¿Qué pasaría en Cuba si Maduro finalmente cae? Por Roberto Álvarez Quiñones Diario de Cuba 24 de agosto de 2024
'Estamos hablando de Cubazuela, el engendro creado por el profesor Fidel Castro, pobre pero proxeneta geopolítico muy astuto, y su alumno venezolano Hugo Chávez, mediocre pero nadando en petróleo.'
¿Está Nicolás Maduro tan sembrado en el poder como él supone, y hace creer a todos? ¿No hay posibilidad alguna de que caiga? ¿Estuvo alguna vez tan débil políticamente y tan presionado dentro y desde fuera del país? ¿Hubo antes un descontento tan menos secreto como el que hay ahora entre militares venezolanos no vinculados al narcotráfico?
Estas son las preguntas que hoy se hacen Raúl Castro y demás vividores de la cúpula dictatorial cubana y que les impide conciliar el sueño. Porque es demasiado lo que está en juego.
Y es que estamos hablando de Cubazuela, el engendro creado por el profesor Fidel, pobre pero proxeneta geopolítico muy astuto, y su alumno venezolano, mediocre pero nadando en petróleo y millones de dólares. Hoy sin la "zuela", Cuba castrista difícilmente podría caminar.
El rechazo de Maduro a aceptar su derrota electoral y la brutal represión desatada contra el pueblo parecen confirmar el axioma de que los dictadores nunca entregan el poder por las buenas, salvo raras excepciones, siempre que les ofrezcan garantías creíbles de que no irán a prisión por los crímenes cometidos.
Precisamente ese es uno de los temores que cunden en La Habana, pues al parecer la oposición y Washington le ofrecen a Maduro y sus más encumbrados narcosecuaces esas garantías. Pero, además, temen que pese a las apariencias de mucha fuerza militar al final sea expulsado del Palacio de Miraflores el hombre que Fidel Castro puso allí cuando "convenció" al casi agonizante Hugo Chávez de que no designara a Diosdado Cabello como su relevo, sino a Nicolás Maduro, el veterano agente de la Inteligencia cubana desde los años 80.
La maquinaria de vigilancia y delación instalada por Cuba en las fuerzas armadas venezolanas hasta ahora ha impedido conspiraciones militares. Pero "tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe". Hay más peligro hoy que nunca de esa ruptura, pues las circunstancias han cambiado.
Las dos caras de la moneda: una de temor y otra peor aún
Veamos las dos caras de la moneda. En una de ellas se ve el temor de Maduro y sus secuaces a ser juzgados y encarcelados, lo cual los lleva a atrincherarse y a rechazar cualquier negociación para una transición pactada que incluso les otorgue a ellos una amnistía garantizada por el futuro Gobierno de Venezuela y por Washington. Consideran que con el apoyo del alto mando militar pueden mantenerse en el poder por la fuerza ad infinitum.
En la otra cara se advierte que contra Maduro ahora por primera vez se está aplicando la estrategia del sándwich: máxima presión interna y externa simultáneamente.
De la presión interna la mejor expresión fue la paliza electoral del 28 de julio, cuando la oposición obtuvo cuatro millones de votos más que Maduro. No solo eso, según una encuesta de la firma Cati Meganálisis, el 93,4% de los entrevistados dijo que el ganador fue Edmundo González Urrutia. O sea, hasta quienes votaron por Maduro admiten que perdió.
En la presión externa, la ONU, la OEA, la Unión Europea, Washington y decenas de naciones de todo el mundo exigen a Maduro que muestra las actas, o reconozca su derrota. Incluso los principales líderes izquierdistas de América Latina, aliados convictos de Maduro, han tenido que distanciarse un "tilín" del tirano, a quien le deben haber reprochado: "Amigo Nicolás, apretaste, un fraude tan chapucero no podía tener éxito".
Maduro hoy cuenta con apoyo militar, pero está políticamente más débil que nunca, más asediado internacionalmente, la gente ya no tiene miedo de salir a la calle a protestar. Todo eso convoyado por el runrún callejero de que hay descontento en las Fuerzas Armadas.
Y hay algo muy importante: si Maduro y sus compinches no negocian antes de enero de 2025 una salida del poder con la amnistía que al parecer les han ofrecido, y luego son desalojados del poder ya no habría perdón alguno. Irían a prisión, y Maduro a una en EEUU por haber inundado ese país con drogas durante años. Pagaría el mismo precio que Manuel Antonio Noriega.
