LA BASURA SE BOTA Por Colaboración especial La Hora de Cuba 7 de noviembre de 2022
Foto Colaboración especial
La gente anda diciendo que la basura está ahí, desde siempre, si siempre son sesenta años. Que el barrio se ha ido llenando de basura, paulatinamente, y ya no hay quien soporte esto. De seguro, si ellos pudieran hacer algo, ya la basura no estuviese. Aunque a cada rato protestan, y pasa un camión y recoge algo, nunca es suficiente.
La basura se impone, y desborda sus sitios, mancilla la ciudad, el país, con sus olores fuertes de animal de monte. Antes se podía sentar uno en su portal, a campear la tarde, a engañar al hambre con un poco de agua y dos sorbitos de fresco, pero ya no es posible. La basura regurgita sus malos humores, se expande. Tiene una ubicuidad que ya quisieran los políticos. No sé si me hago entender: la basura está en todos lados, desde hace mucho tiempo.
Y lo peor quizás no es la basura, sino la extensión de su poder, los pleitos que ocasiona la basura. Porque, como siempre sucede, hay personas que están a favor de la basura. Zygmunt Bauman lo dejó claro: "llegará el momento en que el deseo de ser reconocidos socialmente superará el temor a ser rechazados". Por eso existen ellos, para alabar a la basura, para meter las manos en la basura y retirarlas apretando un pequeño premio. Porque la basura de unos es el tesoro de otros.
Ya nadie sabe a donde va a parar tanta basura. Se vive con el temor perenne: a veces se despierta en la noche, con el pecho apretado, sudoroso, y antes de regresar a la realidad y alejar al mal sueño, mal fantasea uno con la posibilidad de que la basura haya desbordado la acera, irrumpiendo en la casa con todo el derecho de su impune fetidez, y decida llevarnos a todos por delante, a los que no comulguemos con la basura. Y es posible eso, dado que acá, donde todo está ceñido con pinzas y en perpetuo derrumbe, solo la basura no ha faltado nunca.
¿Te equivocas, humanamente? Estás hablando basura. ¿No puede uno caminar por la acera sin ensuciarse hasta las rodilleras del pantalón? No hay camiones suficientes para recoger la basura. ¿Haces algo moralmente indebido? Eres una basura.
Parafraseando a Pascal, la basura tiene razones que la razón desconoce. Parece moverse a su propio ritmo, en un movimiento histórico, a veces hasta histérico, que nos toma desprevenidos, a veces. Porque, después de todo, ¿quién entiende a la basura? Y no crean que hablo de la basura como si fuera una persona porque desvarío, o simpatizo con ella. Es que, a fuerza de anécdotas impares, uno termina por darle a la basura un tratamiento humano.
Anselmo y Betty atesoran una foto junto a la basura, ahí se conocieron, puede decirse que la basura los unió; Cachita apaga el televisor echando pestes cada vez que va a comenzar algún programa informativo; Delia Emérita jura y perjura, en un alarde de irrealidad, que un día la basura le guiñó un ojo; Felipe pregona que a la basura hay que darle candela, y dejarse de estarle permitiendo que nos ahogue.
Porque, en fin, eso es lo que ha hecho la basura. Si te detienes algún día, en cualquier sitio de este país que padece de basura, y observas los ojos de los que pasan, verás que allá, detrás del cansancio del día, el transporte, la mala alimentación y otro sinfín de problemas, hay un poquitico de basura, de la basura más cabrona. Esa que te chupa la alegría, las ganas, los sueños. Y esa basura es la basura que se nos ha impuesto.
Por suerte, la gente anda diciendo que la basura no puede estar ahí para siempre, aunque ya ha durado mucho. La gente es sabia.
Saben que la basura es peligrosa, que no hay que acercarse a una basura caliente por el sol, porque puede morderte con un vahído de pudrición, de asco intermitente.
Y también, por suerte, la gente sabe que hay basuras que son más basuras que otras, y que la basura se bota.
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