecuentes crisis económicas que cada día acentúan más la escasez de recursos financieros y materiales en las empresas. La “célula básica” de la economía socialista está en situación muy grave y no creo que exista remedio para su cura pues las medidas del gobierno son cada día más absurdas e ilusorias. El nuevo presidente designado creo que establecerá récord de incompetencia en el poco tiempo de vida que le pronostico.
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