Lcdo. Abogado José Vilasuso Rivero.- Uno de los documentos más razonablemente esperanzadores recién recibidos calza la firma de Carlos Cabrera Pérez y se resume en las discrepancias escenificadas en el seno del gobierno cubano. Entre el rico anecdotario de su contenido, pronto se destaca el tópico revelador para buena parcela de aquellos publicistas y voceros internacionales quienes, hasta la fecha han disfrutado el privilegio de comentar, verse publicitados y hasta pontificar sobre los destinos de nuestra isla caribeña.
Sin reservas considero que para éstos reconocidos dicha información fresca, del momento, no debe resultar satisfactoria. Ya que la dinámica y reveladores resortes al uso por Cabrera Pérez no deja lugar a dudas. Seríamos los cubanos atajo de retrasados mentales si creyéramos que el actual, como todo grupo de poder, grabaron su impronta en la historia sin confrontar discrepancias, brechas, diferencias y ejemplos sobran.
Sin atiborrar con incidentes, personajes o anécdotas, sobresale la actitud del señor Miguel Díaz Canel primer ejecutivo del oficialismo y a quien hemos considerado el hombre más vigilado de Cuba, acorde al calificativo estrenado por Johanny Sánchez. Es precisamente el incoloro e inexpresivo primer mandatario quien, luego de atinadas consultas se encontró con el escollo de los colegas discrepantes. Evidencia que de no haberse comprobado fehacientemente, hubiera puesto en entredicho la veracidad de nuestro basamento informativo. Cabal, alguien en aquel gobierno, (si aquello se le puede calificar de gobierno) desde enero de 1959, carecía del más tenue deseo de vivir en normalidad de relaciones con nuestro pueblo. No es momento para ampliar realidades tales que desviarían los propósitos esclarecedores de estos apuntes. Pese a permitirme traer a colación unas palabras del entonces Comandante Ernesto Che Guevara desde su cargo como presidente de los tribunales revolucionarios en La Cabaña, la Habana, declaró El Che, cito: “la próxima guerra la libraremos contra los marinos americanos,” termino la cita.
El punto álgido de nuestro relato no descansa en la naturaleza e ideología del régimen cubano al cabo de sesenta y tres años de poder, sino en el verdadero control absoluto del mismo hoy reducido a escasísimas figuras listas a ocupar su sepultura previsoramente abierta en la esquina de doce y veintitrés, Vedado, La Habana.
No obstante es por ello exactamente que, el hombre más vigilado de Cuba, viene forzado a proceder con cautela. Cuidado, cualquier paso en falso echaría los platos por la ventana. ¿Tendremos que seguir pues analgados en el banco de la paciencia en espera de que el último nonagenario ocupe su espacio húmedo bajo tierra por los siglos de los siglos y amén? Lo ignoro, no soy ni optimista ni lo contrario, sin respuesta. No obstante, no me cabe la menor duda no sólo de la veracidad y envergadura del antes nombrado informe, sino de su confirmación a partir de aquel primero de enero de 1959. Entonces no se trataba de un triunfo del comunismo internacional, pese a las declaraciones del segundo hombre en el poder Ernesto Guevara. En la marcha por entonces Cuba se libraba de una dictadura ni mejor ni peor que cualquiera de las otrora y ahora frecuentes en la región. El pueblo creíase liberado de otro cuadro vergonzoso para iniciar una era de libertades, justicia social, reconciliación y paz. Pero no ocurrió así dado que la garra del poder unilateralmente había nacido aun antes del desembarco del yate Gramma. Paso a paso, a duras penas, altas y bajas, se nos fueron abrieron los ojos, destupiendo las orejas y fuimos descubriendo la trágica realidad; en pocas palabras salíamos de Guatemala para caer en Guatepeor.
Pasemos la página. No cabe duda que la actual coyuntura internacional reserva un claro espacio a rellenar por quienes creemos y reconocemos la aceptabilidad de la democracia. El lamentable conflicto de Ucrania ha reforzado nuestra posición ideológica sobradamente. El estrepitoso fracaso del marxismo leninismo a todo nivel geográfico, nos acomoda graciosamente en el sitial del momento. Luego entonces sería patrimonio de ciegos pasar por alto la trascendencia de la brecha oficialista que, al instante debe rondar las cancillerías más importantes del planeta. Alguien ha dicho que Cuba ya nada cuenta, error craso. Parece que la crisis de octubre 1962 no caló debidamente en la memoria del anónimo traído a colación por Cabrera Pérez. Todo lo contrario, Cuba conserva un papel a llenar en el momento y no digno de desprecio. Es que Latinoamérica carece del liderato ideológico otrora removedor, progresista, acucioso cuando los Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Víctor Raúl Haya de La Torre, Pepe Figueres, Henrique Cardozo, José Napoleón Duarte, Alberto LLeras Camargo, Luis Muñoz Marín, Ricardo Lagos, y otras figuras de relieve alto, presidieron los escenarios políticos regionales. Los tiempos jamás se cruzan en vano, las figuras fenecen. se las tragan los almanaques y nacen sustitutos o sucesores, a veces de nueva labia o distinta habilidad para regir el poder u orientar a sus pueblos.
