LA MUJER CUBANA NO NECESITA FLORES Por Elisa Arteaga La Hora de Cuba 8 de marzo de 2023
 Héctor Miranda
 Héctor Miranda
El Día Internacional de la Mujer, una celebración instituida en 1911 que debería propiciar el debate sobre el papel de la mujer en la sociedad, sus derechos, retos y problemas, se ha convertido en una mera celebración formal, donde los hombres nos felicitan, en los centros de trabajo nos regalan alguna flor, postal o diploma y los medios oficiales nos repiten la historia de las “conquistas” que según ellos les debemos enteramente al sistema. Pocas discusiones se llevan a cabo en la esfera pública sobre las verdaderas dificultades que hunden a la mujer cubana, espartana y multifacética, en una rutina agobiante y un calvario interminable.
La mujer cubana de hoy, más que Mariana es una Juana de Arco, que lucha a la par de los hombres por el pan de cada día. Es atleta de velocidad que corre detrás de ómnibus y taxis para llegar temprano al trabajo, atleta de resistencia que persigue la comida, que atraviesa mares, selvas y desiertos en busca de sus seres amados, en busca del progreso para los hijos por venir. La mujer cubana de hoy sabe más hechizos que la amiguita de Harry Potter para multiplicar el salario, los mandados y los víveres que pueden adquirir, hasta es capaz de simultanear varios trabajos y estudio a la vez.
Algunas mujeres cubanas ya comprendieron que van a morir solas y lejos de sus familiares y amigos que han emigrado. Otras viven como rémoras adheridas a un pez más grande, ya por conveniencia, ya por dependencia económica o emocional. Están también aquellas que esperan, contra toda esperanza, un futuro mejor bajo este cielo, y aun le sonríen a la vida. Otras, unas cuantas, sufren condenas injustas en centros de reclusión por la cobardía del gobierno y el silencio cómplice de un pueblo castrado. Otras son hoy pasto de gusanos debido a la violencia de unos hombres y a la inactividad de otros.
La mujer cubana de hoy no quiere felicitaciones, flores ni papelitos. La mujer cubana necesita de un estado que respete los derechos humanos, proteja al más débil y ofrezca seguridades. Requiere de una sociedad donde ella pueda ser independiente económicamente, desarrollar sus talentos y buscar un compañero de camino, no un “patrocinador”. Precisa de una familia donde valoren su esfuerzo y compartan las tareas del hogar. De otro modo seguiremos siendo, en gran medida, las criadas y objetos de placer sexual de siempre, ignoradas y vejadas, pero con un día especial.
 Héctor Miranda
 Héctor Miranda
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