Venezuela: la izquierda latinoamericana tiene gran culpa de esa crisis Por Roberto Álvarez Quiñones Diario de Cuba 16 de agosto de 2024
¿Por qué quienes se perciben a sí mismos como progresistas apoyan a una tiranía criminal anti-progreso a cargo de narcotraficantes, y al totalitarismo castrista?
En la crisis que sacude hoy a Venezuela la izquierda radical latinoamericana arrastra gran dosis de culpabilidad, y también Washington y la Unión Europea. Nunca impidieron, denunciaron, o sancionaron a Cuba por su masiva intervención militar, política y de contrainteligencia en esa nación.
Y precisamente fue eso lo que hizo posible que Hugo Chávez, y luego Nicolás Maduro, se atornillaran en el poder con total impunidad e inmunidad. El proyecto Cubazuela fue diseñado por Fidel Castro y su alumno venezolano. El país sudamericano daría petróleo gratis y miles de millones de dólares al castrismo y este sería el tutor político "revolucionario" y artífice del blindaje contra posibles golpes de Estado, o masivas protestas desestabilizadoras.
En tanto, la izquierda latinoamericana, lejos de romper con la dictadura venezolana, la apoyó y aceptó millones de dólares de Caracas, robados del Tesoro Público, para financiar campañas electorales de candidatos izquierdistas electos presidentes.
La chequera de Chávez facilitó la ola de gobiernos de izquierda
El caso más escandaloso fue el maletín ocupado en agosto de 2007 en el aeropuerto de Buenos Aires, con 790.000 dólares para la campaña de Cristina Fernández de Kirchner. Chávez también financió su reelección como presidenta argentina en 2011, y Maduro lo hizo para Alberto Fernández, electo presidente en 2019.
Independientemente de que el alza de precio de las materias primas ayudó económicamente a los gobiernos de izquierda, no fue pura casualidad que al llegar Hugo Chávez al poder con su millonaria chequera con olor a petróleo comenzara la oleada de gobiernos izquierdistas en América Latina.
Vale mencionar a Lula da Silva, Dilma Rousseff, Michelle Bachelet, Gabriel Boric, Rafael Correa, Evo Morales, Gustavo Petro, Andrés Manuel López Obrador, Mel Zelaya, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Salvador Sánchez Cerén, Mauricio Funes, Fernando Lugo, Ollanta Humala, Daniel Ortega, Tabaré Vázquez, Pedro Castillo, Xiomara Castro.
He citado a 20 presidentes todos aliados de la dictadura venezolana y la "revolución cubana", su Madre Patria. El presidente de México, López Obrador, en 2023, y los dos primeros meses de 2024 regaló a Cuba 7,4 millones de barriles de petróleo por valor de 537 millones de dólares, reveló la Universidad de Texas. Y ha seguido obsequiando unos 21.800 barriles de petróleo diarios.
¿Qué es la izquierda para la izquierda actual en Latinoamérica?
Ante ese comportamiento de la izquierda latinoamericana vayan estas dos reflexiones conceptuales:
1) ¿Por qué la tiranía venezolana y sus hacedores de La Habana son considerados de izquierda si la filosofía política y el quehacer cotidiano de ambas autocracias pulverizan las raíces mismas del progreso, el bienestar y la libertad de los ciudadanos, y la decencia?
2) ¿Por qué quienes se perciben a sí mismos como progresistas apoyan a una tiranía criminal anti-progreso a cargo de narcotraficantes, y al totalitarismo castrista? ¿Solo porque se autoproclaman de izquierda? ¿Qué es la izquierda para ellos?
Demos un vistazo a los orígenes de la izquierda. En agosto de 1789, un mes después de estallar la Revolución Francesa, se debatió en la Asamblea Nacional qué poder debía tener el rey Luis XVI.
En la parte izquierda del gran salón estaban sentados los revolucionarios que querían acabar con la monarquía y el viejo orden semifeudal aún imperante en Francia. Y en la parte derecha los conservadores, que abogaban por una monarquía constitucional parecida a la de Inglaterra.
En la votación, los de la parte izquierda lograron 673 votos y los de la parte derecha solo 325 votos. Aquella victoria marcó el curso de la burguesa revolución de los franceses, el inicio del mundo moderno, y el nacimiento del concepto político de izquierda.
Pero la izquierda francesa fundadora era liberal, no socializante. Y algo fundamental: ni los jacobinos ni los restantes franceses fundadores de la izquierda eran socialistas. Inspirados en el modelo de democracia de Jean-Jacques Rousseau, propugnaban el sufragio universal, defendían el derecho a la propiedad privada, el libre mercado y la democracia plural en que se sustenta hoy la cultura occidental.
