El Funeral de Navalny o el LLamado Mundial a la Vida y la Paz. La muerte de los hombres insignes debe despertarnos a la grandeza de vivir en paz. Conversatorio entre José Vilasuso y Emiliano Pérez Castellano. 8 de marzo de 2024
E. Profe, dígame ¿cómo percibe las noticias de la actualidad? JV. El ritmo de los acontecimientos internacionales por ahora no puede calcularse cómo más rebasante de lamentos y disolvencias, Emiliano. Lo que a su vez no obstaculiza para puntualizar y resaltar episodios connotados que sobrepasan alentadoramente cálculos y estimados.
E. Cíteme uno.
JV. Cito el funeral de Alexei Navalny, acontecimiento mundial de altas dimensiones históricas.
E. Sus razones……………
Vea usted, nuestro querido mundo occidental, democrático, libre, capitalista, etc, se impulsa a una velocidad no registrada por el camino de la tecnología avanzada. Basta salir de la cama, abrir, y ojear la primera página de cualquier diario y leeremos en grandes titulares noticias, informaciones, hechos reveladores que, de una u otra guisa nos sitúan al corriente sobre innovaciones, técnicas, proyectos en estudio, en camino o logrados y probatorios de una sociedad que apenas hace pocos años parecía ciencia ficción. Los dichos mecanismos no son proyectos, sino aparejos adheridos al trabajo cotidiano. Luego entonces, sería faena de retrógrados todo ensayo, intento, aguaje retroactivo cuando las naves enfilan tal proa cortante hacia el devenir.
E. Prosiga, profe
En el derrotero. Nos ajustamos pues al compás del reloj. Mientras nuestro Occidente cultural se interna entretenidamente por aquellos vericuetos de sus impensados enmarcados a cada jornada. Al otro lado de la historia, Rusia prosigue cultivando su ancestral itinerario de rivalidades y partidismos. Para algunos se sugiere el renacer de la Guerra Fría. Conceptos, competencia, señas de identidad a la hora de las transformaciones nos conducen camino abierto en pos de encarar lo inevitable. El encuentro fatal. No obstante la historia no se detiene, no se ha detenido jamás. Por consiguiente sería absurdo jalar cualquier retranca en busca de imposibles. En otras palabras de cambios. Tópico inquietante ante los ojos de Moscu, al menos ante quienes ostentan la batuta del mando. Por ello continúan palanqueando el sello rojo retardatario que se remonta a un pasado inadmisible, la represión. Artefacto olvidadizo que en nuestras escuelas apenas se vislumbra cual bache de la carretera. Hoy día la represión constituye prueba inequívoca de un ayer empedernido y asustado por sólo escuchar alguien que piensa con su cabeza y lo expresa en público. Suena a campanillazo despertador a la tres de la madrugada. Ruido molesto e impertinente perturbador del sueño perpetuo en que deambula el carachata y calvo durmiente, Vladimir, Vladimirovich Putyn. Lo mas curioso de la política moscovita actual lo esclaviza en un hondo, sinfondo estancamiento de un trasfondo que, para Occidente El Viento se llevó. Dilema simple de perspectiva. Merodeo circunscripto a problemáticas y engranajes diferidos aunque no incompatibles. Mucho menos enemigos. Espacios sobran para que cada cual viva y duerma en paz de sol a sol. Luego entonces me pregunto. ¿dónde reside el conflicto? Mi respuesta humilde; en la fuerza arroyadora de la censura reforzada por el prejuicio, distanciamientos y las prevenciones. He ahí el verdadero dilema. Si nos interrogamos barajando entre las incógnitas difícilmente esclarecedoras del misterio, nos convenceremos de que la peor víctima de la censura es el mismo censor. Me recuerda al veneno que el suicida se aplica a ojos cerrados con mueca de repugnancia, amargura y mal gusto entre los labios. No porque crea o lo contrario en el embuste que se impone, sino merced a la potencia intrínseca que la mentira despliega al obstruir el deslizamiento y florecer de la transparencia monda y lironda. No, la mentira a nadie engaña, nada aclara, ya que su objetivo se circunscribe a recubrir la verdad y de ahí no pasa, signo de menos según el álgebra. Se desemboca pues en la verdadera cuestión una vez que pongamos los zapatos sobre el mosaico. Comprendamos que aquí no ha pasado nada y Vladimir Vladimirovitch puede acostarse a dormir tranquilo en su cama mullida solo o bien acompañado. Ah pero a la par surge el efecto del innecesario entramado, imprevisible lastre de los imprevistos. Resulta que se había originado una farsa tremendista semillero de acólitos altamente involucrados; por consiguiente inconformes con aires de calma sorpresivos. Nuevamente asoma su jeta el poder. Ya Rusia no puede dar marcha atrás, no sabe cómo reemprenderla. Se reconoce fuertemente enrroyado en una carnicería indesprendible a quien ostente las riendas del Kremlin y como en todo autoritarismo absoluto no se perciben ni reconocen fronteras. La fórmula mas simple a la vista impone el cierre de ojos y acatamiento incondicional de la mentira. En mal romance lo bautizamos por el compromiso. Están comprometidos con su ayer. ¿Se entiende esto?
E. Entonces
JV. Entonces es que el sinsentido nos acogota, martilla y retuerce. Hemos alcanzado unos bordes que parecen borrar la no tan lejana propuesta del presidente George Bush dirigida a Vladimir Putyn, Cito, lo invito a incorporarse a la Otan, termino la cita. Desde luego que la negativa era de esperarse. Conversaban en dos idiomas no deseados para entenderse. Para entenderse se require un consenso, flexibilidad, voluntad buena y mínima en pocas palabras. Actitud imposible de digerir en el dictador ruso, bajo el peso gravitante de todo lo preexpuesto. Desafortunadamente de haber aceptado la oferta Rusia hubiérase visto relegada a peón de un tinglado unificador cimentado en Occidente y por lo tanto a rastras de intereses, culturas y naciones más avanzadas, modernas, ágiles donde la palabra guerra suena a pasado lejano con escaso y muriente eco sin reflejos.
