EL INFAME JOSE MIGUEL INSULZA.
Por Alfredo M. Cepero.

Cuando ya parecía que la Organización de Estados Americanos había tocado fondo en cuanto a bajos niveles de credibilidad y total falta de coherencia apareció en el escenario interamericano la figura grotesca—tanto en lo físico como en lo moral—de José Miguel Insulza. Desde su fundación en Bogotá en 1948, en medio de la turbulencia ocasionada por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitan, en el cual numerosas fuentes vinculan al moribundo tirano de Cuba, la OEA ha tenido 9 secretarios generales. Ya sea por las dificultades inherentes al cargo o por falta de voluntad para superarlas muy pocos han dejado un legado digno de ser recordado, con excepción quizás del colombiano Alberto Lleras Camargo (1948-1954) y el uruguayo José Antonio Mora (1956-1968). Ahora bien, de lo que no cabe dudas es que el chileno José Miguel Insulza es el más incoherente, el más insolente y el más infame de todos los funcionarios que han ocupado la secretaría general de la ya desprestigiada organización.

El más incoherente porque no solamente viola sin el mas mínimo pudor el ordenamiento jurídico de la OEA sino que lo aplica según su agenda de socialista solapado y burócrata obediente a su jefe Hugo Chávez. La prueba la tuvimos cuando el 19 de mayo de este año ignoró la Carta Democrática Interamericana para apoyar el reingreso de la tiranía cubana al organismo regional y un mes después, el 28 de junio, invocó la misma Carta para exigir la restitución del depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya. El mas insolente porque no ha escatimado frases peyorativas para referirse al presidente provisional de Honduras Roberto Micheletti y a quienes participaron en el rescate de la democracia hondureña destituyendo al judas que vendió su patria a cambio de petróleo venezolano. Y el más infame cuando hace unos días—en una cita que hago confiando en mi memoria—dijo: “Para bien o para mal Fidel Castro es una figura que ha ejercido una enorme influencia en la vida del continente en los últimos cincuenta años. Su permanencia en el poder ha otorgado legitimidad a su gobierno. Y esto es una realidad que no puede ser negada nos guste o no nos guste.”  

Con sólo recordar la cita tengo que controlar la ira que embarga mi espíritu y los adjetivos con los cuales quisiera definir a este ente que ha perdido toda compasión humana en la búsqueda de notoriedad y en la satisfacción de una gula que lo ha convertido en una figura grotesca. Es indudable que Insulza es un admirador de Fidel Castro desde sus tiempos de estudiante en la década de 1960 y sus primeras veleidades en el campo de la política chilena. Tampoco tenemos dudas de que su admiración se tornaría en repulsa si hubiera sufrido prisión, consumido la magra dieta cubana, enfrentado las olas del Estrecho de la Florida en busca de libertad, perdido familiares ante paredones de fusilamiento o deambulado sin patria por estos cincuenta años. Su admiración por el tirano de Cuba no sólo lo incapacita para ser Secretario General de la OEA, por muy inoperante que esta sea, sino lo descalifica como ser humano.

Para entender la conducta de este individuo basta un breve recorrido por su pasado oportunista y burocrático. En 1964, recién graduado de abogado, se integra al Partido Demócrata Cristiano y forma parte del gobierno del Presidente Patricio Aylwin. En 1969, abandona la democracia cristiana y funda con otros izquierdistas chilenos el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), proponente agresivo de una reforma agraria y defensor del modelo marxista de gobierno. Un año después, en 1970, los partidos de la izquierda chilena deciden lanzar una ofensiva en busca de la presidencia de la república a través del Movimiento de Unidad Popular que llevaría como candidato a Salvador Allende.

En 1972, Insulza es premiado con un cargo en el gobierno de Allende, como asesor, primero del Canciller Clodomiro Almeyda, y después, de su sucesor el Canciller Orlando Letelier. Un año después el MAPU donde milita Insulza adopta el nombre de Movimiento Obrero Campesino (MOC) y cierra filas con el Partido Comunista de Chile para apoyar las medidas más intervencionistas y descabelladas del gobierno de Allende. La economía tocó fondo y los conservadores y militares chilenos decidieron cambiar al inquilino del Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973.

El siempre dichoso Insulza desempeñaba en ese momento una misión diplomática en Europa y la asonada militar lo sorprendió en París. Comenzó entonces un exilio de quince años, los primeros seis en Roma financiado por los gobiernos comunistas del entonces Bloque Soviético. En 1980 se trasladó a México donde  primero obtuvo una plaza como investigador del Instituto de Estudios de los Estados Unidos y mas tarde fue profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México. No puedo continuar sin destacar el contraste entre el tratamiento preferencial dado por la izquierda visceral mexicana al socialista chileno y el maltrato que sufrimos los demócratas cubanos que escapamos de las garras de la tiranía comunista.

En 1988, gracias a un dictador que, a pesar de sus errores y pecados, mostró mas amor al pueblo chileno que el mostrado jamás por el binomio diabólico de Birán  al pueblo cubano, Insulza regresó a su nativo Chile. En 1990 fue nombrado por el gobierno de Eduardo Frei como Embajador para la Cooperación Internacional y en 1994 se convirtió en Canciller en el mismo gobierno. Siempre a la caza de un cargo público, Insulza se las arregla para ser nombrado Ministro del Interior en el gabinete del Presidente Ricardo Lagos y sigue aferrado a las prebendas del poder hasta que en mayo del 2005 fue electo como noveno Secretario General de la Organización de los Estados Americanos.

Instalado en su nuevo cargo procedió a adoptar una conducta que garantizara su permanencia en el mismo. Contó los votos de su elección y se dio cuenta que el grotesco simio de Caracas controlaba los votos para nombrar y sustituir Secretario General. Solamente en una oportunidad durante el cierre de Radio Caracas Televisión en el 2007 Insulza se atrevió a criticar levemente a Chávez. La andanada de insultos y diatribas que le propinó el loro analfabeto de Barinas fue tan vitriólica que muchos de los epítetos no pueden ser repetidos. Insulza volvió a su conducta de burócrata obsequioso del amo de turno y en lo adelante ha cumplido a cabalidad los deseos del aspirante a emperador. A tal punto, que en abril del año pasado el flamante Secretario General declaró categóricamente ante la Subcomisión de Asuntos Hemisféricos de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos que “de ninguna manera existía vínculo alguno entre el gobierno de Chávez y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).” Para nada importan las pruebas irrefutables de la computadora capturada durante el ataque al campamento de Raúl Reyes. Con una cara como la de Inzulsa las miradas de reproche o incredulidad no surten el más mínimo efecto

Espero haber podido mostrar a este desagradable personaje en toda su desnuda inmoralidad y su odioso oportunismo. Desde su juventud no ha hecho otra cosa que vivir del cuento y relatarlo según el agrado de sus jefes de turno. Ha saltado de un partido a otro según la dirección del viento, ha servido bajo cuatro presidentes de distintas ideologías y nunca se ha ganado el pan con el sudor de la frente ni de parte alguna de su voluminosa y execrable humanidad. Con tal de mantener su sinecura de la OEA y de no regresar a un Chile donde se le han cerrado las puertas a la presidencia que añoró y no pudo lograr no solo servirá a Chávez sino al mismo Lucifer si se le pone delante. Por nuestra parte, nos da lo mismo que se quede como que se vaya. Porque la Cuba de soberanía, libertad y justicia que ya anda a la vuelta de la esquina no accederá jamás a enlodarse los pies transitando por el pantano pestilente en que se ha convertido la OEA.

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