 Foto: Chicas martiniquesas. Puerto de Fort de France.
Querida Ofelia:
Félix José Hernández.- París, 12 de marzo de 2023.- El Costa Fascinosa ancló en el puerto de Fort de France a las ocho de la mañana del jueves 23 de febrero de 2023. Había un sol brillante, como en cada día de este hermoso viaje por Las Antillas Menores y a +26°c. Fuimos recibidos al bajar al muelle por una orquesta típica y bellas muchachas vestidas con los trajes tradicionales.
Martinica es una isla de las Antillas Menores y es al mismo tiempo región y Departamento de Ultramar francés. La isla fue descubierta por Cristóbal Colón en 1502 durante su cuarto viaje. En aquella época la isla estaba habitada y era conocida con el nombre de Madinina, que en la lengua indígena significa “la isla de las flores”. En 1635 se convirtió en colonia francesa. Su capital es Fort de France, nombre que le fue dado por Napoleón Bonaparte en 1808; en precedencia Fort Royal como era conocido.
“Eres lo que dices, eres lo que comes": es un dicho que representa a maravilla al pueblo que vive en la isla encantadora de Martinica que, es sin duda, uno de los lugares más espléndidos del Caribe.
En Martinica se habla el “criollo”, un dialecto que es una especie de mezcla entre diversos estilos lingüísticos (inglés, francés y, en particular, holandés) que hacen que este dialecto sea muy inusual y musical.
La cocina criolla, por otra parte, tiene exactamente las mismas características: sabrosa y especiada hasta el límite del picante, sabe ser delicadísima y al mismo tiempo muy natural. Y es por ello que de Francia, Martinica, y de forma particular su capital comercial y mercantil Fort de France, ha heredado la lengua, el estilo arquitectónico y un cierto estilo de vida, aunque también es cierto que toda la isla está fuertemente influenciada por la cultura africana.
Como ya escribí más arriba, entre los primeros “turistas” que visitaron la isla de Martinica se encuentra Colón, el que desembarcó en ella en 1502. Después les tocó a los franceses, a los que siguieron los españoles, los cuales, cansados de las enérgicas resistencias que oponían los indígenas, decidieron abandonar la isla en la segunda mitad del siglo XVII.
Fueron los franceses los que regresaron para explotar comercialmente a Martinica cultivando la caña de azúcar. Los esclavos cambiaron sistemáticamente la cultura y la sociedad de la isla, que permaneció muy unida a Francia.
La isla está dominada por la impresionante mole del volcán Le Mont Pelée (Montaña Pelada) que, con su inquietante sombra, le recuerda a la población la mutable fuerza de la naturaleza: en 1902 una repentina erupción barrió literalmente la capital, St. Pierre, acabando, de una manera atroz, con la vida de sus 30 000 habitantes.
La vida comercial de la Martinica se basa en gran parte en el turismo que, sobre todo en estos últimos años, ha experimentado una evolución muy afortunada. Pero tanto el cultivo de frutas como la actividad de las destilerías, han originado unos grandes tráficos comerciales y una actividad frenética entre las islas.
El carácter francés de Martinica es ciertamente más intenso en Fort de France. Después de la destrucción de St. Pierre, Fort de France recogió la herencia comercial e institucional de la capital, destruida por la furia del volcán Le Mont Pelée. Es el centro comercial más importante de la isla y su bahía es realmente sugestiva. Gracias a su diversidad, en noviembre de 2011 entró en el “palmares” de las bahías más bellas del mundo. Es particularmente fascinante la enorme dotación de jardines y parques urbanos con los que cuenta, entre los cuales destaca, con sus 5 hectáreas, el jardín de La Savane.
Es igualmente bella la Catedral de Saint Louis, construida en 1895. También es muy conocida la Schoelcher Library, construida por el famoso arquitecto Henry Pick, una de las instituciones culturales más famosas del Caribe. Fue construida para la exposición parisina de 1893 y reconstruida aquí, piedra sobre piedra, cincuenta años más tarde.
Partimos de Fort de France en un cómodo autobús hacia el norte de la isla. Nuestra primera etapa fue la visita de la Basílica de Balata, cuya construcción está inspirada en la parisina y celebérrima Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre. Desde allí se puede admirar una bella vista de la capital y su bahía. Continuamos por bosques tropicales hasta la gran Destilería de ron Depaz, donde vimos todo el proceso de producción del ron, desde la descarga de los grandes camiones que traían las cañas de azúcar.
El ron agrícola Depaz, producido con todo el rigor de una gran cosecha, es una mezcla de tradición y eficacia. Durante la visita, pudimos observar una impresionante máquina de vapor. Este elemento fundamental, que hoy en día hace funcionar la destilería, servía en otros tiempos para alimentar las fuentes de agua del palacio de Versailles. Este ron debe su buena fama a la regularidad de su producción, gracias a la tierra volcánica, a la abundancia de agua y, sobre todo, al cuidado que se le presta a la fermentación del jugo de caña antes de la destilación. Además de la fama por la exquisitez de sus rones añejos, cuenta con otra particularidad: el Ron Dorado. Se trata de un ron blanco que reposa un mínimo de un año en cubas de roble, en las que madura, toma color y se convierte en el Ron Dorado, tan buscado por los entendidos.
Recorrimos en la ciudad de Saint Pierre, que fuera considerada antes de su destrucción por la erupción volcán como “El París del Caribe”. Se encuentra a orillas del mar. Son impresionantes las ruinas de la cárcel, el teatro y el centro de la ciudad. Te parece que estás recorriendo Pompeya. También el museo que conserva objetos encontrados de lo que fue la ciudad y la historia del hombre que se salvó al estar en la cárcel es conmovedora. Como su cuerpo estaba casi completamente quemado, fue expuesto durante muchos años en un famoso circo americano, ante la curiosidad malsana de los espectadores. Pero de esa forma pudo ganarse la vida hasta su muerte.
Regresamos a la capital, a la cual le falta el encanto de otras ciudades caribeñas, debido a los numerosos inmuebles de arquitectura contemporánea. En el parque del Fuerte San Luis se paseaban las iguanas tranquilamente.
Tras dejar Fort de France con el autobús, nos dirigimos a la playa de Pointe Marin, una entre las más bellas de la isla y a la que llegamos después de una hora de trayecto.
Al llegar bordo nos dirigimos a la oficina “C-Dream” donde nos atendió la amable y mu profesional joven argentina María Pía, con la cual reservamos dos próximos cruceros en los que irán con nosotros nuestro hijo, su esposa y los dos niños. ¿Hay algo más bello que pasar vacaciones con los nietos?
Ese día se celebró en el barco “La gran noche italiana” y por tal motivo se pidió a todos los turistas que se vistieran con los colores de la bandera italiana: blanco, verde y rojo.
Te hago un breve resumen de las fiestas en las que participamos:
-A las 6 y 30 p.m. “Live Music” en el Bar Amarcord con “Madin’Live & DJ Jennos & Maria Sax.”
-A las 8 y 15 p.m. en el Salón Cheri,” Live Music” con la “Renegade Band”.
-A las 9 y 45 p.m. el espectáculo “Sapori d’Italia” en el teatro.
-A las 11 p.m. la “Creole Caribbean Party” en el Bar Amarcord.
El Costa partió hacia la isla de Guadalupe, distante 112 millas náuticas a las 8 p.m.
En la próxima carta te seguiré contando sobre este bello viaje de 16 días por Las Antillas Menores, en el que visitamos once islas.
Un gran abrazo desde la espléndida Ciudad Luz,
marcelo.valdes@wanadoo.fr |