Advertencia indispensable: artículo rechazado por tres medios internacionales de habla hispanoamericana.
Cambio de impresiones entre José Vilasuso y Emiliano Pérez Castellano. Amistosa y cordial respuesta al fraternal periodista don Pedro Corzo.
José Vilasuso: Saludos Emiliano. Finalizamos de leer la enjundiosa colaboración rubricada por nuestro fraternal Pedro Corzo en la que posibilita vientos populistas para la Cuba futura espejeando tristes experiencias del ayer argentino. Intereso su opinión. Mi opinión no conincide con la sugerida por el compatriota común y admirado, profesor. Por esta vez no lo puedo acompañar. Fundamente usted su criterio, por favor. Escucho.
Emiliano Pérez Castellano.- Mire profe, seré breve. Me limito a un sólo punto. Antes que nada Cuba no es Argentina ni sus historias comparables; como tampoco los tiempos del peronismo tradicional fueron paralelos ni homólogos al castrismo presente. Hoy el tiempo corre volando, dado el impacto generacional e impulsos tecnológicos por no citar otras causales. Todo cuanto don Pedro Corzo haya publicado en Cuba Democracia y Vida,ORG yo lo suscribo. Nuestro eje de distanciamiento comienza a entresacarse tan pronto reconozcamos acontecimientos, participantes, episodios, entes y agentes protagónicos genitales de las respectivas nacionalidades. Toda entidad nacional auténtica fue engendrada con su ADN. La Cuba martiana por ejemplo, germina en el seno del alma española; aquellos pioneros fueron súbditos fieles a la corona de Fernando Séptimo, don Francisco de Arango y Parreño pongo como ejemplo. Si bien no es menos cierto que los primeros mártires (habaneros) datan de la década de los años veinte, siglo XIX; en reverso y realidad la nación cubana como tal no es entidad política claramente delineada hasta culminar la obra del Apóstol José Marti. (Manifiesto de Montecristi,) que presagia e inaugura la gesta gloriosa del año 95. Lo anterior sin desdoro de nadie, lo integraron movimientos regionales, provincias orientales que despiertan piramidales ideas definidoras como aquella del general Máximo Gómez, cito: mi sueño cimero se verificará al ver Antonio Maceo peleando en Pinar del Río, termino la cita. En otras palabras, el general Gómez soñaba con una unidad nacional que aun no se veía cuajada ni en próceres de la talla Maceo. Vino la República, 1902, peregrinaje cauteloso, y sólo hasta 1933 no se adquirio la total independencia nacional. Somos pues una nación joven convertida en ficha del complejo tablero de ajedrez internacional desde 1959 hasta la fecha. No es pues menos discernible que, una vez superada la maldición infernal de que nos sabemos juguete hasta hoy, el peso de la primera superpotencia mundial no se verá removido por contrafuerza, ni campeón con doble ni triple corona y guantes de oro. Ahí encarna y encarnará hasta que el manco eche dedos. Lo que venga luego lo veremos con ojos claros serenos, pero su impronta norteña, libre y democrática con que la previo el bayamés insigne José Antonio Saco es inamovible.
EPC.- ¿Desea agregar algo en referencia a Argentina?
JV; Por supuesto, mire usted. Haciendo historia. Principiemos por el principio, una vez consumada la independencia de Las Provincias Unidas del Río de la Plata, julio 9 de 1816, Congreso de Tucumán, lo que hoy conocemos por República Argentina emprende la lucha continental en pro de la independencia; era imprescindible cortar los lazos extramuros con la metrópoli; los rioplatenses lejos de instrumentos de vecinos poderosos son ellos los poderosos vecinos quienes se lanzan a crear nacionalidades libres y soberanas. Cuán noble, gallarda e inimitable fue su misión. Expedición del general José de San Martín que libera Chile y parcialmente Perú.
EPC.- Profe, aclare la importancia del Perú.
JV; Con gusto, el Perú era la sede del virreynato vecino; por lo tanto cabeza continental del imperio español. Si Perú permanecía como la entidad citada, es decir fortaleza beligerante, la independencia sudamericana no estaría segura. Recuerde que por entonces y de hecho se jugaba el destino de las futuras repúblicas Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador; así como Uruguay y tal vez hasta Paraguay. Pero hay más aclaratorio en cartera. Anótelo usted. Según ciertos historiadores Argentina originariamente no se liberó de España, sino que la ciudad de Buenos Aires cabeza del virreynato del Río de la Plata protagoniza un proceso emancipador inciado con la derrota de Inglaterra, cuya fuerza invasora resultó vencida por los bonaerenses convocado el cabildo abierto desde 1810. Contrastablemente cuando en Buenos Aires se confirmaba la amenazante presencia británica, el Virrey Baltasar Gutiérrez de Cisneros huye precipitadamente a Córdova.
Fíjese y compare usted el distanciamiento oceánico entre nuestra islita caribeña que, aun en el presente progresiva y nuevamente se entrega en manos de Rusia. Adviértase; aquí no caben, no resta espacio para supuestas o imaginativas evoluciones populistas moderadas producto de la lucidez plenaria de nuestro admirado compatriota. Muchísimo menos rastros borrosos, rezagantes, rezagos fidelistas. A la sazón la superpotencia del Plata, acaba de estremecer al mundo con giro de noventa grados para el despojo, oreo, espolvoreo y fumigación de los escombros populistas.
Está claro que, cualquier superpotencia ejerce supremacía por encima de vecinos subalternos. Como a la recíproca. Todo lo cual inaugura presencias generacionales entendibles y extendidas dadas las lecciones de la geografía y la historia; la historia y geografia. En estos precisos instantes Argentina con su dedo índice se ha encuadrado en bonita escala de la opinión pública internacional; hablando en términos protagónicos, de muchos números y confiando que exaltaciones, arrebatos y desmesuras indesprendibles de una campaña electoral caliente, o mejor hirviendo al vapor, se coloquen a resguardo fresco en la nevera y llave maestra herméticamente cerrada. No es prudente ni sesudo atornillar el liderato, alientos y responsabilidad nacional presente al carisma del señor Javier Milei; repartamos mejor las cargas, venturas y las desventuras que, Patricia Bulrich, Mauricio Macri y otros tantos dirigentes ilustres e ilustres dirigentas sorteen unánimes sus voces, experiencias, audacias, riesgos y trabajo; tango y bandoneón en mano sin Carlos Gardel. Conjuntamente se reabre otra oportunidad de oro bien pulido, reluciente y no molido para que la libertad se haga sentir genuina y contundentemente en favor, provecho y avance de pueblos hermanos otrora tan dignamente representados por aquellos Mariano Moreno, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Manuel Belgrano; pero que jamás vuelvan al abordaje los generales Facundo Quiroga, Juan Manuel Rosas, o Juan Domingo Perón. Menos aun la egifie nefasta, ridícula y trasnochada; vanidad de vanidades caricaturizada por Cristina Fernández de Kirchsner
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