Turismo cubano: entre el éxodo laboral y malas decisiones Cubanet 21 de octubre de 2022
 Trabajadores de turismo en Cuba (foto Manuel Marrero Cruz/TW)
El retorno de Tania al trabajo después de la pandemia no fue cómo lo imaginó. Ella es una excamarera del Hotel Grand Packard que estuvo entre los pocos trabajadores del turismo que no fueron despedidos a raíz de los cierres por la crisis sanitaria.
Cuenta que, habiendo adaptado su economía personal a los ingresos por concepto de propinas, pasó más de año y medio esperando por que llegara pronto la “normalidad” y así recuperar un nivel de vida que, para cualquier trabajador del turismo antes de 2019, estaba muy por encima de la media en el resto del sector laboral estatal, donde muchas personas dependen exclusivamente de los bajos salarios.
Aunque Tania, aún sin asistir al trabajo, se mantuvo cobrando la mitad de su sueldo de acuerdo con lo establecido en las leyes laborales vigentes, apenas le alcanzaba para dar de comer a sus dos hijos en un país donde la vida se ha vuelto muy difícil para quienes no cuentan con acceso a grandes volúmenes de ingresos extra o a monedas fuertes, necesarias para adquirir alimentos y artículos de primera necesidad en una red de comercio donde no sirve de mucho la moneda nacional.
“Me enviaron para la casa con la mitad del salario (unos 1 500 pesos cubanos al mes) pero todo el mundo sabe que eso no da para nada, que si no tienes verdes (dólares) estás condenado a pasar trabajo”, afirma Tania, que además explica cómo, a pesar de haber podido volver a su plaza en el turismo, tal como deseó, a los pocos meses decidió renunciar a su empleo.
“Volví al trabajo en agosto (de 2021) para hacer labores de mantenimiento y prepararnos para la reapertura en septiembre (…), fueron otros meses viviendo solo del salario. Confiaba en que llegara turismo pero nada, pasó diciembre, esperé unos meses más y en abril pedí la baja. (…) Me consiguieron ir para Varadero pero una amiga que trabaja allá me dijo ‘Oye, ni vengas que esto está malísimo’. No se hace ni un peso con la falta de turismo y los (clientes) cubanos no están dejando nada (…), lo que hago ahora es pintar uñas, comprar en MLC y revender, esas cositas (…). No gano igual que antes pero mientras no haya turismo no regreso, y como yo, casi todo el mundo ha pedido la baja (…). En turismo se trabaja por la propina y lo que se puede pegar por aquí y por allá, el salario es una miseria para como están las cosas”, asegura Tania.
Por su parte, Alberto trabajó como especialista de mercado en Cayo Coco desde 2009 hasta enero de 2022 cuando decidió salir del sector del turismo por las mismas razones que Tania: el descenso de sus niveles de ingresos con respecto a los años anteriores a la pandemia.
Los más de 2 000 dólares que afirma haber recibido regularmente todos los meses, como resultado de regalías por contratos de servicios firmados con los clientes entre los años 2014 y 2018, de pronto se redujeron casi a cero después de la reapertura de la Isla al turismo, pero además como consecuencia de la eliminación total del efectivo como forma de pago en los principales polos turísticos del país.
“Todos los meses me iba con no menos de 2 000 pesos (dólares), hubo meses que trabajé con grupos grandes, hice buenos contratos y me fui hasta con 5 y 6 000 pesos (…). Mi mujer ganaba menos pero igual eran 1 000, 1 000 y pico todos los meses (…). Nosotros vivíamos en Ciego (Ciego de Ávila) y compramos esta casa (en Morón), la pusimos a todo tren para rentarla, aire en todos los cuartos, en la sala, baño en cada habitación, piscina, garaje para tres carros pero no contábamos con este desastre”, nos dice Alberto, que después de renunciar a su empleo, al igual que su esposa, ha decidido vender sus propiedades para emigrar.
