ORDENADORES, Sí; INTERNET ¿TAMBIÉN?
Por: Iria González-Rodiles
Ninguno, de los 553 millones de usuarios de Internet en el mundo, es cubano. Sí, lo reitero y reafirmo: el acceso absolutamente libre a la red de redes no está al alcance de ninguno de los once millones de cubanos que residen en la Isla (1). Porque los pobladores de Cuba son cautivos hasta en la información.
En la Isla nadie, ni nada, es libre. Tampoco el acceso a Internet, aún cuando exista la dócil sumisión del ciudadano al sistema totalitario impuesto.
Incluso, la élite de "elegidos y debidamente autorizados" por el régimen -dados sus estrechos vínculos con el gobierno- se encuentran bajo completo control, con bloqueos y vigilancia. Y con la perenne amenaza de cancelación en dependencia de lo que escriban o reciban hasta en los mails personales.
No se escapan, por supuesto, los centros de Internet en los cafés, hoteles y otros sitios: el Servidor cubano concede -o no- el acceso y lo chequea. Si por esa vía sale algún mensaje que intenta volar como Juan Salvador Gaviota (2), es porque el control gubernamental lo permite según le convenga... y hasta un día.
O sea, lo utiliza como propaganda a "ciertos límites" tolerables, permisibles, por parte del régimen... o como contrapropaganda a las verdades que se publican en el mundo democrático sobre la ausente libertad de expresión en la Isla.
Desde luego, después viene la respuesta externa -no siempre existosa o acertada- del lado opuesto. Es como un juego de inteligencias, en su acepción más benigna. Y tampoco siempre es posible distinguir entre víctimas y cómplices. Hasta otro día.
El blof (3) del régimen
Algunos reportes provenientes de la Isla, por parte de la TVE y de la AFP, dan una versión un tanto edulcorada, entusiástica y efusiva del asunto. Dice la AFP:
"El acceso a las nuevas tecnologías desencadenó el proceso. Las memorias flash circulan de mano en mano, en el mercado negro se consiguen desde computadores hasta HDD Media Player, y "por la izquierda" (ilegalmente) por 18 dólares al mes se tiene servicio de correo electrónico. Todo un reto y un contrapunteo con los medios oficiales que, según los blogger "por cuenta propia", se expande en Cuba como un virus informático".
No dudo de la eficacia del mercado negro en la Isla: como cruel paradoja, sé que el "invento" (4) nos ha sostenido a los cubanos ... y al gobierno. Tampoco dudo que, de forma temporal, sea posible burlar la censura y el control policiaco establecido para el ciberespacio -y para todo- en Cuba, si se cuenta con esa misma picardía que nos posibilita, nos ha posibilitado siempre, la sobrevivencia durante casi medio siglo.
Pero la Policía Política no se 'chupa el dedo' (5) y, de ningún modo, pasaría por alto los asuntos "político-ideológicos" que conciernen a las reglas del establishment, porque, en ese terreno, la complicidad o la negligencia oficiales constituyen actos de suma gravedad y como tales se pagan. Sería un equivalente a "traición a la patria" (donde "la patria", por supuesto, se sustituye por el Partido, el Estado, el régimen).
Por demás, las fuerzas represivas no necesitan piratas o hackers o scripts -nada- para liquidar todo intento por romper el bloqueo informativo o cualquier intercambio de información. Pueden proceder de forma impune y dentro de la ilegal "legalidad socialista", como lo han hecho siempre: con medios técnicos indirectos o con métodos directos, como las represalias o la coacción al ciudadano, personalmente.
Basta recordar a los desmemoriados que, existen muchos 'Juan Salvador Gaviota', ciudadanos que por escribir -no por conspirar- están cumpliendo monumentales años de prisión en la Isla desde una fecha tan cercana como la Primavera Negra de Cuba del 2003. Otros, tuvimos que partir hacia el exilio. De quienes olviden esto, se puede esperar cualquier otra 'cosa'.
La desmemoria orweliana
Pero hay mucho más en materia de la "desmemoria histórica" respecto al mundo de la información y las comunicaciones -hechos recientes, también-, tales como el retiro y prohibición oficial de las antenas parabólicas; el exterminio de todo tipo de literatura -libros, periódicos, revistas- considerados como "libelos contrarrevolucionarios"; la interferencia de Radio y Televisión Martí; la extracción de los dispositivos -en los radios y televisores- que posibilitaban la conexión internacional; la instalación de teléfonos fijos sólo para determinadas personas con "méritos revolucionarios" (en moneda nacional); o incluso, que cualquier papel mimeografiado pueda constituir un delito de "propaganda enem iga".
