¡Y LO VUELVEN A HACER! Por Madelyn Sardiñas Padrón La Hora de Cuba 31 de agosto de 2022
Inalkis Rodríguez
Al igual que la constitución del 2019, el Código de las Familias será sometido a referendo popular en medio de una propaganda básicamente por el “SÍ”. Los debates públicos sobre esta ley a través de los medios oficiales de comunicación se centraron en asuntos de interés para grupos específicos de personas, mientras otras cuestiones que afectan a todos quedaron relegadas al espacio de las redes sociales y los medios independientes, a los que no todos los cubanos tienen acceso.
De nuevo, el matrimonio igualitario ha sido centro de atención —tal vez por ser la comunidad LGBTQ+ la más dispuesta a reclamar sus derechos o quizá solamente sea usado esto como una cortina de humo— obviando en este caso otros detalles que, a mi juicio, pueden ser de impacto en prácticamente todos los ciudadanos.
En la nueva norma se extiende el grado de parentesco de las personas con obligación de dar alimento. Ahora se incluye a tíos, primos y sobrinos. Esto implica que el estado se “sacude” para reducir el número de personas vulnerables a las que otorgar asistencia.
Al respecto, un par de preguntas rondan mi cabecita: si los tíos, primos y sobrinos, incluso los hijos e hijastros emigraron , ¿el estado pretende obligarlos a enviar remesas a los que quedaron, como mínimo a través de la negación de esa asistencia? ¿Acaso las políticas de restricción económica internas tienen como finalidad promover esa emigración teniendo este como uno de sus objetivos?
Lo peor de todo es que, en muchos casos, son esas mismas políticas económicas, acompañadas de altas dosis de ideología, las que colocan a las personas en situación de vulnerabilidad. Por un lado, recuérdese la canasta básica, cuyo contenido en cantidades de productos y servicios jamás fue publicado y que, desde el mismo inicio del "ordenamiento", todos sabíamos que sólo alcanzaría para mal comer y mantener un nivel muy básico de higiene y consumo de energía eléctrica.
Por el otro, le hacen la vida imposible a quienes les critican, avanzando en la severidad de la actuación en la medida en que crece su popularidad, negando acceso a empleos acordes a su elección y calificación, persiguiéndoles y restringiendo su movimiento, linchándoles socialmente y sin derecho a réplica a través de los medios de difusión masiva e, incluso, desterrándoles sin que medie decisión judicial alguna. ¿Pensarán exigirles a estas personas que den alimento a sus familiares que quedaron en la isla? Si así fuera, este nuevo código legalizaría una actitud muy descarada, que está muy lejos del carácter socialista del estado que según la constitución vigente es irrevocable.
Hay otro detalle que se mantiene desde el código anterior. La responsabilidad parental, que contiene los elementos de la anteriormente llamada patria potestad, incluye la responsabilidad de los padres de cooperar con las autoridades ante situaciones adversas que puedan afectar al menor. ¿Qué se consideran “situaciones adversas”? ¿Acaso una afiliación política de los padres, o del propio menor, diferente a la ideología del único partido autorizado es una situación adversa? De ser así, ¿dónde quedan el derecho constitucional de todas las personas a pensar por sí mismos y expresarse y la autonomía progresiva de niños y niñas, que se publicita como algo novedoso en el nuevo código de las familias? ¿Podrán los tribunales privar de la responsabilidad parental a los padres que profesen ideas políticas diferentes o se nieguen a cooperar con las autoridades cuando sus hijos las tengan y expresen?
Lo vuelven a hacer y no pasa nada. Una vez más, la mayor parte del pueblo irá a las urnas a votar por una cosa de la que sólo conoce lo que resumidamente le explicaron en la TV o como respuesta a alguna pregunta que formulara alguno de sus vecinos en la reunión del barrio durante la consulta popular, si es que hubo tal reunión en su zona de residencia.
Es preocupante que cada nueva ley aporte un poco más al totalitarismo de esta dictadura y que nosotros, los supuestos dueños del poder, mantengamos la calma al punto de ni siquiera ocuparnos de exigir que se impriman y distribuyan folletos para conocimiento, por todos, de aquello para lo que luego debemos emitir nuestro voto.
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