“Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente" Peter Drucker
Roberto L. Capote Castillo.- Si preguntamos: ¿Existe el miedo en las empresas socialistas cubanas? la respuesta es afirmativa. La bibliografía sobre el tema considera el miedo como un importante escollo que debe eliminarse para mejorar el desempeño de los trabajadores, pero en Cuba es uno de los principales pilares para lograr el sometimiento de la sociedad, en general, y de los proletarios, en particular.
En Cuba con el castro-comunismo surgió una nueva frase: “conciencia revolucionaria”, que según mi criterio una buena parte de los que dicen poseerla en realidad lo que tienen es miedo. Aunque uno no lo perciba, lo tenemos en el subconsciente, estamos dominados por el miedo, nos enfrentamos a similar situación a la del llamado “síndrome de la rana hervida”. Éste al igual que otros muchos males engendrados por el sistema se convierte en un boomerang que atenta contra la eficacia y eficiencia de las empresas.
En la década de los ochenta el Dr. Edwards Deming en su libro “Out Of The Crisis. Quality, Productivity and Competitive Position”, expuso su método conocido como “Los 14 puntos de Deming” que fueron, en esa época, la base para la transformación de la industria americana y además fue el pedestal de los cambios empresariales de Japón en 1950 y en los años siguientes. El punto 8 proponía: “Eliminar el miedo y construir confianza, de esta manera todos podrán trabajar más eficientemente”. Además, añadió: “…el miedo un alto precio tiene en las organizaciones, ya que despoja a los trabajadores de su orgullo, los hiere y los priva de la oportunidad para contribuir en las metas organizacionales”. En otras sociedades el miedo puede ser implantado en las empresas por malos métodos de dirección, pero en las empresas socialistas cubanas forma parte de la política laboral.
Varios investigadores han estudiado esta problemática para mejorar el desempeño organizacional al considerar que las emociones son un eje central para el éxito. Para analizar el tema del miedo utilizaré como referencia lo escrito por J. Gerald Suárez en su artículo “El miedo en las organizaciones”. El autor expresa:
“El miedo es una fuerza perturbadora que impide que los empleados y la empresa desarrollen todo su potencial. El miedo “sano” no existe. Cuando se utiliza el miedo como motivador, los resultados que se obtienen son negativos. El miedo puede generar pérdidas asombrosas, ya que afecta tanto a la eficacia de la empresa como a la calidad de vida en el trabajo. El miedo es una barrera para la ejecución individual y empresarial”.
El miedo en Cuba se inculca desde los hogares, pues los padres atemorizamos a nuestros hijos sobre lo que el comunismo no permite, lo cual trasladan a su entorno estudiantil y laboral. A partir de lo anterior comienza lo que denomino “la educación del miedo”. De este miedo no escapa nadie, lo padecen gobernantes, trabajadores, empresarios, militares, etcétera. Cada cual sabe a quién temerle, pero la mayoría de los directores empresariales, conocedores de esta realidad, lo utilizan como herramienta de dirección. En la sociedad cubana está definida la fuente de amenaza y cada cual de los susodichos teme a las consecuencias de oponerse al “The Establishment”. Nos adaptamos tanto al miedo que cuando un hijo o familiar tiene un problema en cualquier ámbito, en lugar de apoyo lo primero que recibe es la conocida reprimenda: ¡esto te pasó por no comportarte como te dije, te lo advertí!
Las nuevas generaciones están perdiendo el miedo, demostrando su valentía en diversas manifestaciones públicas contra el régimen, destacándose la conocida como el 11J del año 2021, en la que la cúpula de los castro-comunistas tuvieron miedo. Según dicen, los perros no ladran por ser bravos sino por miedo, por esa razón cometieron todo tipo de abusos. Además, los opositores y periodistas independientes cada día aumentan y los represores están temerosos.
J. Gerald Suárez expresa en su artículo: “La psicología asocia el miedo a modelos de respuesta provocados por una fuente de amenaza identificable y predecible”. Los efectos del miedo en las empresas son expuestos por el autor resaltando las negativas consecuencias que pueden tener en el clima organizacional: “El miedo influye negativamente en la cultura y en el ambiente de la organización. Corroe la alegría y el placer por el trabajo, limita la comunicación y ahoga la innovación. Deteriora las relaciones interpersonales, afecta a la confianza de los empleados, fomenta comportamientos defensivos, minimiza la cooperación y distorsiona la comunicación. Además, produce desinterés por las metas de la organización y fomenta el pensamiento a corto plazo”. Lo anterior es palpable a simple vista en las empresas cubanas, sin necesidad de realizar investigaciones. Suárez define los tipos de miedo y sus manifestaciones. A continuación, analizaré los que proceden en el contexto laboral cubano y, de forma resumida, sus manifestaciones:
Miedo a las represalias o a recibir una mala evaluación.
Este tipo de miedo genera comportamientos defensivos tales como “agradar al jefe” o “dar una buena impresión a toda costa” y fomenta la actitud de “hacer sólo lo que se le exige”. Causado por este miedo han proliferado los obsecuentes (conocidos como los guatacas de los jefes), los simuladores y los “farsantes revolucionarios” (muy peligrosos). Ninguno de los anteriores se esfuerza lo necesario para la eficacia y eficiencia de las empresas pues no es su objetivo.