El progreso humano se basa en la libertad de los individuos, la libre expresión personal, política y de prensa, el respeto de los derechos humanos, la libre empresa. Y está sustentado en la independencia de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, así como el derecho de los ciudadanos a escoger a sus gobernantes mediante elecciones democráticas.
Nada de eso existe en Venezuela, y mucho menos en Cuba. O sea, la izquierda latinoamericana niega sus propias raíces progresistas. Se basa en un "antimperialismo" mezclado con envidia, que no es otra cosa que el odio a Estados Unidos porque genera la cuarta parte de todos los bienes y servicios que se producen en la Tierra.
Para colmo, esos "antimperialistas" son aliados de Rusia y de China, las dos potencias imperialistas de verdad que se están expandiendo por el planeta para crear un "nuevo orden" mundial autocrático y antiliberal.
Por otra parte, para la izquierda regional solo hay dictadores de derecha. Si el autócrata es izquierdista no es dictador, sino un "líder revolucionario". Por eso Pinochet es el "exdictador chileno", Fidel Castro, el "expresidente cubano", y Miguel Díaz-Canel es el "presidente de Cuba".
Lula, Boric, Petro, y López Obrador ahora critican a Maduro y rechazan su fraude electoral, pero eso no es suficiente. No le exigen que acepte su derrota, y punto. Claro, el dictador no la acepta porque se siente inmune a cualquier intento de golpe de Estado.
Maduro se siente inmune a un golpe de Estado gracias a Cuba
Nicolás Maduro está ensamblado con las Fuerzas Armadas y de Contrainteligencia de la dictadura cubana, que instauraron en el estamento militar de Venezuela un enorme y meticuloso sistema de vigilancia y delación que impide, o dificulta en extremo, las conspiraciones militares contra la dictadura.
El general venezolano Antonio Rivero, exiliado en EEUU, reveló que recientemente que desde La Habana llegó a Caracas "personal cubano con un adiestramiento superior y más profesional en el ámbito de seguridad". Según él, los cubanos han sido destacados en Caracas y en los estados de Miranda, Vargas, Aragua, Lara, Carabobo, Zulia, Anzoátegui, Bolívar y Monagas. También están en Fuerte Tiuna, principal bastión militar del país. Y en el Palacio Presidencial de Miraflores, pues Maduro no confía en sus custodios venezolanos.
La llamada Operación Tun Tun, la actual represión salvaje contra el pueblo venezolano, fue cocinada en La Habana. Es una réplica aumentada (asesinan a manifestantes) de lo que hizo el régimen cubano luego del 11 de julio de 2021, cuando gracias a fotos e informes de chivatos fueron a las casas de miles de manifestantes que habían protestado contra el régimen, los arrestaron y condenaron a penas de hasta 25 años de prisión. Eso ocurre ahora en Venezuela, pero nadie acusa a Cuba de ser copartícipe de esa represión.
El diario The Wall Street Journal ha revelado que el presidente Joe Biden le envió a Maduro un ultimátum en el que lo conmina a irse al exilio antes del 5 de noviembre, con su dinero robado y sin temor a pedir su extradición. No importan los desmentidos posteriores, es muy posible que Washington esté conversando con Maduro y su mafia, aunque no creo que logre que estos entreguen el poder si no se sienten de veras amenazados para que se vayan.
Nadie sabe qué resultado podrían tener esas negociaciones, pero probablemente los cuatro presidentes mencionados (sobre todo Petro y López Obrador) alegarán que son ellos, y no EEUU, quienes deben negociar con el chavismo.
Craso error. Ellos y la Unión Europea se han limitado a exigir que Maduro muestre las actas de los centros de votación, pese a que el 83% de ellas están publicadas por la oposición y garantizan que Edmundo González Urrutia superó al dictador por unos cuatro millones de votos. ¡Por favor!
Por otra parte, no me imagino a Biden enviando a Caracas a los navy seals. Pero con solo un amago, o sea, con preparativos militares en EEUU bien creíbles para la inteligencia castrista-venezolana en suelo estadounidense, muy probablemente se produciría una ruptura en las Fuerzas Armadas venezolanas, y el dictador sería obligado a aceptar su derrota. Sin embargo, no creo que eso suceda, pues los tiempos de Ronald Reagan y de George Bush padre son pura historia.
En resumen, lo más destacable aquí es la culpabilidad que tiene la izquierda latinoamericana en esta crisis venezolana. Y la necesidad que tiene de acabar de soltar el fetiche dogmático tipo Eduardo Galeano con sus inventadas "venas abiertas", y regresar a las raíces progresistas de hace 235 años. Además de que debería romper su luna de miel sexagenaria con la inhumana "revolución cubana".
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