Variedad de la vida, rejuego de la historia, pupilas obligadas a enfocar distinto el panorama que nos circunda. Entonces, un vistazo en derredor confirma la actual ausencia de figuras lidereantes capaces de sustituir a quienes no tuvieron sustituto.
Pero nada de lo referido se puede considerar desafortunado, triste o fatal. La historia no progresa por obra de buenos y malos o virtuosos y canallas. Sus reglas de juego son desconocidas y no es oportuno romperse la cabeza descifrándolas. La realidad nos llama a la acción inmediata y contando con las herramientas disponibles, las que sean. En el caso cubano disponemos de aquella experiencia única, mejor dicho sólo compartida por los venezolanos, la experiencia marxista leninista. Ciertamente hoy en desuso a nivel universal; pero en boca del presidente de México don Andrés López Obrador instrumento ideológico que supone sobrepasar la perestroika, glassnot, revolución de terciopelo. Don Andrés se mantiene en vilo a partir de los tiempos de la conquista española. De ahí sus recientes declaraciones, cito “tenemos que volver a Lenin, a Marx y a Engels,” termino la cita. En otras palabras en los años 1917 18 finales de la Primera Guerra mundial. Lo que en términos deportivos llamamos “un cuadrangular con tres hombres en base,” López Obrador la botó; pero escenificado en teatro del absurdo, algo similar a El Rinoceronte de Eugene Ionescu. Nada menos que, soñando despierto el desfasado primer mandatario azteca nos propone su ideario. Pero la respuesta por el momento. queda en manos de los ciudadanos mexicanos. Yo en ellos confío.
A todas estas el neomarxista leninista desde su acomodado despacho en el palacio de Chapultepec hace buenas sus convicciones e ideario guardado bajo cerradura herméticamente llaveada desde el pasado siglo, en derroche de alabanzas y trompicones verbales excesivamente extensos, y lentos; cuando condecora, y promete importar más médicos al hombre más vigilado de Cuba. Me detengo en hito de reflexión. Preguntándome, ¿cuál puede ser la tramoya al desplayarse semejante opereta bufa? ¿Quién la creerá? La respuesta de labios anónimos mexicanos oficialistas no puede despreciarse, cito “Pos mire usted, don, es que don Andrés………..sabe usted, don Andrés, pos claro que sí don, don Andrés”…….. termino la cita.
Mientras tanto, el hombre más vigilado de Cuba no permanece ciego o por lo menos no tanto como para desconocer la debacle a que ha quedado reducida nuestra isla. Él pertenece a otra generación en el poder que, se desliga o por lo menos no es culpable inmediato de aquélla desde sus orígenes históricos, 1959. Sin embargo, y a su pesar, hasta que el póstumo mostrenco no lance la ansiada contraseña, sus herederos y sucesores más avisados día a día no permanecen ociosos; recomponen, improvisan parches, remiendos, zurcidos, hacen lo que pueden o se les permite, en aras de acortar la longaniza de la espera. La espera, la trágica espera como diría el gran Jorge Luis Borges.
En el sendero avanzando por el intervalo que se abrevia, vislumbramos con menor ironía el sarcasmo lento, agónico del señor López Obrador. Sea cual fuere el motivo de la melopea presidencial, resalta una verdad como templo de Juno. El hombre más vigilado de Cuba necesita respaldo internacional a fin de dialogar, pugilatear, bracear con los cáncamos y anticipar parcelas mínimas de supervivencia, subsistencia, sobrevivencia, como se entienda para los cubanos, hasta tanto el último carcamal se haya enterrado bien lejos, eternamente y para buen sitio.
Nuestro regreso a los tiempos de los galeotes.
El acreditado filme Mensieur Vinzent, protagonizado por el inolvidable Pierre Fresney, Francia 1934, dirección de Maurice Cloche, reproduce aquel problema de conciencia cuando en pleno siglo XV! El cardenal Richelieu preocupado hondamente por la situación de los presos, los galeotes, quienes atados a los remos, cumplían de manera sostenida una de las fórmulas de tortura más crueles conocidas hasta entonces, añado las memorias de Víctor Frankel durante el holocausto judío, las pruebas del alfanje turco con los prisioneros griegos, el hierro candente de El Mahdi marcando la frente de los rebeldes sudaneses prisioneros, o los americanos hundidos hasta las rodillas en pantanosos campos de prisioneros al aire libre en Vietnam. En el filme de Cloche El Cardenal sensible al cuadro de los galeotes revelado en un informe escrito sobre su escritorio, acude a san Vicente y lo comisiona para aliviar, hacer algo, acallar su conciencia. Las siguientes secuencias de Cloche describen escenas de inclasificable vergüenza para la especie humana.
