¿Cómo podéis creer aún en un modelo que ha llevado a estos países al caos total, no solo en sus economías, sino desde el punto de vista, ético y moral, intelectual y espiritual? ¿Por qué aferrarse a traer nuevas propuestas desde las concepciones marxistas después de haber pasado por la experiencia de la destrucción del comunismo europeo del siglo XX?
Doctor Alberto Roteta Dorado.- Santa Cruz de Tenerife. España.- El modelo de Estado Socialista del siglo XXI, teóricamente ha pretendido ser un socialismo revolucionario, sustentado de la filosofía y la economía marxista, y basado en ciertos ejes principales: el desarrollo democrático regional, la economía de equivalencias, así como la democracia participativa y protagónica, y las organizaciones de base. Sus teóricos han propuesto un reforzamiento radical del poder estatal democráticamente controlado por la sociedad para avanzar el desarrollo, e insisto en la idea de lo teórico, por cuanto, en el orden práctico no ha existido ese poder democrático que la sociedad debe controlar.
¿Cómo podéis creer aún en un modelo que ha llevado a estos países al caos total, no solo en sus economías, sino desde el punto de vista, ético y moral, intelectual y espiritual? ¿Por qué aferrarse a traer nuevas propuestas desde las concepciones marxistas después de haber pasado por la experiencia de la destrucción del comunismo europeo del siglo XX?
El socialismo del siglo XXI, para el caso de Venezuela, con el que el régimen de Hugo Chávez extendió su influencia por parte de la región, ha resultado ser una estructura de poder por el poder. Chávez acudió a la enseñanza religiosa –aprovechando el carácter eminentemente religioso de los pueblos de Latinoamérica y su sentido emotivo, que suple el pobre desarrollo intelectual de grandes masas poblacionales– para convencer a las multitudes: “Para mí el cristianismo o es socialista o no es cristianismo. El cristianismo es eminentemente socialista”. “El verdadero reino de Cristo no es otro que el socialismo; el verdadero ideal de Cristo no es otro que el socialismo; el verdadero ideal de Bolívar no es otro que el socialismo; el de Simón Rodríguez, *el socialismo”. **
Tratar de unificar estos conceptos con ideas marxistas fue otro de los proyectos de Chávez. Recordemos que se refirió a una “dialéctica de la democracia de la revolución”, e insistió en vicios del pasado y en la necesidad de la total eliminación de todo vestigio de otros tiempos. Utilizando como referencia la idea de Carlos Marx acerca de que: “La sociedad nueva nace contaminada...”, el fallecido mandatario expresó: “Hay que tener conciencia de ello, para atacar los vicios de la vieja clase política que aquí todavía permanecen y buscan infiltrarse por todos lados; cálculo subalterno, intereses individuales o grupales, aspiraciones, ambiciones personales, intereses de ciertos sectores capitalistas que buscan infiltrar los movimientos revolucionarios para neutralizarlos o frenarlos. Corrientes anarquistas, viejos vicios de la izquierda y de la derecha… Yo pido que nos elevemos y que tengamos toda la resolución individual y colectiva para triturar esos viejos vicios”. ***
Bajo la influencia del entonces presidente Hugo Chávez varios gobiernos de Latinoamérica se hicieron receptivos a las aparentes nuevas propuestas: Ecuador con Rafael Correa, Argentina con Cristina Fernández de Kirchner, Nicaragua con Daniel Ortega, Bolivia con Evo Morales, Brasil con Lula da Silva y Chile con Michelle Bachelet. Cada cual tiene sus peculiaridades, en los casos de Chile, Brasil y Argentina no hay exceso de control en el aparato gubernamental, si se les compara con Venezuela y Ecuador, países donde ha existido una total radicalización de las leyes que han llevado a la creación de estados totalitaristas, a partir del concepto de participación ciudadana, “envueltos en una revolución no surgida desde abajo, sino desde una idealización del líder político, frecuentemente convertido en slogan partidista”.
Para el caso específico de Ecuador, merece citarse la siguiente idea de los teóricos Juan J. Paz y Miño Cepeda: “El “socialismo del siglo XXI” (al menos para Ecuador) es un sistema que combina capitalismo social (nivel económico) y Estado popular o ciudadano (nivel político); y que, por tanto, este “socialismo” es relativamente distinto al marxista (aunque tampoco es antimarxista, puesto que reconoce y valida a la teoría de Marx como fundamento histórico), pero también diferente a otros modelos de capitalismo social, como el europeo, el nórdico o el canadiense. El nuevo socialismo articula, en definitiva, empresa privada con inversión pública e intervencionismo económico y regulador del Estado, amplias políticas sociales y firmes medidas para redistribuir la riqueza; pero, además, se basa en la captación del Estado, para desplazar los intereses de las burguesías/oligarquías e imponer la hegemonía del poder de los ciudadanos y sectores populares, que con organización y movilización de base, sustentan la edificación de una nueva sociedad”. ****
¿Qué hay de novedoso en la particularidad de Ecuador con su ratificación de Socialismo del siglo XXI? ¿Sabéis el verdadero significado de la idea de imponer la hegemonía del poder de los ciudadanos sobre las burguesías/oligarquías? Todo lo que pueda estudiarse o teorizarse respecto a lo que es el socialismo, jamás podrá mostrarles su verdadero rostro. A dónde puede llegarse solo lo sabréis cuando se ha vivido y has sido atacado por esa “nueva clase” y ese “hombre nuevo”. Nada mejor para saber cuál será el destino de los países que se han hecho eco de las propuestas de Chávez que el estudio y el conocimiento de los hechos de llevaron a la destrucción del sistema, tan idealizado en los países de Europa Oriental y en Cuba, donde aún queda la sombra astral de lo que fuera el socialismo.
