La caída del precio del níquel desmiente el optimismo del Gobierno cubano El experto William Pitt, dueño de minas confiscadas en la Isla, señala que las compañías reducen sus inversiones 14ymedio 12 de abril de 2024
Junto a una pantalla que transmitía la acción de una flotilla de camiones, retroexcavadoras y maquinarias, el director de Minería en Cuba, Joaquín Ruiz Quintana, aseguró este miércoles que Cuba planea exportar 50.000 toneladas de níquel este año. La cantidad, anunció el directivo sin disimular el entusiasmo, llegará a 100.000 para 2030 si los negocios con la minera canadiense Sherritt siguen viento en popa.
Y todo parece indicar que seguirán, opina Telesur, que envió un reportero a constatar los resultados de las "millonarias inversiones" de Sherritt en tres enclaves mineros de la Isla: Moa, en Holguín; San Felipe, en Camagüey; y la sierra de Cajálbana, en Pinar del Río. "Lamentablemente, la minería hay que hacerla de forma sostenible", dijo Ruiz Quintana, que sugirió que el "cuidado del medio ambiente" –y, claro, la "persecución financiera" de EE UU– es el único límite que tiene la explotación minera en Cuba.
El empresario William Pitt, que ha denunciado no pocas veces en este diario el expolio del Gobierno cubano a las minas de la familia Pitt-Wasmer –varias de ellas en Moa–, no está tan convencido de las previsiones de Ruiz Quintana. Pitt, que considera un espejismo los datos que ofrece el directivo, es tajante: ni Sherritt ni otras compañías mineras, como la australiana Antilles Gold, "van a sacar las castañas del fuego al Ministerio de Energía y Minas".
Según Pitt –que no solo conoce bien las minas que Fidel Castro confiscó a su familia en 1960, sino que ha tomado medidas legales contra Sherritt– las inversiones "crecientes" que el oficialismo atribuye a las mineras extranjeras que operan en la Isla van en picada. La explicación está en el mercado mundial, "donde los precios de los minerales que Cuba produce se han desplomado".
El caso del níquel y el cobalto ilustra la situación. Una tonelada métrica de níquel se cotiza en 17.439 dólares, mucho menos que los 23.894 de hace un año por esa cantidad. "Al precio actual sería necesario aumentar la producción de níquel en un 36% para lograr los mismos ingresos monetarios de hace un año", explica Pitt a 14ymedio. Esa necesidad de vender más metal a un precio menor quizás explica la urgencia de Cuba por duplicar, para 2030, la cantidad de níquel que prevé exportar este año.
En 2023, el país exportó 40.000 toneladas, por lo que el aumento previsto para 2024 es sólo de un 25%, "claramente por debajo del nivel requerido para lograr una producción global que represente un aumento monetario al país".
Otra cuestión –soslayada por Ruiz Quintana en su entrevista con Telesur– es la millonaria deuda que Cuba tiene con Sherritt, una empresa cuya situación financiera actual tampoco es halagüeña y no puede darse el lujo de admitir los retrasos de la Isla. "Son tiempos difíciles para la compañía", analiza Pitt, que subraya –citando el balance más reciente de Sherritt– la acumulación de 173.701.615 dólares de deudas que vencen en menos de un año, más 338.681.810 dólares de deudas que deberá pagar más adelante.
Para pagarlas, Sherrit tiene en sus cuentas unos 87.214.200, más las deudas que debe cobrar a países como Cuba, y que suman 95.923.740 dólares. No es una situación "saludable", concluye el empresario, y ya los analistas han calculado que la tasa de crecimiento de Sherritt caerá un 3,3%. La previsión ha espantado a los inversionistas.
Estas baterías ahora utilizan otros minerales", explica Pitt. Ahora, ambos metales se usan más en la fabricación de acero inoxidable –su aplicación clásica– o en dispositivos y maquinarias.
El segundo punto de tensión entre Sherritt y Cuba es la energía. La empresa abastece a tres importantes plantas eléctricas cubanas: Varadero (Matanzas), Boca de Jaruco y Puerto Escondido (Mayabeque). Los impagos de La Habana a Sherritt por su gestión en estas instalaciones fueron la razón por la que Cuba tuvo que aceptar el llamado "canje de cobalto": la sobreexplotación del mineral a cambio de los más de 263 millones que el régimen debía.
No ha sido suficiente. Ahora Sherritt tiene en la mira los yacimientos de Yagrumaje, Camarioca y la Delta, en Punta Gorda (Holguín), que "el Gobierno de Cuba le ha otorgado ilegalmente", advierte Pitt, puesto que pertenecen a los Pitt-Wasmer y Sherritt lo sabe bien.
Cuba también tiene problemas con la minería de oro, cobre y plata, de los cuales entregó importantes yacimientos a la australiana Antilles Gold. Se trata de las minas de La Demajagua, en Isla de la Juventud; Nueva Sabana y el Pilar, en Camagüey; y La Cristina y Buey Cabón, en la zona oriental. El negocio se ha ido desvaneciendo, asegura Pitt, por el "abandono económico".
Pese a anunciar con bombo y platillo que había cerrado el trato con La Habana, Antilles ni siquiera logró recaudar un millón de dólares para el estudio de los yacimientos cubanos. Como Sherritt, también la empresa australiana necesita un dinero que sus acreedores no acaban de pagar: República Dominicana, por ejemplo, les debe 45 millones, pero antes de desembolsar habrá que esperar el resultado de un largo proceso judicial contra Santo Domingo, también por impagos.
Lo más grave de la gestión de las mineras internacionales en Cuba es la poca transparencia con la que no solo el Gobierno, sino también las propias compañías, conducen sus negocios. Por la sobreexplotación de los yacimientos cubanos se paga un precio que puede expresarse en dólares, pero sobre las consecuencias medioambientales ninguna de las partes se pronuncia. El daño no le quita el sueño a Ruiz Quintana ni al Gobierno cubano, que –según Telesur– han hecho del verbo "sobrecumplir" un lema.
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