«Mujeres de Cuba, que tan elocuentemente me dicen tanta angustia y tanto sufrimiento, me arrodillo ante vosotras y beso vuestros pies doloridos.» Víctor Hugo. La mujer cubana, ejemplo de independencia.
Félix José Hernández.- París, 20 de julio de 2023.- Es una mujer que llevó la primera pluma de Francia a escribir la carta que reproducimos a continuación.
¿Quién era esa ilustre mujer? Todas las fuentes coinciden en certificar que fue Emilia Casanova de Villaverde, una vehemente hija de Matanzas, esposa del célebre autor de la novela Cecilia Valdés. Ella fundó la Liga de las Hijas de Cuba durante su exilio neoyorquino apenas comenzó la Guerra de Independencia de 1868. Desde Nueva York dirigió su solicitud al eminente francés.
Introducción manuscrita por Víctor Hugo
Europa, donde estaban surgiendo acontecimientos terribles, comenzaba a perder de vista las cosas lejanas. Apenas se sabía, a este lado del Atlántico, que Cuba estaba en plena insurrección. Los gobernadores españoles reprimieron esta revuelta con una brutalidad salvaje. Distritos enteros fueron ejecutados militarmente. Las mujeres huían. Muchas se refugiaron en Nueva York. A principios de 1870, una dirección de las mujeres de Cuba, con más de trescientas firmas, fue enviada desde Nueva York a Víctor Hugo para pedirle que interviniera en esta lucha. Y él les dijo:
«Agradezco a Dios que me conceda desde ahora la certeza; la felicidad que permanece proscrita en las tinieblas es ver un amanecer en lo profundo de su alma. »
Carta a las mujeres de Cuba firmada por Víctor Hugo:
A las mujeres de Cuba
Mujeres de Cuba, escucho su queja. Oh desesperadas, se dirigen a mí. Fugitivas, mártires, viudas, huérfanas, pidiendo ayuda a un vencido. Proscritas, os volvéis hacia un proscrito; las que no tienen hogar llaman a su ayuda a quien ya no tiene patria. Ciertamente estamos muy abrumados; no tenéis más que vuestra voz, y no tengo más que la mía: vuestra voz gime, la mía advierte. Estos dos soplos, en ustedes el sollozo, en mí el consejo, es todo lo que nos queda. ¿Quiénes somos? La debilidad. No, somos la fuerza. Porque tú eres el derecho, y yo soy la conciencia.
La conciencia es la columna vertebral del alma, mientras la conciencia sea recta, el alma está de pie; solo tengo en mí esa fuerza, pero me basta. Y me alegra que se dirija a mí.
Hablaré por Cuba como hablé por Creta.
Ninguna nación tiene derecho a poner sus garras sobre la otra, ni España sobre Cuba, ni Inglaterra sobre Gibraltar. Un pueblo no posee a otro pueblo más que un hombre posee a otro hombre. El crimen es aún más odioso en una nación que en un individuo; eso es todo. Ampliar el formato de la esclavitud es aumentar la indignidad. Un pueblo tirano de otro pueblo, una raza que sostiene la vida de otra raza, es la succión monstruosa del pulpo, y esta superposición espantosa es uno de los hechos terribles del siglo XIX. Vemos a esta hora Rusia sobre Polonia, Inglaterra sobre Irlanda, Austria sobre Hungría, Turquía sobre Herzegovina y sobre Creta, España sobre Cuba. Por todas partes, venas abiertas y vampiros sobre cadáveres.
Cadáveres, no. Borro la palabra. Ya lo he dicho, las naciones sangran, pero no mueren. Cuba tiene toda su vida y Polonia tiene toda su alma.
España es una noble y admirable nación, y la amo; pero no puedo amarla más que a Francia. Pues bien, si Francia tuviera todavía a Haití, como digo a España: ¡Devuelva a Cuba! ¡Le diría a Francia: ¡Devuelva a Haití!
Y al hablarle así, demostraría a mi patria mi veneración. El respeto se compone de consejos justos. Decir la verdad es amar.
Mujeres de Cuba, que tan elocuentemente me dicen tanta angustia y tanto sufrimiento, me arrodillo ante vosotros y beso vuestros pies dolorosos. No lo duden, su perseverante patria será pagada con su pena, no se habrá derramado en vano tanta sangre, y la hermosa Cuba se levantará un día libre y soberana entre sus hermanas augustas, las repúblicas de América.
En cuanto a mí, ya que me pide mi pensamiento, le envío mi convicción. En esta hora en que Europa está cubierta de crímenes, en esta oscuridad en la que se vislumbra sobre las cumbres no se sabe qué fantasmas son paquetes que llevan coronas, bajo el cúmulo horrible de acontecimientos desalentadores, levanto la cabeza y espero. Siempre he tenido como religión la contemplación de la esperanza. Poseer por intuición el futuro es suficiente para el vencido. Mirar hoy lo que el mundo verá mañana es una alegría. En un momento marcado, cualquiera que sea la oscuridad del momento presente, la justicia, la verdad y la libertad surgirán, y harán su espléndida entrada en el horizonte. Doy gracias a Dios por concederme desde ahora la certeza; la felicidad que permanece al proscrito en las tinieblas, es ver un amanecer en el fondo de su alma.
Víctor Hugo
Hauteville House, 15 de enero de 1870.
Traducido del francés y publicado por Félix José Hernández, París, 20 de julio de 2023.
marcelo.valdes@wanadoo.fr
|