Licenciado Frank Braña Fernández.- Cuando a solo unas horas del 20 de mayo, fecha polémica que marca el inicio de la era republicana de Cuba, el presidente estadounidense Joe Biden anuncio las nuevas medidas económicas hacia la isla, se dio otro episodio del tiki-taka (estilo de juego en fútbol que se caracteriza por el uso de pases cortos y precisos en las transiciones, búsqueda constante del espacio y movimiento de balón, y mantenimiento de la posesión) de la política Estados Unidos – Cuba, juego que comenzó en el año 1959.
Las cinco medidas; restablecer el programa de reunificación familiar, restablecer los viajes de intercambio educativos y profesionales, fomentar reuniones sobre el acceso a internet, ampliar las categorías y límites de remesas; y fomentar las actividades fuera del sector estatal, tienen un trasfondo que apunta más a mantener el statu quo y darle legitimidad al régimen de la isla, que a impulsar una solución para los cubanos de a pie.
La situación actual económica – social de Cuba no da margen a discusión o alternativa de ninguna índole que no sea un cambio total y refundación de la nación cubana bajo la premisa martiana “Con todos y para el bien de todos”; la migración en aumento que lacera a las familias cubanas y sirve como válvula para que el régimen libere presiones; las carencias materiales y espirituales así como la inexistente garantía de pluralismo político han llegado a un punto sin igual en el mal llamado proceso revolucionario.
Algo muy claro es que ningún cambio que venga desde afuera será positivo; el pueblo cubano debe erguirse sobre sí mismo como demostró en el 68, en el 95, en el 33 y por qué no, en el 59 impulsando revoluciones luego traicionadas.
Es lógico que para el cubano con familiares en Estados Unidos, las medidas son aparentemente beneficiosas, como sucedió en su momento con los acercamientos y la distensión de algunas administraciones norteamericanas o de congresistas y el resultado es hoy palpable al cada 26 de julio vanagloriarse el gobierno cubano de ser indestructible; que nadie sueñe que en la isla cárcel se moverá algo sin la venia de los que tienen el poder; pero es una realidad que a muchos de los que hoy dicen combatir al régimen de la isla, no les conviene que este cambie pues perderían sus fuentes de ingresos y dejarían de ser mediáticos.
Sería muy interesante conocer que piensa la opinión pública internacional si alejada de la manipulación pudiera ver la realidad de los cubanos del siglo XXI; migración irregular, familias separadas, falta de acceso a servicios elementales para los seres humanos, cero libertades políticas, en fin una sociedad decadente.
Los Estados Unidos nunca serán la solución ni ninguna fuerza externa; la nación cubana refundada sobre una Asamblea Constituyente con el sacrificio de todos, es la única vía y la historia juzgará a los que lucran con el dolor y la impotencia de un pueblo.
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