Detrás de todo este gran circo de la “ideología de género” está la perversidad de la extrema izquierda, que a cambio de millones de votos se ofrecen para apoyar todo lo relacionado con estos temas.
(Foto debajo)- En la actualidad se pueden ver personajes como estos por las calles. Dicen no pertenecer a ningún género, o sea, ni hombre ni mujer. Otros dicen autopercibirse como un determinado animal, otros como niños a pesar de ser adultos, entre otras tantas cosas estrafalarias.
Doctor Alberto Roteta Dorado.- Santa Cruz de Tenerife. España.- En los últimos años, a partir del auge desenfrenado de los movimientos feministas y LGTBIQ+, se ha insistido sobremanera en los temas relacionados con el género. La sobredimensión del asunto está premeditada por parte de las tendencias de la extrema izquierda, cuyo fin, demasiado politizado es bien conocido por todos. En este sentido, las organizaciones políticas y sociales de derecha se muestran de manera conservadora, de ahí que sean criticados por los progres en su afán de ganar adeptos por doquier a expensas de sus campañas mediáticas a favor de los cánones de la ideología de género y de las feministas.
Los partidos políticos de la ultraizquierda se presentan como defensores acérrimos de las “nuevas” doctrinas de género a cambio de los millones de votos que las “comunidades” LGTBIQ+ y las feministas les aportan. Se trata en sí de un intercambio de intereses, toda vez que no creo que los llamados progres estén tan interesados en la esencia verdadera de estos asuntos; aunque si en sacarle todas las ventajas a los miembros de dichos colectivos, otrora rechazados y marginados por los propios progres.
Recordemos – algo que no hacen los LGTBIQ+– que durante la etapa del comunismo en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y el llamado Campo Socialista que conformaban las naciones de Europa del Este, así como sus satélites de Cuba, China y otras naciones dominadas por el comunismo, la homosexualidad, el transformismo y la transexualidad no solo eran rechazados y marginados, sino fuertemente sentenciados.
La marginación y el ostracismo alcanzaron su clímax con expulsiones masivas de centros laborales y de estudios, con especial énfasis en las universidades, donde el acceso a la realización de estudios superiores estaba prohibido para homosexuales, sospecha de homosexualidad, o rasgos de amaneramiento – debilidad de carácter, como se le llamó desde el punto de vista técnico para atenuar la crueldad del comunismo–. En el presente las cosas han cambiado demasiado. La izquierda, siempre oportunista y malévola, ahora se presenta no solo como defensora de los derechos de los colectivos LGTBIQ+; sino como el principal adversario de los movimientos de derecha, a los que intentan desacreditar al no situarse en su misma posición al abordar el álgido tema de la “diversidad” sexual y del feminismo.
Una cosa es respetar a aquellos que siendo genéticamente hombres (46 XY) tengan rasgos de apariencia femenina, o por el contrario, a aquellas que siendo genéticamente mujeres (46 XX) presenten rasgos correspondientes al sexo masculino, independientemente a sus preferencias sexuales, que es otro tema, y otra muy diferente es admitir pasivamente que alguien de un sexo sea reconocido como de otro por el hecho de decir que se autoreconoce como un individuo del sexo opuesto al que le corresponde según su genética. Ser genéticamente 46 XY y tener genitales externos e internos correspondientes al sexo masculino es un hecho per se que permite clasificar a un individuo dentro
del sexo masculino. No se trata de una designación arbitraria de la sociedad; sino de un reconocimiento a las inviolables leyes de la biología; algo que es aplicable al sexo femenino. Se es hombre, aunque no les guste, o se es mujer, aunque estén en desacuerdo.
El hecho de que un hombre se sienta como una mujer no lo convierte en mujer, aun cuando se le designe con un amparo legal dicho sexo, como sucede en la actualidad en varias naciones. Independientemente de todos los tratamientos hormonales y quirúrgicos que se puedan aplicar, seguirá siendo del sexo que desde el punto de vista biológico (genético) es. Esto es invariable y no admite discusión alguna, toda vez que no nos conducirá a nada que no sea lo que he firmado antes: se es macho o hembra, hombre o mujer. El hombre, como especie, no admite excepciones en la naturaleza. La división en sexos es aplicable al reino animal, dependientemente de que algunas especies presenten formas de reproducción consideradas hermafroditas o que exista cambio de sexo de manera espontánea – condición excepcional descrita por la ciencia– en algunas especies de animales.
Solo se debe admitir la existencia de los dos únicos géneros existentes a través del desarrollo del hombre como especie. Lo demás es
un gran invento (bigénero, agénero, género fluido, intergénero, pangénero, no binario, transgénero, transexual, trigénero, genderqueer, etc.) y también un gran negocio, tanto desde el punto de vista económico como político. En lo
económico, se enriquecen las industrias farmacéuticas y las clínicas médicas al ser extremadamente costosos los tratamientos a los que se someten quienes deciden pasar de un género a otro. En lo político, porque detrás de todo este gran circo de la “ideología de género” está la perversidad de la extrema izquierda, que a cambio de millones de votos se ofrecen para apoyar todo lo relacionado con estos temas.
Una vez hecho este preámbulo, a modo de introducción, y sobre todas las cosas, luego de haber sido categórico en relación con la existencia de solo dos géneros: masculino y femenino, vamos a analizar algunos aspectos sobre los llamados estudios de género. En un estudio sobre las propiedades psicométricas de las versiones larga y reducida de la Escala sobre Ideología de Género, realizado por varios autores de la Universidad de Granada,
España, se precisa lo siguiente:
“No debe confundirse perspectiva de género con ideología de género.