Hasta ahora, hasta el preciso momento en que redacto este artículo, es así. Todo el monopolio de la información y sus medios se encuentra en manos del régimen.También Internet. Nada, ni nadie, se salva de la censura, la vigilancia y la represión.
No en balde al frente de la Informática en la Isla se designó a Ramiro Valdés, una de las figuras considerada entre las más 'duras' del staff represivo. Tanto, que aún cuando Fidel Castro -en un vídeo exclusivo para militantes del Partido- lo consideró "un obstáculo para la Revolución", no corrió la triste suerte de otros generales (como Ochoa o La Guardia, en su mal momento): Ramiro sólo fue destituido como Ministro del Interior.
Pienso que las conexiones o la navegación no autorizadas o por supuesta "cuenta propia" requieren ciertos conocimientos técnicos en informática y, quienes no los posean, necesitan una buena cantidad de dólares para costear el soborno por el servicio que, además, resulta impagable para la inmensa mayoría de los cubanos:
(18 dólares en Cuba es el sueldo que al mes cobran algunos profesionales: equivalen a unos 360 pesos -moneda nacional- y el promedio de salario mensual apenas sobrepasa los 200 pesos). (En cuanto los cibercafés, hoteles y otros centros con Internet, si la hora cuesta de 7 a 10 dólares, un ciudadano común tendría que emplear más de la mitad de su sueldo mensual por un turno, y ¿con qué sobreviviría, entonces?).
Dadas las escaseces y el deterioro de la vida en Cuba, casi la totalidad de los ciudadanos invierte la moneda fuerte que recibe -por cualquier vía- en aliviar la deficitaria alimentación que se padece en la Isla y en la reparación de la vivienda, para que un desconchamiento o un derrumbe parcial o total, no les provoque la muerte, aunque la vida que llevan esos ciudadanos comunes equivale a morir un poco todos los días. Ésas son las dos prioridades más sobresalientes de toda la desgracia.
¿Ordenadores sin Internet?
Pero, ¿y la venta de ordenadores? De cierta forma, ¿no augura la posibilidad de que el gobierno autorice una conexión de Internet a más ciudadanos? Probablemente, pero con iguales restricciones y vigilancia; nunca, con absoluta libertad para la navegación por el ciberespacio. Y, continuará siendo pagable en dólares, es decir, para unos pocos. Así, el régimen matará 'dos pájaros de un mismo tiro' (6): recauda divisas, pero limita el acceso.
¿Por qué? Porque la navegación, realmente libre, en Internet significaría la pérdida del monopolio informativo (o, más bien, desinformativo) en una parte de la población, junto a quienes la circundan. Para quien no conozca cómo somos los cubanos, diré que basta que uno tenga, por ejemplo, un televisor en colores con vídeo, para que otros, que no lo poseen, acudan a ver los filmes en la casa del propietario. Y este, para evitarse problemas con el Comité de cuadra (7), por tanta entrada y salida de gente en su casa, extiende la conexión para que sus amigos o vecinos puedan disfrutar los filmes en su propio hogar.
De tal modo, una conexión totalmente libre a Internet, como ocurre en el mundo democrático, supone el acceso, por ejemplo, no sólo a las grandes cadenas informativas internacionales -como la CNN, BBC, Sky News, Euro News-, sino también a las de todo el mundo, incluyendo Radio y TV Martí, que gozan de gran interés popular... y de una pródiga y costosa interferencia, por parte del régimen cubano, a pesar del infortunio económico que sufre la Isla.
Por lo tanto, si el acceso sin restricciones a Internet experimentara el "levantamiento de prohibición", ya el monopolio informativo gubernamental no tendría un efecto totalmente abarcador, como hasta ahora. Esta confrontación al duro, este intercambio tête-a-tête con el mundo democrático, no lo resiste el régimen o teme no resistirlo.
Pero, entonces, ¿cuál es el propósito de la venta de ordenadores o la propaganda de acceso -mediante la ilegalidad o la pericia- a Internet? ¿Sugieren que es posible -o mejor- expresarse libremente, sin la ayuda externa del exilio cubano, sólo desde una perspectiva ciudadana? ¿O insinúan que se está produciendo una apertura política?
Primero, los dólares, los euros, las monedas extranjeras, no se producen en Cuba: se envían desde el exterior por los más de dos millones de cubanos dispersos por el mundo. Y la economía cubana está dolarizada, o bien, extranjerizada, como quieran. Así que, de cualquier modo, se depende del envío de dinero desde el exterior.
Segundo, la única y auténtica muestra del inicio de una apertura política en Cuba no radica en el simple acceso a Internet: radica en la amnistía para todos los presos de conciencia y políticos, la legalización de las organizaciones opositoras y el cese de todo acoso y encarcelamiento de quienes disienten o disiden.