El viraje rotundo que está experimentando Latinoamérica en estos convulsos tiempos está demostrando que la decadencia del socialismo es una realidad. El triunfo definitivo de la derecha en Argentina y Perú, la destitución de Dilma Rousseff de su cargo presidencial por el Senado de Brasil, la derrota de Evo Morales en el referendo por su cuarto mandato, así como el control del parlamento por la oposición venezolana, son hechos que prueban lo que resulta insostenible. América Latina pasa por un momento crucial de su historia política, similar al de la Europa Oriental en el pasado siglo.
No hay nada que revisar para proponer nuevos modos socialistas. El llamado Socialismo del siglo XXI no es más que una justificación para el establecimiento de sistemas comunistas totalitaristas y una posibilidad de perpetuarse en el poder para que una exigua minoría pueda ejercer su prepotencia y enriquecerse, lo que resulta muy distante de aquel sentido de la humildad, de la idea de la utilidad de la virtud, de los conceptos de democracia y libertad y ante todo, de la liberalidad y libertades de expresión y pensamiento que proclamara el más colosal de los cubanos, quien fue capaz de prever que: “al realizarse en la vida, las fórmulas se desenvuelven en aplicación, la concurrencia de derechos crea derechos especiales: los sistemas políticos en que domina la fuerza crean derechos que carecen totalmente de justicia, y el ser vivo humano que tiende fatal y constantemente a la independencia y al concepto de lo justo, forma en sus evoluciones rebeldes hacia su libertad oprimida y esencial, un conjunto de derechos de reconquista”.*****
Vincularle de manera forzada a las tendencias socialistas es una insensatez, lo que solo podrá demostrar la ignorancia de unos y el fanatismo de otros. Su inmensa obra cargada de aquella sublime espiritualidad y su pensamiento filosófico impregnado por lo mejor del idealismo de todos los tiempos, demuestran de manera irrefutable que José Martí no fue jamás un socialista. La comentada carta que el Apóstol enviara en 1894 a Fermín Valdés Domínguez, es una irrefutable prueba de su previsora proyección acerca de los males de aquel sistema:
“Una cosa le tengo que celebrar mucho, y es el cariño con que tratas: y tu respeto de hombre, a los cubanos que por ahí buscan sinceramente con este nombre o aquel, con poco más de orden cordial, y de equilibrio indispensable, en la administración de las cosas de este mundo. Por lo noble se ha de juzgar una aspiración: y no por esta o aquella verruga que le ponga la pasión humana.
Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras; el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo, empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse como frenéticos defensores de los desamparados”. ******
Algo que evidencia la idea de no continuar asociándole al sistema socialista. José Martí no solo fue capaz de prever la idea de una humanidad esclavizada bajo las garras del totalitarismo; sino de percibir las verdaderas aspiraciones de aquellos que bajo el ropaje de defensores y protectores de los oprimidos pretenden tomar el poder por la fuerza, y perpetuarse en el para satisfacer su ambiciones personales, algo que dejó bien precisado en su comentario a “La futura esclavitud”:
“Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, lo iría perdiendo el pueblo, que no tiene las mismas razones de complicidad en esperanzas y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el Estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio. El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que plugiese al Estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facultades necesarias para recabar los medios de cumplir aquéllos”. *******
Lo que no necesita comentarse, al ser sus palabras una verdadera descripción de lo que ha ocurrido, no solo en Cuba a partir de 1959 –el carácter socialista del proceso revolucionario cubano fue declarado en abril de 1961–, sino en todos aquellos países de Latinoamérica que asumieron formas socialistas bajo la nueva óptica del Socialismo del siglo XXI, cuyos gobernantes enriquecidos con los bienes de sus pueblos se han visto involucrados en graves escándalos de corrupción.
Así las cosas, el sistema socialista, ya sea el que describiera Moro, el que intentara establecer Cabet, el que teorizaron los utópicos franceses, el que con acierto en lo teórico propuso Marx, el que criticó Spencer o el que pretendió asumir Dieterich en nuestros días, seguirá siendo solo una utopía. Nuestro José Martí jamás profesó el socialismo, lejos de esto, se pronunció en su contra y con aquella futurista mirada fue capaz de prever lo que ocurriría en aquellos pueblos que lo adoptaran como modelo social, político y económico.
Final.-
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*Simón Rodríguez. Caracas, Venezuela 1769–Amotape, Paita, Perú, 1854), conocido en su exilio de la América española como Samuel Robinsón, fue educador, escritor, ensayista y filósofo venezolano. Fue el tutor y mentor del Libertador Simón Bolívar, fue un visionario defensor de la educación pública. Fue testigo del famoso juramento de Bolívar sobre el monte Sacro (en Roma), en donde se comprometió a liberar a toda América de la corona española. Simón Rodríguez lo registró para la Historia.
- ** El Socialismo del siglo XXI. Cuadernos para el debate. Impreso en la República Bolivariana de Venezuela. Depósito Legal: lf87120103204443 Enero, 2011
- *** 278Ídem.
- **** Historia y economía. Boletín del THE-TALLER de Historia Económica. Pontificia Universidad Católica del Ecuador – Facultad de Economía Quito, abril de 2015.
- ***** Martí, J. Obras Completas. T. VI, pp. 234-236.
- ****** Martí, J. Obras Completas. T. III, p. 168.
- ******* Martí, J. Obras Completas. T. XV, pp. 387-392

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