Foto: La Ópera de Sidney
Querida Ofelia,
Llegamos a Sídney al alba del 9 de marzo de 2024.
Félix José Hernández.- París, 29 de mayo de 2024.- Desde el aeropuerto hasta el puerto fuimos en un elegante coche rojo. Al llegar el chófer nos ofreció una bolsa roja con el nombre de la compañía de taxis que contenía dos gorros, llaveros, bolígrafos, magnéticos, etc.
Estábamos preocupados, pues al partir de casa en París, no logramos conectar la alarma, pero gracias al servicio de seguridad “Vacaciones tranquilas”, cada día la policía pasó a controlar puertas y ventanas.
Como de costumbre nuestra amiga haitiana taxista Nadège, nos llevó hasta el aeropuerto Charles de Gaulle.
Durante el vuelo de Qantas entre Singapur y Sídney, de madrugada se me cayó al piso mi sortija de oro sin piedra, la que pensaba regalarle a mi nieto. Una azafata se acostó en el piso con una linterna, pero fue en vano, nadie movía los pies. Al llegar a Sidney de nuevo buscamos, pero fue inútil, suponemos que la persona que estaba delante de nosotros se la vio y se la llevó.
No tenemos mucha suerte para los viajes, pues anteriormente me habían robado un abrigo en el aeropuerto Charles de Gaulle, un sombrero Borsalino en Tenerife, un pulso de oro y coral a Marta en Las Canarias y unos pendientes en forma de argollas en Palermo.
Encontramos a bordo a nuestros grandes amigos franceses Daniel y Françoise, los cuales habían tomado el barco a inicios de enero en Marsella y que nos acompañarían hasta el final. Cada día almorzamos juntos y asistíamos juntos al teatro y posteriormente a Le Grand Bar Mirabilis, en donde terminábamos la noche.
Poco después de subir a bordo comencé a vomitar, creo que debido a las crepas de vegetales con las que habíamos desayunado a bordo del Qantas. Me atendió el Dr. Giulio Iozzia, médico siciliano muy profesional y con gran sentido del humor. Le pregunté a cuál santo tenía que rezar para estar bien en este inicio del gran crucero, me dijo :“a Santa Rosalía, patrona de Palermo” . El “milagroso” suero que me curó me lo puso el simpático enfermero rumano, tan guapo que parecía un artista de cine de Hollywood. El doctor me recomendó volver al día siguiente para ponerme otro suero y estar seguros así de que estaba completamente restablecido.
La ciudad más grande y cosmopolita de Australia, Sídney está construida alrededor de uno de los puertos más bellos del mundo. Tomamos el cómodo autocar hasta Macquarie Street y bajamos a pie hasta la Ópera.
Posee bellos parques como el Hyde Park y barrios lujosísimos con casas que valen varios millones de euros.
La famosa obra maestra arquitectónica de Sídney, la Ópera de Sídney, donde pudimos descubrir su construcción única y admirar sus numerosos espacios funcionales.
Continuamos por la zona comercial de la ciudad pasando por delante de los edificios históricos hasta la silla de la señora Macquarie para disfrutar de una vista impresionante de la ciudad y el puerto.
Pasamos por la cosmopolita ciudad de Kings Cross y luego llegamos a la famosa playa de Bondi. Disfrutamos de una breve parada en la playa de Bondi. Regresamos a la ciudad por Paddington, el suburbio victoriano con sus casas adosadas restauradas y ricamente decoradas con encajes de hierro fundido.
Recorrimos el histórico barrio de The Rocks, donde se fundó Australia por primera vez, con su fascinante laberinto de casas adosadas, almacenes restaurados, pubs y cafés.
Nuestro guía francesa fue Beatrice y el chófer Alain, ambos muy profesionales.
La ciudad está inmaculadamente limpia, con grandes avenidas arboladas y grandes tiendas de artículos de lujo.
Tuvimos la mesa reservada durante los 80 días en el Ristorante Albatros con un excelente camarero hondureño, el gran Antonio.
Esa noche después de la cena, como haríamos cada noche, fuimos al teatro a ver el espectáculo. El de esa noche fue un recital de la cantante Hanna Koknockyk, bella mujer con voz estupenda.
Esa noche el Costa Deliziosa partió rumbo a Brisbane, también situada en Australia.
Un gran abrazo desde La Ciudad luz con gran cariño y simpatía,
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