“De verdad que nunca pensé en irme. Antes del 2018 tenía mi vida resuelta. No necesitaba ni ir a La Habana. Pero esto se ha puesto muy malo. Aquí en Morón casi todo el que rentaba vendió para irse. (…) El que renta aquí es porque trabajaba en los cayos y con ese dinero fue levantando la casa. Todo el mundo está pidiendo la baja. Mi oficina se ha quedado vacía. Están buscando al primero que aparezca para que cubra las plazas. No importa si es graduado de Turismo o no. Los hoteles están vacíos de turistas y también sin trabajadores”, asegura Alberto.
Ausencia de turistas igual a éxodo de trabajadores
De acuerdo con los datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), entre enero y junio de 2021, Cuba recibió apenas 114 460 turistas internacionales, lo que representó una caída del 88,3 por ciento con respecto a 2020 cuando ya la reducción de arribos fue notable, con solo 985 199 visitantes.
Aunque en principio los resultados tan pobres se atribuyeron a la contracción de las ventas mundiales y se auguraba un notable despegue para el 2022, lo cierto es que Cuba se mantiene rezagada con respecto a otros destinos del Caribe y hoy los datos más actualizados de la ONEI vuelven a indicar la persistencia de una crisis cuando solo poco más de 1 millón de turistas han arribado en lo que va de año, la mayoría —más del 70 por ciento, según fuentes del propio Ministerio de Turismo (MINTUR) cubano— provenientes de mercados como el ruso y el canadiense que, de acuerdo con el criterio de varios funcionarios del MINTUR consultados por CubaNet, no suelen reportar grandes ingresos por el tipo de cliente que emite y las modalidades de los productos, en general con precios de promoción, es decir, demasiado bajos.
“No solo no está llegando la cantidad de turistas que se esperaba sino que el margen de ganancia es muy inferior con respecto a 2018, incluso 2020”, afirma Lionel García, especialista de ventas del grupo hotelero Gran Caribe. “Se está trabajando en recuperar un mercado perdido con la pandemia y eso ha obligado a bajar los precios, incluso en algunos casos con cero ganancias, (como) el turismo ruso donde los costos de transportación ocupan casi el 100 por ciento del valor del paquete (…). Eso es una estrategia a mediano plazo pero que ha tenido consecuencias muy negativas, y una de ellas es el éxodo de trabajadores (…). Un turista que no está dispuesto a gastar un centavo más de lo que cuesta el paquete no deja propinas, mucho menos en un sistema de todo incluido y donde, además, está abolido el efectivo (…). El éxodo también tiene un efecto dominó, en el sentido de que mientras más trabajadores se van, es más la carga de trabajo de los que se quedan, aumenta el agotamiento porque hay que doblar turno hasta que aparezca el sustituto, y la verdad es que nadie quiere el turismo bajo estas condiciones, trabajar exclusivamente por un salario que no es el mejor. Los que se quedan, a los pocos días se van”, dice este trabajador.
 Campaña de Gaviota en redes sociales
Campaña de Gaviota en redes sociales
Si a partir del año 2009, solo la política de despidos masivos del Grupo de Administración Empresarial de las Fuerzas Armadas (GAESA) dejó sin empleo a unos 10 000 trabajadores del turismo, y con eso se aumentó la sobrecarga de contenido laboral en un momento en que aumentaba el número de instalaciones turísticas, actualmente el éxodo de fuerza de trabajo no solo amenaza con la paralización o ralentización de numerosos servicios del turismo sino, además, con el aumento de la mala calidad de estos, ya de por sí notoria desde mucho antes de la pandemia.
Elizabeth Velázquez, que fuera directora comercial de varias instalaciones turísticas del grupo Gaviota S.A., aseguró a CubaNet que al menos en la empresa donde laboró hasta fecha reciente, la falta de mano de obra comienza a ser una pesadilla al rebasar más del 60 por ciento de la plantilla, razón por la cual muchos hoteles han debido cerrar varios bloques habitacionales por completo, así como se acrecientan las quejas de los huéspedes por abandono de las instalaciones y malos servicios.