E. Entonces ¿cómo explicarnos la política actual del Kremlin?
JV. Lo dicho, Emiliano. La autoencerrona en un ayer que perdio su funcionalidad, y perdóneme la comparación; atemorizados, no sabiendo ponerse al corriente con la historia como los reptiles mas temibles abre sus fauces feroces, prueba irrefutable de su poder. Putin acaba de amenazar al mundo con la guerra nuclear. Términos superlativos de oscurantismo, atraso, estancamiento, terror. No lo discutamos. Hay que discernirlo. Es urgente por tanto una movilización mundial por la paz, suplicamos las oraciones de todos los hombres, creyentes y/o ateos; puesto que Dios escucha a todo hombre que piense con rectitud, idearios aparte. Los espeluznantes retratos de Hiroshima y Nagasaki deben reproducirse y circular profusamente por todos los medios al alcance de la mas certera y abarcadora geografía. Nos jugamos la vida. ¿No os parece importante? Merece la pena. Pensemos que aquellos horrores de 1945 apenas rezagan los cuartos imprescindibles en cualquier artefacto nuclear moderno conocida hasta hoy. Pregunta. ¿y el que ignoramos?
Si, Occidente actúa con responsabilidad, cordura y experiencia. Sabe que responder en los términos de Putin equivaldría hacerle las segundas, seguirle la corriente, treparlo a la tarima de primera plana a que aspira incondicionalmente, pero carece del flux ajustable. Como lo describio Svletana Alexeievitch es un político de Pacotilla en franco retrocedimiento al mostrenco histórico de la Guerra Fría. Recordemos pues los esfuerzos, ardores y trabajos librados por la mejor diplomacia de aquel momento, hasta alcanzar la proscripción de las pruebas nucleares. Logro saludable, jornada invaluable y tranquilizadora de sistemas nerviosos escenificada cuando los dirigentes de las superpotencias daban paso a sabiendas o lo contrario, a la etapa mas seria, caritativa, y constructiva del pasado siglo culminando en 1989 con la Revolución de Terciopelo. E. Bonita etapa fue aquella, maestro.
JV. Bonita aunque demasiado avanzada dado tantos gobernantes de Pacotilla que siguieron los pasos a Gorbachov, Yelsyn, y/o a próceres de los derechos humanos como Andrei Shajarov. Basta el nombrado inquilino permanente del Kremlin para resumir el conteo de la gran desilusión contemporánea.
E. Entonces por todo esto ¿qué significa la muerte de Navalny?
JV. Significa el camino abierto que nunca se cierra para los hombres cuando reflexionamos correctamente. Es tan profundo como sencillo. Expresivo como convincente. Mire usted, hemos vivido tan constante, asidua e intensamente la historia que nos restan escasas páginas para cerrar el tomo relator mayor de nuestra asignación. No podemos menos pues que fortalecer los basamentos doctrinales de la verdad suprema, meta de todas las empresas nobles a la vera del camino, Se llama la superación del primitivismo arcaico y por tanto La Conquista de la paz a todo nivel. He ahí el cenit de nuestras aspiraciones. Confirmado, la guerra no tiene razón de ser. No corrige los errores y defectos del otro porque todo lo destruye y nada deja a flote. No hay vencedores ni vencidos; vencidos somos todos a manos de los otros y trasquilados sin excepción entre carbones encendidos y cenizas humeantes. Si contabilizamos el derroche de recursos invertidos en Ucrania por ambos bandos, nos asombraremos dado lo incalculable del rédito obtenible en alimentos, medicinas, libros, mapas, laboratorios, vivienda, hospitales, vestido y calzado, información, juguetes, comunicaciones y transportes, etc. ya que como en una ocasión titulamos una columna publicada en P.R Dos Soldados en el Frente, uno soldado ruso, el otro soldado ucraniano, pero dos soldados muertos. No cabe duda. Nuestro propósito requiere firmeza. Juan Pablo II en mas de una oportunidad enfatizó. Cito, no tengan miedo, termino la cita. Lo razonable, admirable y justo de nuestra demanda arroja suficiente poder de convencimiento para sostenernos innumerables veces al pie de la letra y del cañón. No echemos mas leña al fuego, por humanidad. Nada habrá de resolver y la carnicería proseguirá derramando la sangre, las lágrimas y desgarramientos a borbotones.
Por ello el sepelio de Navalny enarbola el estandarte de la sensatez que debía pulular en Occidente. No a la Guerra, gritaban los rusos frente a la Iglesia del Icono de la Madre de Dios, este grito de inteligencia, practicismo, dignidad humana es el que nosotros debemos enarbolar de conjunto callejeando diariamente para unirnos a los rusos y restantes terrícolas renuentes a desaparecer calcinados por las infernales maquinarias tecnológicas modernas que harían de Hiroshima y Nagasaki una especie de entretenimiento veraniego.
El nombre de Alexei Navalny no puede echarse al olvido. Su cadáver augusto debe nutrir y lubricar una vigencia piramidal en el eje de nuestros corazones, las palabras de su viuda Yulia Navalgaya conmovedoras, evocan el romanticismo, el amor, espiritualidad y la vida revividos gloriosamente por Alexander Solshenitsyn y que han de pervivir por encima de nuestras tecnologías, planificaciones y especialidades robotizantes.
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