Mientras que la perspectiva de género es un enfoque analítico sobre las relaciones entre los géneros, la ideología de género es la visión particular que personas o grupos adoptan respecto a dichas relaciones. Se considera que la ideología de género, asumida consciente o inconscientemente, influye en los juicios, comportamientos y relaciones sociales de las personas”.
Otra definición de perspectiva de género, según la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida libre de Violencia, en el artículo 5º, fracción IX es la siguiente:
“Es una visión científica, analítica y política sobre las mujeres y los hombres.
Se propone eliminar las causas de la opresión de género como la desigualdad, la injusticia y la jerarquización de las personas basada en el género. Promueve la igualdad entre los géneros a través de la equidad, el adelanto y el bienestar de las mujeres; contribuye a construir una sociedad en donde las mujeres y los hombres tengan el mismo valor, la igualdad de derechos y oportunidades para acceder a los recursos económicos y a la representación política y social en los ámbitos de toma de decisiones”.
(Imagen Ariba)- La extrema izquierda, en su enfermizo afán de reclutar adeptos para sus andanzas progres del feminismo y de la propaganda de los grupos LGTBIQ+, es capaz de inventarse nuevos cursos, postgrados, másters, etc. Aquí un ejemplo que en breve se convertirá en realidad en España, nación donde, por desgracia, el feminismo es defendido por un gobierno autoritario que dice ser progresista.
En estas definiciones se aprecia la presencia del “pensamiento” y el discurso de los movimientos socialistas, a veces de manera muy incisiva y abierta, otras de manera sutil; pero siempre presente su maléfica influencia. El hecho de destacar la idea de la opresión de género en la definición conceptual antes citada, así lo demuestra. No se trata pues de negar los derechos de las mujeres ni de los integrantes de los grupos LGTBIQ+; sino de no sobredimensionar dichos derechos y hacerlos parecer ante el mundo como víctimas merecedoras de las supuestas bondades que los socialistas les ofrecen.
No obstante, si continuamos revisando definiciones conceptuales relacionadas con los estudios sobre la perspectiva de género y la ideología de género, nos encontraremos otros conceptos en los que se hace especial énfasis en esa defensa exagerada y penetrada por el pensamiento marxista. En este sentido vale mencionar la definición del Glosario para la Igualdad, del Instituto Nacional de las Mujeres, Gobierno de México, donde se expresa: “La ideología de género es un término que se utiliza de manera negativa y despectiva para cancelar o desestimar la diversidad sexual y de género a a que se han ido abriendo las sociedades, las culturas y las naciones”.
Esta acepción, además de los errores conceptuales que tiene, es severamente crítica con el pensamiento conservador de los movimientos de derecha. Por desgracia, la mayoría de los escritos que se pueden consultar sobre el tema tienen implícito el pensamiento perverso, maléfico y oportunista de la extrema izquierda actual. Cuando hacemos referencia a ideología de género, no lo hacemos de manera despectiva ni negativa, lo hacemos desde nuestra posición, esto es, negando la existencia de lo que no puede existir. Como
ya he dicho antes, solo hay dos géneros: se es macho o se es hembra.
Como se expone en las Sagradas Escrituras del cristianismo: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.
Independientemente a las preferencias sexuales, y de manera muy particular a la forma en que supuestamente se pueda autopercibir un individuo. De ahí que la conceptualización antes citada tenga errores teóricos al imponer, de modo categórico, los dogmas preconcebidos deliberadamente por los movimientos feministas, LGTBIQ+, y de manera general por los “progres”.
Luego el citado Glosario para la igualdad ahonda en el asunto al exponer: “Al denominarla ideología se hace referencia al carácter dogmático que se presupone respecto a las ideas de igualdad, empoderamiento y respeto de la vivencia personal de la identidad y la sexualidad. Se rechazan los movimientos feministas y de la diversidad argumentando que van en contra de la naturaleza y de la familia y que operan poniendo en peligro el orden
social establecido” (...) “La ideología de género no existe como categoría dentro de las ciencias sociales, es un constructo que busca denostar las reivindicaciones de los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual”.
Le llamamos ideología de género, no porque seamos dogmáticos, como se expresa en el citado concepto, sino por el hecho de tratarse de una imposición teórica de dudoso carácter científico con muy débiles argumentos subjetivos, o sea, no demostrables, los que se aplican a la amplia “diversidad” de “géneros” nacidos sin un fundamento que así lo respalde. El hecho de que alguien afirme que no se identifica con ninguno de los dos géneros establecidos, o sea, que no es ni hombre, ni mujer, no le ofrece credibilidad desde el punto de vista científico. Se trata de una afirmación de carácter subjetivo que jamás será demostrable. Será solo una dudosa hipótesis que quedará para siempre como una idea carente de fundamentación.
Lo antes expuesto para explicar por qué le llamamos ideología de género, no de manera despectiva, como pretenden presentar los movimientos de la izquierda radical, es aplicable a todo lo relacionado o derivado de ese disparatado reconocimiento a la “multitud” de géneros en el contexto presente.
Entre otras cosas, vale mencionar las presentaciones pseudoartísticas de centenares de hombres transformistas imitando a sus “divas-ídolos”, las celebraciones del llamado día del orgullo (¿de qué hay que tener orgullo?), las discotecas gais, el espantoso lenguaje inclusivo, entre otras tantas barbaridades que solo puede salir del enfermizo pensamiento – si es que tienen pensamiento– de la ultraizquierda marxista actual.
Click en este enlace para que lea la II Parte.
albertorot65@gmail.com |