¿Me voy para Cuba?
Mi experiencia personal es otra, muy diferente a la suavizada por informadores extranjeros y entusiastas ciudadanos. Aunque comprendo que ellos también están amenazados por el golpe de un Doble 8 y no, precisamente, sobre el tablero de dominó (8). De ahí, tal vez, su edulcorada visión.
En Cuba, yo escribía -como tantos otros colegas- mis impresiones y criterios personales sobre la realidad social, económica y política de mi país, como ciudadana, como Licenciada de Periodismo en la Universidad de La Habana. Claro está, con la poca imparcialidad que propicia un sistema totalitario, represivo. Lo intentaba, pero es muy difícil lograrlo cuando te tienen el pie puesto encima y te sientes acorralada.
Cierto es que todo cuanto uno hace puede ser manipulado por otros. En el caso cubano, el primer manipulador es el régimen: acusaba a los periodistas independientes de ser mercenarios a sueldo de Estados Unidos, de la CIA. Aunque ya he escrito sobre el tema del dinero, debo agregar que es una verdadera lástima que ni mis colegas, ni yo, tuvimos suficientes dólares a mano para comprar en el mercado negro, memorias flash, computadoras, HDD Media Player y servicio de correo electrónico.
Dependíamos de las pocas donaciones que de estos equipos hiciera el exilio cubano. Y, desgraciadamente, todo se confiscaba en los constantes registros efectuados por la Policía Política. Así que no pocos nos vimos obligados a correr otros riesgos mayores.
Particularmente, sólo tenía una máquina de escribir portátil Cónsul -donada por el exilio-, que me facilitó el poeta y periodista Raúl Rivero, ahora asilado en España. Algún día contaré los avatares de la noche en que fui, junto a otra persona, a Peñalver 466 -la antes tan visitada y telefoneada casa de Raúl en Centro Habana- para buscar la Cónsul.
No fue hasta que salí de Cuba que tuve libertad absoluta para navegar por Internet y todos los recursos necesarios para expresarme, intercambiar información o comunicarme: poseo una computadora portátil y una PC, un teléfono móvil, otro fijo, y Swisscom TV me garantiza 137 canales de todo el mundo, entre éstos, las más importantes cadenas informativas internacionales.
Pero siempre digo que, para el ejercicio del periodismo independiente, hubiese querido contar con todos estos medios y posibilidades en Goicuría 68, el pequeño apartamento de la barriada habanera de Santos Suárez, donde yo residía en Cuba. Nunca pude. Ni siquiera, un teléfono.
A lo mejor, con tanto ajetreo y dimediretes sobre ordenadores, Internet y bloggs, intentan dar la imagen de que ya el régimen permite el derecho ciudadano a la plena libertad de expresión en Cuba. Pero, si realmente es así, si es verdad, vuelo para la Isla ipso facto, ahora mismo, para continuar escribiendo desde allá, como antes.
Porque si me vi compulsada al exilio fue, precisamente, por la carencia de ese elemental derecho humano para realizar mi labor periodística y para expresarme como ciudadana, dentro de la sociedad civil que, por cierto, son los disidentes y opositores quienes han intentado durante años, intentan, restablecer en Cuba, aún en medio de persecuciones, interrogatorios y encarcelamientos.
¡Ay, caramba! Olvidaba que para volver a pisar el suelo patrio, el régimen tendrá que permitir, también, el derecho a la plena libertad de movimiento. Todos los derechos humanos se entralazan, muy señores míos. Cuánto deslumbramiento.
(1) Internet no "sirve" en Cuba, El Paraíso Castrado. Iria González-Rodiles. www.barcelonaradical.net/descargas.php?ccat_u=42
(2) Juan Salvador Gaviota, (su vuelo era distinto). Richard Bach.
(3) Blof m. Com. Faramalla, acción de dar a entender una cosa cuando la contraria es la verdadera. El habla popular cubana de hoy. Argelio Santiesteban.
(4) Invento m. Cub. Designa a cualquier forma irregular de medro, habitualmente al margen de la ley. (Ídem).
(5) Dedo (no chuparse o no mamarse el) fr. Cub. Proclama que no lo hace quien asegura que no es tonto. (Ídem).
(6) Dos pájaros de un mismo tiro, acción simultánea.
(7) CDR, llamados 'Comités de Defensa de la Revolución', organismos de base, existentes en cada cuadra y creados para vigilar y reprimir a los ciudadanos.
(8) Ley 88, más conocida como Ley Mordaza o Titanic. Condena hasta 20 años de cautiverio a quienes ejerzan el derecho a la libertad de expresión.
Iria Gonzalez-Rodiles
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