- (1).- Emiliano Pérez Castellano.- Profe- ¿Qué le parece la situación del momento en Latinoamérica?
José Vilasuso Rivero: Mas de lo mismo, Emiliano. Nada nuevo bajo el sol. Tal parece que los presentes acontecimientos se complementan para reafirmar nuestras modestas conclusiones desde antaño.
- (2).- EPérezC.- Conclusiones actuales en………….
JVilasusoR: Argentina, pongo por caso. Suena como llamadas telefónicas repercutiendo de norte a sur y viceversa.
- (3).- EPérezC.- Explíquese, por favor.
JVilasusoR: A eso voy. Acabamos de leer las declaraciones de la señora Cristina Kirchner, a su tenor si el señor Milei ganaba las elecciones, ella se daba un tiro. Caramba, ¡qué lamentable! Emiliano me pregunto. ¿Cuándo vamos a superar ese lenguaje espectacular, irrisorio, propio de payasos en pleno circo de variedades. Seguiremos haciendo política al estilo de Superman o El capitán Maravillas. ¿Es que no nos atrevemos asentar ideas, calmarnos, reflexionar con seso propio, aprender a sacar cuentas? Acláreme, cuál es el problema porque el candidato rival gane o pierda una elección? Para eso precisamente están las elecciones, para cambios de poder pacífica, civilizadamente analizar las situaciones, casos, problemas, etc sirviéndonos de comparaciones. No se acabará el mundo. El acomodamiento no es experimento tan complejo. Todo lo contrario, cuando se pierde una elección los candidatos derrotados lejos de quitarse la vida, deben recapacitar, considerar y profundizar responsablemente en sus causales, razones y posibles consecuencias. Para en lo adelante proceder conforme a la recién estrenada problemática, y prescindiendo de errores precedentes que, dieran paso al gran vuelco del instante. ¡Más claro no lo podemos visualizar!
Acumular conocimientos nos convierte en expertos y conlleva consumar sabiduría. Napoleón perdió tantas batallas como victorias obtuvo. Sin embargo luego de contemplar el campo sembrado de cadáveres, acostumbraba aislarse para meditar tan sesudamente los orígenes de su fracaso como éxitos del enemigo. Eso hemos leído recién, y sin duda encierra una lección sinceramente aconsejable a la vice presidenta de Argentina. Eso del suicidio es una falsa solución cuya realidad se resume en demostrar debilidades, impotencia y cojeras de sus portaestandartes. A la adversidad no se le huye; al contrario hay que afrontarla. La valentía se demuestra en la prueba.
A propósito, hace poco los cubanos perdimos debido al suicidio, una pluma internacionalmente famosa. ¡Caramba qué triste! Ahora al autocerrársenos un cuadro tan altamente apreciado, debemos concluir asi. ¡Mientras nosotros oramos repletos de dolor! ¡al mismo tiempo desde La Habana, Raúl Castro canta albricias de jolgorio! ¿Qué os parece? ¡Patético! O ejemplarizante. ¡No, jamás, esa idea de quitarse la vida, ni siquiera cabe barajarse!
Por supuesto que no simpatizo con la señora Kirchner. Aunque aprovecho su demostración palmaria de apasionada debilidad, para reforzar mi curiosidad por el señor Javier Milei, al menos algo nuevo. Renovación del elenco. Sangre fresca. Variedad de cartas apostando sobre la mesa. Los cambios hacen la historia novedosa, dinámica, variada; mientras la retranca prolonga el aburrimiento, la parálisis y el tedio. Cuba con sesenta y cuatro años de poder castrista bate todo record de aburrimiento e incapacidad gubernamental. Respecto a don Andrés López Obrador presidente de México. No tiene nada que temer, el señor Milei no es otro Hitler ni la trágica carrera del tirano nazi comenzó de manera comparable a lo que ahora presenciamos en Argentina, por fortuna. Cuando alzamos en exceso el diapazón unos y otros quedamos sordos. Se pierde el sentido de la realidad y lo peor también del humor.
La gravedad de semejantes temores retuerca en probarnos el pantano regional a que hacíamos referencia recién, Emiliano. Nuestra exacerbación de pasiones y escasa sobriedad de criterio frente a cualquier inesperado. Con frecuencia sintiéndonos incapaces de exponer intereses, argucias o equilibrar sentimientos, acudimos al holocausto, la tragedia, dar el show, el escándalo que suelen resumirse en sonora trompetilla. No pienso que cualquiera de estas situaciones sean inverosímiles en El Parlamento británico hoy en día, pero de lo que me siento convencido es de que quienquiera que se exprese en términos similares a los citados por doña Cristina o don Andrés señalarían profesionalmente el final de sus respectivas carreras políticas. La espina dorsal de tamaño despropósito descansa en el tantas veces martillazo: la conversión del poder en altar, genuflexos con brazos abiertos y la devoción a la fuerza.
A todo pesar y lejos de ello. El poder es un medio, jamás el fin. Nada más errático, cegato o mejor dicho desquiciante. En la fluidez de cualquier progreso político, la ganancia del poder debe desmigajarse con profesionalidad, eficacia, que es bastante en el universo de los cuerdos. Cuando estamos arriba vemos y juzgamos conforme al anteojo; sin embargo al verificarse el cambio el anteojo se vuelve al revés. He ahí la verdadera ganancia del político de oficio ducho, su capacidad de extraerle el jugo a una situación en reversa. Aprovechar las brechas, premio óptimo y típico del veterano. En esto también Bonaparte supo legarnos valioso aprendizaje.
Pero hay más en cartera. El descubrimiento de la verdad y desecho de la propia infalibilidad. Sólo cuando se evalúan serenamente las razones del adversario, una vez reocupado el espacio vaciado por nuestro contrincante, saboreamos el dulce o vomitamos el acíbar sobrante en el asiento desocupado. A todo esto en cuentas resumidas lo bautizo con una virtud propia de políticos y sabios antiguos Pericles, o Séneca por ejemplo, y se llama la experiencia. ¡Cuán lejos estamos de ello por ahora en nuestro querido subcontinente americano!
Punto y aparte me alisto en apaciguar los temores del señor López Obrador. No se inquiete, don. Ni hay moros en la costa, ni peligro alguno de suásticas tenebrosas caso de cambios en Argentina. Por el contrario hace buen rato que los humos facistas huelen y escapan de La Casa Rosada ocupada por el peronismo. Es el mismo partido lidereado por el general Juan Domingo Perón que ostenta su nombre y quien durante la Segunda Guerra Mundial militaba como aliado de los nazis en calidad de no beligerante, y de la mano por tanto a la Falange presidida por el general Francisco Franco y Bahamonde.
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