Por eso Maduro, Cabello, Padrino, Jorge Rodríguez, Amoroso, Saab y comparsa, en privado se estarán preguntando: ¿Nos vamos con los millones de dólares que nos robamos, o nos quedamos y si nos echan vamos todos a la cárcel? Tienen hasta el 10 de enero de 2025 para decidir qué hacer.
El problema es que, si no aceptan ahora un pacto para dejar el poder, ya en febrero de 2025 van a caer sobre Venezuela más sanciones económicas, diplomáticas y políticas. Y habrá otra estampida de millones de migrantes que agravará la falta de fuerza de trabajo, la crisis, la escasez de todo en el país. Todo eso afectaría a la población civil y a los militares, incluidos oficiales de menor rango pero con mando de tropas, tanques, artillería y aviones de combate.
Ah, y otro detalle, el más contundente: una huelga general indefinida convocada por la oposición que paralice a la mayor parte de las actividades del país, sumada a los factores antes mencionados, podría precipitar la intervención de militares para sacar a Maduro del Palacio de Miraflores y facilitar la toma de posesión de González Urrutia el 10 de enero de 2025.
Sin Maduro en Miraflores, el castrismo difícilmente sobreviviría
Regresemos a Cuba. A Raúl "el Cruel" y sus apandillados no les preocupa la mediación "familiar" de Lula, Petro y López Obrador, que solo pretenden vestir a la dictadura con un traje light. Nunca facilitarían la instalación en Caracas de un Gobierno no izquierdista y no miembro del Foro de Sao Paulo, o del Grupo de Puebla.
Lo que les produce pesadillas a Raúl y su pandilla es que, pese lo seguro que parece estar Maduro, al final el cántaro se rompa. Y se preguntan cómo podrán sobrevivir si eso sucede, de dónde van a sacar los cientos o miles de millones de dólares anuales que hoy roban de sus salarios a los aproximadamente 10.000 médicos cubanos y personal de salud, y al menos otros 2.000 "colaboradores" cubanos incrustados en la dictadura venezolana, muchos de ellos manchados de sangre.
Tampoco tienen cómo conseguir los 1.200 millones de dólares necesarios para importar el petróleo y la gasolina que hoy le obsequia Maduro a Cuba, y que, según los expertos, cubre entre el 35% y el 40% del consumo en la Isla.
En Argelia, país petrolero, según Cuban Prisoners Defenders (CPD), por cada médico cubano el Gobierno argelino paga 6.700 dólares mensuales, pero cada galeno solo recibe 450 dólares al mes. Suponiendo que en Venezuela la escala del robo castrista es igual que el del Argelia, el régimen castrista se embolsa anualmente unos 900 millones de dólares saqueados a los médicos y otros cubanos allí destacados.
Por lo demás, el Estado cubano está en bancarrota. El país sufre una inflación asfixiante, hay cada vez menos producción agrícola e industrial, un abismal déficit fiscal, una asombrosa escasez de absolutamente todo. En ciertos segmentos de la población cubana, hay ya hambruna tipo África subsahariana. El 90% de la población de Cuba se encuentra en la pobreza, con falta de medicamentos, con apagones cada vez más frecuentes. Y los sistemas de educación y salud pública prácticamente están colapsados.
La Isla produce menos bienes exportables que nunca para obtener divisas e importar alimentos, medicamentos y todo lo que se necesita. En 2023, Cuba exportó bienes por 2.155 millones de dólares. Compárese con los 13.235 millones exportados por República Dominicana, que antes de 1959 exportaba seis o siete veces menos que Cuba.
La caída de Maduro sería el puntillazo ya mortal a lo que queda de la economía cubana. Y, mucho ojo, no solo eso. Si Nicolás Maduro es sacado del poder, por las buenas o por las malas, los efectos devastadores para Cuba no serían solamente económicos, financieros, y comerciales, sino también políticos, psicológicos, sociales y estratégicos. Todos ellos juntos, constituirían un tsunami de impacto colosal en la sociedad civil y entre los militares no corruptos.
Conclusión: sin el hombre de Cuba al mando en el Palacio de Miraflores, el totalitarismo castrista difícilmente podría mantenerse mucho tiempo en pie.
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