“Tenemos varios hoteles en Varadero, Cayo Coco e incluso aquí mismo en La Habana que están dando servicio gracias a la rotación de los mismos trabajadores”, afirma Velázquez. “Terminan de limpiar en uno y salen para el otro, algunas veces cobrando el mismo salario (…), a veces se les estimula con jabas de comida y aseo pero aun así terminan pidiendo la baja. Yo misma tuve que decir ‘hasta aquí’ porque mi teléfono no paraba (…). Habitaciones sin hacer durante días, baños sucios, piscinas con el agua verde. Hoteles que amanecen sin agua porque no hay nadie en mantenimiento velando por eso, por las calderas, los equipos de aire”, concluye la exfuncionaria.
Sin propinas, chantajeados y explotados
Según cifras recabadas y contrastadas por CubaNet a partir de la información ofrecida por varias fuentes del propio MINTUR, además de lo que aparece publicado en diversas publicaciones de la institución, de los 86 300 trabajadores que tenía el turismo cubano hasta 2009, en el presente la cifra se ha reducido a menos de 60 000, de los cuales unos 3 000 pertenecen al sector no estatal.
Si entre los años 2009 y 2020, luego de los despidos de GAESA, el número de trabajadores se mantuvo oscilando de manera estable sobre los 70 000 en los últimos nueve meses se advierte una disminución constante que de mantenerse así, dejaría sin fuerza de trabajo al sector turístico para 2023.
Entrevistado por CubaNet bajo la condición de proteger su identidad, un profesor de la Facultad de Turismo de la Universidad de La Habana admitió que esa tendencia al éxodo masivo de mano de obra está preocupando a las autoridades del sector que comienzan a plantearse la opción de no solo aumentar el tiempo de servicio social para los graduados que provienen del sistema de las Fuerzas Armadas (FAR) sino, además, forzarlos a permanecer en el sector un mínimo de cinco años, sin posibilidades de trasladarse laboralmente a otro sector o salir del país.
“Como una especie de juramento militar antes de otorgarles la carrera”, asegura este profesor. “No solo aplicaría a los estudiantes de Turismo que provienen de las FAR sino a las demás carreras, así como a los graduados que ocupen plazas en instalaciones y empresas del turismo dirigidas por el GAE (…). Creo que les va a funcionar porque como quiera que sea es mucho mejor que ir a una unidad militar, el problema está en que nunca van a tener una fuerza de trabajo estable y bien calificada. Cuando ya adquieren la experiencia se van, porque han aguantado muchos años de explotación, y nunca se resuelve el problema de la calidad de los servicios”.
“La propina es un problema, el desabastecimiento y las malas condiciones de trabajo pero el éxodo en turismo también ha coincidido con el otro éxodo que hoy está ocurriendo en Cuba”, sostiene un trabajador del MINTUR que dialogó con CubaNet bajo condición de anonimato. “Una buena parte del éxodo actual lo integran aquellas personas que pueden costearse la travesía hasta la frontera (sur de Estados Unidos), y en turismo, antes de la pandemia, se concentraban los trabajadores con mayores ingresos, los que pudieron comprarse un auto, una buena casa, y ahora que la crisis los ha tocado, deciden vender y emigrar (…). No es para nadie un secreto que la gente trabajaba en turismo no por los salarios sino por los ingresos extras, legales e ilegales”.
Para Odalys Ortiz, exanimadora cultural de un hotel en Varadero, el abuso y los chantajes sufridos durante los tiempos de pandemia la hicieron abandonar el turismo para siempre.
“Si no querías ir para los centros de aislamiento te daban la baja automática”, afirma Ortiz. “No podías regresar al turismo. Yo fui de las que aceptó el chantaje, me quedé porque no tenía otra opción. Pero fueron los meses más horribles de mi vida. Limpiando habitaciones día, noche y madrugada, trabajando en la cocina, llevando las comidas a los enfermos, soportando todo tipo de groserías, porque si te quejabas te decían que no ibas a volver al turismo”.
De acuerdo con declaraciones de las propias autoridades, fueron un total de 8 200 trabajadores del turismo los enviados como personal de servicio a los centros de aislamiento, una “misión” que poco tuvo de voluntaria, en tanto de acatarla dependía la permanencia en el sector.