Miedo al fracaso El miedo al fracaso está asociado con el miedo al riesgo y el miedo a la innovación. En anteriores artículos expliqué el peligro de arriesgarse y en cuanto a la innovación, aunque se hizo un gran movimiento en las empresas, en realidad se trataba de resolver las faltas de repuestos para las obsoletas maquinarias y equipos existentes. De esta forma tampoco se resolvió el problema. La economía actualmente está en bancarrota y el país descapitalizado.
Miedo al éxito
El éxito puede crear enemigos. En todas las empresas socialistas cubanas la “mediocracia” conformada por los ineptos (militantes del partido, obsecuentes, dirigentes sindicales, “farsantes revolucionarios” etc.), siempre ha sido adversaria de los profesionales o trabajadores talentosos que son gratificados por sus jefes. En los años ochenta realicé una investigación por encargo del entonces ministro de la organización en la que trabajaba y fui estimulado con un viaje a México. Pudiera escribir varios artículos de las negativas consecuencias sufridas por las reacciones de la mediocracia ante el reconocimiento recibido.
Miedo al cambio Según los estudiosos del tema el miedo al cambio es muy normal. El cambio amenaza las tradiciones, las normas establecidas y las no establecidas, las costumbres, las prácticas administrativas y otros factores de la cultura de la organización. No obstante, las empresas capitalistas gestionan los cambios adecuadamente. Pero este enfoque no es el existente en la ideología comunista por su dogmatismo, pues el cambio es concebido como un peligro para su dictadura por lo que hasta los sindicatos ante las propuestas de cambios para mejorar las condiciones de los proletarios defienden al régimen en lugar de proteger a los trabajadores.
Miedo a “dar la cara”, miedo a atreverse a hablar
Normalmente los empleados temen comunicar fallos, problemas o elevar quejas a sus superiores por temor a convertiste en blanco de critica tanto de los empleados como de la dirección. Por múltiples factores incluyendo el miedo. En artículos anteriores narré mi amarga experiencia por quejarme de que el delegado del ministro tuviera cinco carros y en mi departamento para trabajar teníamos que hacer cola en la terminal de ómnibus desde la noche anterior. Toda la mediocracia me atacó. Pero mi valentía resolvió el problema ya que nos asignaron un carro, aunque mis cobardes compañeros no lo agradecieron. Fui el que posteriormente sufrió las consecuencias.
Miedo a no poder mostrar resultados
Este miedo es predominante en la ideología comunista. Esto ha inducido la mentira y la falsedad en los datos de los resultados económicos tanto de los gobernantes, dirigentes políticos y empresarios, todos engañan a sus respectivos jefes. Hay un chiste en Cuba que dice: “pon el noticiero de la TV para llenar la jaba porque es donde hay de todo”. Los gobernantes y demás jefes conviven con la mentira porque la mayoría están acomodados y justifican la miseria.
Cualquier persona, sea especialista o no en la materia, puede fácilmente identificar los miedos expresados anteriormente y los efectos señalados por el autor en cualquiera de las empresas u organizaciones del sistema empresarial en las que haya trabajado. Solamente deseo agregar uno de los principales tipos de miedo no incluido en su artículo por Gerald Suárez, pero omnipresente en nuestro caso, me refiero al siguiente:
Miedo a la ideología
Este miedo lo padecen la mayoría de los gobernantes, militares, funcionarios públicos, empresarios, trabajadores, etcétera y es difícil de caracterizar las acciones que lo infunden pues cualquier expresión, hecho o comentario puede ser malinterpretado como una manifestación de “diversionismo ideológico”, pudiendo tener connotaciones graves para el implicado. Cada centro de trabajo en Cuba tiene un oficial de la seguridad del estado que lo “atiende”, visitándolo frecuentemente para recibir informes, del director y de informantes seleccionados, sobre los hechos o actuaciones que puedan ser catalogadas como ideológicamente negativas o saboteadoras. Igual ocurre con la policía económica que regularmente está en busca de hechos delictivos y todo es una falacia porque estos “vigilantes” reciben sobornos en especie (productos o servicios de la organización que atienden), lo cual es uno de los delitos que tanto persiguen.
También existe el miedo a las delaciones de la “policía secreta”, que la mayoría de los directores instauran en su empresa para enterarse de lo que sucede en su radio de acción, pero con el hándicap que por lo general esta información es tergiversada por el informante en dependencia del implicado. Este grupo de allegados al director, pagados con ciertos privilegios por sus servicios, ha recibido en el argot cubano el nombre de “la piña del jefe”, siendo otra fuente de conflictos y miedo en las empresas. Estos grupúsculos también aparecen en empresas capitalistas y son conocidos como “gabinete de cocina”, pero cuando esto impacta en los resultados económicos de las organizaciones los niveles superiores de dirección aplican las medidas correspondientes.
Un aspecto importante a señalar es que en Cuba no existe la carrera universitaria de gestión de empresa ya que los dirigentes son elegidos por el partido del área de acción correspondiente a la organización, en dependencia de su confiabilidad política y no por sus conocimientos sobre gerencia. En la mayoría de los países existe esta especialidad en la que se estudian todos los temas que favorecen o perjudican las actividades empresariales. Los que pretenden dedicarse a los negocios generalmente estudian esta carrera en la universidad por lo que están preparados para afrontar estas situaciones.
 capotecastillo@yahoo.es
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