Cuba Democracia y Vida



Pablo Escobar, los Castro y García Márquez. Por Martín Moreno.



Pablo Escobar, los Castro y García Márquez.
Por Martín Moreno.

La revolución cubana cumple 50 años. Su líder indiscutible, Fidel Castro, enfermo, desaparecido de los reflectores que con maestría manejó durante décadas, ha entrado en una etapa decadente. Odiado o adorado, la leyenda vestida de verde olivo cede ante el único enemigo que jamás podrá derrotar: los años.

El control político y económico de la isla ha quedado en manos de su hermano Raúl y del grupo cercano al comandante revolucionario. Hoy Cuba comienza, apenas, a abrirse a la modernidad. Las computadoras, los teléfonos celulares y hasta las licuadoras, pueden ser adquiridos por los cubanos.

Cuba se sigue pronunciando “enemiga del imperialismo yanqui”, aunque mantenga magníficos negocios con EU. Aliada de Venezuela gracias a la admiración de Hugo Chávez por Castro. Amiga de Irán, la política castrista siempre ha sido proclive a las relaciones peligrosas.

¿Por qué lo decimos? Porque basta revisar algunas de las páginas del revelador e impactante libro El verdadero Pablo, de la periodista colombiana Astrid Legarda, en la que John Jairo Velázquez, alias Popeye, principal lugarteniente y amigo del temible Pablo Escobar Gaviria, hace una serie de confesiones sobre aquellos años de terror por la guerra entre “Los Extraditables”, liderados por Escobar, y el gobierno colombiano, en su afán de extraditar a los jefes del narco local a EU.

En sus confesiones, Popeye habla de los hermanos Castro y el narco colombiano. Textual:

“Con ayuda de Jorge Avendaño, apodado El Cocodrilo, El Patrón (Escobar Gaviria) llega a Fidel Castro, en la isla de Cuba. Éste lo conecta con su hermano Raúl y así se inicia una operación de tráfico de cocaína con destino final a la ciudad de Miami.

“Escobar conserva la amistad con Fidel Castro, desde su estadía en Nicaragua; nunca han hablado personalmente, pero sostienen permanente y fluida comunicación por cartas y terceras personas. La amistad se establece a través de Álvaro Fayad, el comandante del M-19, e Iván Marino Ospina.

“El trato se cierra y El Cocodrilo viaja a la isla con un pasaporte falso, coordina todo en cabeza de Raúl Castro y, por espacio de dos años, trabajan de la siguiente manera:

“La droga se empacaba en condones y luego se unían en paquetes de un kilo, envolviéndolos en bolsas plásticas que eran selladas con cinta adhesiva (por si había que tirar el cargamento al mar, éste no se mojara y pudiese ser recuperado posteriormente). Salía del puerto de Buenaventura —en Colombia—, navegando por el Pacífico, hasta las costas mexicanas, donde era recibida por los socios locales; inmediatamente llegada, era subida a aviones con matricula mexicana y despachada rumbo a Cuba. Con el apoyo de las autoridades cubanas, los aviones procedentes de México no tienen problema alguno.

Allí, los militares cubanos, al mando del general Ochoa (VIDEO)* Antish y el oficial Tony la Guardia, bajo instrucciones directas de Raúl Castro, se hacían cargo de la mercancía, custodiándola para posteriormente embarcarla en lanchas rápidas, tanqueadas con gasolina por cuenta de los cubanos, con destino a Estados Unidos, entrando por Cayo Hueso. Las lanchas iban y venían varias veces durante esas jornadas, pero cambiaban a la tripulación.

“Ya en costas estadunidenses, la droga era recibida por El Mugre (lugarteniente de Escobar), quien con su gente la trasladaban a varias caletas, situadas en Kendall, Boca Ratón y el mismo Cayo Hueso. Estas caletas eran casas residenciales, con solares amplios y discretos, en donde se perforaba el terreno y, en tubos de PVC, para que no se humedeciera la cocaína, se enterraba la droga, esperando ser distribuida en pequeñas cantidades a los minoristas, para ser comercializada en todos los Estados Unidos. Cada caleta tenía capacidad de almacenamiento de hasta dos mil kilos.

“Pablo estaba feliz con esa ruta. Decía que era un placer hacer negocios con Raúl Castro, pues era un hombre serio y emprendedor”.

Hasta aquí las confesiones de Popeye sobre Cuba, la cocaína y los Castro. ¿Qué tal?

El gobierno cubano jamás ha desmentido la conexión Escobar-Cuba-México-Miami. Aun más: el régimen castrista, ante las evidencias de que en suelo cubano se consentían acciones del narco, prefirió fusilar al coronel Antonio Tony de la Guardia —citado por Popeye— y condenar a 30 años de prisión a su hermano Patricio, bajo acusaciones de narcotráfico.

Para el ex agente de inteligencia cubana, Jorge Ricardo Massetti, los hermanos De la Guardia fueron los chivos expiatorios de Fidel en este asunto. “Hay indicios de que Castro condenó a hombres que siempre cumplieron con sus órdenes. Cualquiera que conoce la Cuba de Castro sabe que era imposible que Tony desarrollara operaciones de narcotráfico sin el conocimiento de Fidel”, acusa.

Las confesiones del Popeye involucran, inclusive, al premio Nobel de Literatura colombiano, Gabriel García Márquez, al ser utilizado como “correo” de Pablo Escobar. Página 223:

“El último contacto que yo conocí entre Fidel Castro y El Patrón, fue con ocasión de haber sido enviado por él a los EU, para comprar un misil Stinger tierra-aire. Dado que mi vuelo hacía escala en la ciudad de México, Pablo, conociendo la amistad de Castro y el escritor Gabriel García Márquez, así como su importante papel de mediador de causas, le solicita hacerle llegar una comunicación a Fidel, que me entrega en un voluminoso sobre sellado.

“Llegué al Aeropuerto Benito Juárez de la ciudad de México y el escritor me estaba esperando, rodeado de gente, en la puerta de la sala. Me saludó amablemente y le dije:

“- Maestro, aquí le envía Pablo para que por favor le entregue esta carta al comandante Fidel Castro.

“Simplemente me la recibe y me dice:

“- Así se hará.”

Martín Moreno.
EXONLINE

Allí, los militares cubanos, al mando del general Ochoa* Antish y el oficial Tony la Guardia, bajo instrucciones directas de Raúl Castro.

 

______________

 

 

 

 

 

 

 

 




Powered by SimpleCMS

©2005-2024 Cuba Democracia y Vida.
E-mail: info@cubademocraciayvida.org