“Bueno sería preguntarse cuántos de los trabajadores enviados a los centros de aislamiento cuando la COVID-19 han pedido la baja después de pensar que volverían a una normalidad que jamás llegó”, nos dice Fabio, uno de estos “voluntarios”. “Tan solo en Villa Tortuga, en Varadero, hoy todos estamos en la calle. Unos porque pedimos la baja y otros porque se cansaron y ya, los castigaron por abandono de misión. Así es el descaro aquí. Todos los que aceptamos ir (a los centros de aislamiento) es porque pensábamos que valía la pena conservar el trabajo, en realidad se ganaba bastante, pero nunca imaginamos esto. Nos sacrificamos esos meses por gusto. Yo esperé un mes, esperé otro, y agarré y me fui. Porque aunque entre el turismo, todos los que vienen son unos pobretones que no dejan nada”, afirma Fabio.
Las estrategias de atraer fuerza de trabajo no funcionan
Lejos de trazar planes para conservar la fuerza laboral, empresas como Gaviota S.A. y Gran Caribe se concentran en hacer campañas publicitarias para cubrir las plazas vacantes; sin embargo, en opinión de funcionarios y directivos, las estrategias no están funcionando.
“No solo porque se mantiene la intermediación en las contrataciones, un error que seguimos arrastrando, sino porque no hay otro incentivo que el salario”, afirma un trabajador de Gaviota S.A. “Antes existía un sistema de estimulación que no era legal pero nadie decía nada. Ahora eso acabó. Está totalmente prohibido. Ningún directivo cubano o extranjero está autorizado a extraer efectivo, pero tampoco se puede transferir dólares o MLC a ningún trabajador. Las pocas estimulaciones que se mantienen son las que puede hacer el directivo extranjero de su propio bolsillo, y eso solo alcanza a sus empleados cubanos más cercanos”.
Y continúa la misma fuente: “El éxodo es tanto que hemos optado por atraer nueva fuerza de trabajo y no retener la que existe. El que llega nuevo acepta las condiciones de empleo y ya, se mantendrá con nosotros un año o dos, luego se irá, pero no tenemos más opciones. (…) El que trabajó en turismo en los años mejores no quiere estar en esta nueva etapa de crisis. Hay gente que ha tenido suerte y se ha buscado algo similar en Dominicana, en Cancún, porque son muy buenos trabajadores y las compañías extranjeras los quieren allá, pero eso nos está dejando con lo peor, así no vamos a levantar jamás”.
En sus mejores momentos (2010-2017), y poco antes de la llegada de la pandemia, el turismo representó para Cuba entre el 7 y el 10 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), así como acaparó como promedio el 19,1 por ciento de las exportaciones de bienes y servicios.
Con más de 30 000 millones de dólares ingresados en los últimos 20 años, las ganancias del turismo llegaron a cubrir el 46 por ciento del total de las importaciones anuales, además de que el sector daba empleo a más del 6 por ciento de la masa laboral cubana, generando 1,7 empleos indirectos por cada trabajador directo.
Tan solo en 2017, considerado por los expertos como el “año dorado” del sector en la Isla, arribaron al país un total de 4 689 898 visitantes, una cifra que de haberse mantenido o aumentado, habría consolidado a Cuba como el mejor escenario de vacaciones en la región del Caribe.
Hoy la situación es muy diferente pero nada positiva. El paso del huracán Irma a mediados de 2017 y posteriormente la llegada de la crisis sanitaria por la COVID-19, sumaron calamidades a un escenario ya depauperado por el pésimo manejo de las finanzas por el gobierno de Raúl Castro, la bancarrota y las deudas heredadas por Miguel Díaz-Canel, el excesivo control del Partido Comunista sobre las decisiones económicas, las revueltas populares y la ausencia de un plan de recuperación que elimine trabas burocráticas así como el temor a la iniciativa privada como posible vehículo de cambios políticos. Un alud de adversidades y torpezas que han hecho rodar por el piso las expectativas de los grandes turoperadores, alimentadas durante el deshielo de la era Obama.
|