Pues bien, parece que al cabo de los siglos vamos retrocediendo en este asunto de los derechos humanos, hoy cuando nos sorprenden, entristecen, y desconciertan las fotos de excesos rusos en Ucrania, el Gulac revelado por Alejandr Solshenitsyn, los sistemas urbanos de concentración de civiles creados por el general Valeriano Weyler y Nicolau, marqués de la Unión de Cuba, y maestro de los generales Kitchener y Roberts sus fieles discípulos durante la guerra boer en Sudáfrica 1900 que, ahora en de alta tecnología, planificación personal, especializaciones profesionales hasta el catre., ahora cuando sabemos más y más de menos y menos, y la robotización consuetudinaria de nuestra especie antropológica. Ahora mismo, digo el señor Nayib Bukeke presidente de El Salvador muestra orgullosamente al mundo una obra de gobierno que al parecer aspira no solamente a poner fin de manera persuasiva y definitiva la criminalidad, sino que sugiere atentos imitadores. ¡Anda pal, cará!
Apresuradamente me remito a la columna piramidal de la profesora Ethel Marie Rios Orlandi publicada en El Nuevo Dia el pasado día 3 del corriente mes. He trabajado en prisiones de Puerto Rico, campamento de Sabana Hoyos, Arecibo, años ochenta; Nueva Orleans, Louisiana, años setenta, y Cuba en La Cabaña, La Habana, a las órdenes del comandante Ernesto Che Guevara de La Serna, año 1959. No deseo establecer diferencias, variedad, ni similitudes; mi conclusión desgarradora se cifra en la variopinta y amplitud de la barbarie. sadismo y crueldad a que en estos días, nuestra sufrida especie parece hundirnos en la ignominia, materialización e insensibilidad. Las descripciones de la profesora Ríos Orlandi basadas en recientes grabaciones remueve la sensibilidad de los más insensibles en los cinco continentes, su detallismo y especificaciones de los escalofriantes rigores a que se ven sometidos los presos salvadoreños que, recuerdan a Truman Capote, y nos sorprenden al interrogarnos ¿es que en El Pulgarcito Centroamericano no se ha registrado una protesta general ante semejante prueba de culpables exorcisables? Con su ergástulo a tan alto costo pagado en sufrimiento humano, el señor Bukele nos retrotrae a los tiempos del cardenal Richelieu. Me pregunto. ¿hemos progresado o lo contrario?
Aquí me remito a una anécdota vivida en La Cabaña, 1959. En aquel momento los presos estaban sublevados en protesta por la incertidumbre general dado que la pena capital blandía sobre sus cabezas como Espada de Damocles. Guevara antes de aplicar la mano dura quiso consultar al capellán Xavier Arzuaga, franciscano. Arzuaga proponía iniciar una misión sostenida con monjas de La Caridad, discípulas de San Vicente y expertas en atención a los presos. Guevara escuchaba silencioso y sin perder una coma. Al final observó. “Padre, eso que usted propone no es justicia, estos son criminales de guerra, asesinos, esbirros torturadores que no merecen tirarles sus trapos sucios por la ventana.” Arzuaga responde. “Pero Comandante, si aplicamos a los presos los mismos procedimientos que ellos aplicaron a sus víctimas, estaremos cometiendo idéntico error desde la acera de enfrente, lo que provocara la correspondiente revancha mañana y así indefinidamente. El nunca acabar."
El consejo de Arzuaga conserva ejemplaridad permanente. No se aplica un mal para curar otro mal. Seria ascender el palo de la cucaña, hundirnos en las arenas movedizas del Sahara. No, la verdadera y efectiva solución es saber aplicar los principios opuestos. La caridad cristiana, devolver bien por lo contrario. Tal vez sea un proceso laaaargo, difícil, complejo, requiere talento, valores, experiencias, paciencia, mucha paciencia. Se nos puede ir la vida en ello, pero vale la pena. Recordemos que el hombre es eterno. Luego entonces más tarde que temprano se han de ver sus frutos, si no los vemos nosotros tal vez los vean nuestros hijos o nuestros nietos, a saber. Concluyo con una cita de Sabana Hoyos, Arecibo. Por entonces nuestros confinados trabajaban artesanías, era parte del programa educativo y regenerador en que nos veíamos enfrascados los profesores de la Universidad Ana G Méndez. En una ocasión viendo a los muchachos, así los llamábamos, salir del campamento para vender sus trabajos me sorprendió que no fueran custodiados, “¿y sus escoltas?” Pregunté asombrado. Uno de ellos calmudo y templado, me respondió. "Mister, nosotros no necesitamos escolta; no es la primera vez que salimos a la calle para buscarnos unos chavos; mire, yo cumplo mi sentencia para el 2020 para entonces tendré ochenta años de edad. Corrección nos deja salir porque sabe por experiencia que, nosotros siempre regresamos".
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