París, 31 de julio de 2023.
Querida Ofelia,
Profe Félix José Hernández.-Anoche llegamos a casa, después de haber hecho un bello viaje.
Deseo darle las gracias a las personas que hicieron que mi familia: (esposa, hijo, nuera y dos nietos), pudiéramos disfrutar de este excelente crucero por el Mediterráneo en el hermoso y elegante Costa Smeralda; Marsella, Barcelona, Ibiza (Islas Baleares), Palermo (Sicilia), Civitavecchia-Roma, Savona, Marsella.
Comienzo por Madame Clédia Amelin de Costa France, que con gran savoir faire nos preparó el viaje; Alexia la amable y eficiente italiana de Costa Club Dreams; Priscilla la gentil empleada de la recepción; Carlo, el simpático italiano de My Tours; el caballero brasilero Luiz de Costa Club Personal Cruise. También en el excelente Ristorante Bellavista los eficientes y corteses: el maître filipino Paul, los camareros Ly (vietnamita) y Benson (indio), que en todo momento estuvieron a nuestro servicio.

Mención especial merece la responsable de los turistas hispánicos, la señorita Cynthia por su extraordinaria gentileza y profesionalismo.
Todos los jóvenes del equipo de animación crean un ambiente muy agradable a bordo. ¡Bravo!
Mi hijo Giancarlo participaba cada tarde en los partidos de baloncesto a bordo, mientras nuestra nieta Victoria con la abuela Marta preferían la piscina. Mi nieto Cristóbal iba conmigo a los juegos que se efectuaban en el Mastroianni Grand Bar. Consistían en adivinar los nombres de los filmes cuando escuchábamos las bandas sonoras de los mismos; las banderas de qué países eran, el nombre de los grandes escritores cuyas fotos aparecían en una pantalla. Nuestra nuera Anne-Laure dedicaba el tiempo libre a la lectura.
Como estábamos en el Ristorante Bellavista, cada noche había que ir vestidos con gusto y elegancia.
En Barcelona mi esposa Marta y mi nuera Anne-Laure “calentaron” las tarjetas de crédito al hacer compras de ropas y calzados para Cristóbal y Victoria.
No comprendo por qué en los espectáculos del Teatro Sanremo solo se cantó en inglés, ni una sola canción en español, italiano u otra lengua. ¿Estará Costa perdiendo su legendario y bello espíritu italiano?
Algunas coreografías fueron tan sensuales que tenía la impresión de que estaba en el Cabaret Crazy Horse de París, con la diferencia de que las bailarinas no estaban desnudas. Reconozco que los bailarines son excelentes.
En los camarotes de nuestra familia: 11123 y 11097 no nos cambiaron nunca las toallas azules, ni hubo servicio de tender las camas y revisar el camarote por la noche; tampoco la acostumbrada bandeja con frutas, que hemos tenido en los 31 cruceros que ya hemos hecho con Costa.
La calidad del servicio de My Tours con respecto al traslado de los turistas discapacitados es muy deficiente: en las escalas en Barcelona, Ibiza y Roma un amigo francés tuvo dificultades numerosas para que le llevaran hasta el autobús en sillón de ruedas o al regresar desde las aduanas al barco, a pesar de haberlo solicitado incluso a empleadas de My Tours.
Cuando nosotros le pedimos que nuestro transfer en taxi privado, que ya habíamos pagado, del barco a la Gare Saint Charles de Marsella a las 12 del día, en lugar de a las 10, como me había sido informado, pues nuestro tren hacia París partiría a las 14 horas; la señora Julia de My Tours respondió por teléfono a la señorita Cynthia, que mi esposa y yo partiríamos en un autobús con otros 22 turistas que iría a la Gare Saint Charles y al aeropuerto. Lo cual fue falso, pues al partir en el taxi a las 10, tuvimos que esperar durante cuatro horas en la “complicada” Gare de Saint Charles.
La amable y paciente señorita Silvia Baratti, nos acompañó durante la excursión a la playa de Tarquinia, al Club Tibibago cerca de Civitavecchia. Playa de arenas negras, repleta de algas al borde del mar, donde fue imposible bañarse. Silvia antes de partir del muelle donde estaba anclado el Costa Smeralda dijo dos veces en inglés, español, francés e italiano que no iríamos a Roma, sino a una playa. No obstante, un enfadado italiano, a los diez minutos de haber partido, vino a reclamar que él y su compañera colombiana habían comprado una excursión a Roma, y no a la playa. Silvia por teléfono hizo todo lo posible por arreglar el problema, pero ya todos los autobuses con destino a Roma habían partido. Felicito el savoir faire que tuvo esta señorita italiana.
Ya reservamos a bordo nuestro próximo crucero con la Compañía Costa.
Un gran abrazo desde estas lejanas tierras allende los mares,
 marcelo.valdes@wanadoo.fr
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