La voz en Suecia de los cubanos cívicos de intramuros y del exílio

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Cuba: es el debate, no la prisión. Por Michael Lima y Manuel Cuesta Morúa. Diario de Cuba. 

Cuba: es el debate, no la prisión
Por Michael Lima y Manuel Cuesta Morúa
Diario de Cuba
8 de mayo de 2025


El líder opositor cubano José Daniel Ferrer y su esposa, Nelva Ortega, en la sede de la UNPACU. Captura de pantalla. UNPACU/YouTube

'Es hora de que los ciudadanos cubanos puedan escuchar directamente las voces de quienes presentan modelos alternativos para la búsqueda de soluciones a los serios problemas acumulados'.

En vez de debatir los graves problemas de la nación con quienes difieren de él, el Gobierno cubano persevera en el error: el de encarcelar las otras perspectivas desde Cuba y sobre Cuba. En vez de abrirse a soluciones concretas para los duros problemas que enfrentan ancianos, madres solteras, marginados y gente que lo dio todo a cambio de 1.500 monedas de miseria, ese mismo Gobierno intenta destruir la auténtica asistencia social que proviene de la transparente solidaridad cívica de quienes proveen sin pedir nada a cambio. Y han vuelto a encerrar a dos líderes curtidos, José Daniel Ferrer y Félix Navarro, presidente y vicepresidente respectivamente del Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC), en el preciso momento en el que ponían una vez más a prueba la distinción clave entre dirigir y liderar.

Los han encerrado violentando la ley, desde el aparente uso de la legalidad. Cuando fue excarcelado el pasado enero, José Daniel Ferrer había cumplido ya su condena de cuatro años. De manera que hoy está ilegalmente en prisión, sin ninguna causa abierta y sin haber cometido delito. Félix Navarro, por su parte, ha sido devuelto a la prisión violando lo que establece la Ley 151, Código Penal, y la Ley 152 de Ejecución Penal para las personas mayores de 65 años.

Esta porfía en silenciar y apagar el liderazgo cívico y pacífico a través del poder de la represión hunde sus raíces en la clausura de los espacios públicos para la protesta pacífica, la crítica al poder y el debate desde que se impuso el bozal del "dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada". Se le ha prohibido así a generaciones enteras la posibilidad de participar en la construcción plural de su país.

¿La consecuencia? El monólogo de una revolución sin revolucionarios y la negación de algo más elemental que el pan o la electricidad: la palabra. La palabra libre, la palabra compartida, el derecho a disentir y a asistir sin castigo y a deliberar sin miedo, y el derecho a elegir en elecciones libres, democráticas y pluralistas. Por eso, cientos de cubanos están tras las rejas por sus ideas y millones han escapado de un sistema que ahoga el emprendimiento y persigue al que discrepa.

Es un buen momento para que el poder se mida no por su capacidad de silenciar, sino por su disposición a dialogar en condiciones de equidad. El Gobierno no debería seguir autoengañándose. Debe saber que el doble vacío de sus acciones inconstitucionales y violatorias de los derechos más elementales, junto al de la pérdida de apoyos genuinos de parte de la sociedad, no se compensa con coreografías montadas bajo extrema coacción y mentira digital. La sistemática acumulación de errores surge de su insistencia de ver súbditos donde solo debe ver ya a ciudadanos como interlocutores legítimos. Esos son, entre otros, José Daniel Ferrer y Félix Navarro.

En el Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC) creemos firmemente en la fuerza del diálogo y en el poder transformador de la deliberación y del debate. Por ello, hacemos un llamado cívico y directo al presidente de la República Miguel Díaz Canel, no electo en votación popular: acepte un debate público y televisado de su Gobierno, moderado por interlocutores imparciales, con reglas claras y en igualdad de condiciones, con José Daniel Ferrer y con Félix Navarro. Devuélvalos de la prisión al espacio público de debate para una sana y productiva confrontación de puntos de vista sobre el país que podemos y debemos ser. ¿Cuál es la coherencia entre estrechar la mano de quien bombardea a civiles en Ucrania y negarse a contrastar la diferencia de perspectivas con compatriotas que trabajan pacíficamente a favor de su pueblo? Fotografiarse con alguien perseguido por crímenes de guerra daña la imagen de Cuba; debatir con cubanos de pareceres diversos no debilita a la nación; al contrario, abre una nueva etapa de responsabilidad política.

Si el Gobierno cubano está tan convencido de su legitimidad como afirma, si cree que su proyecto político aún representa los anhelos del pueblo y cuenta con su respaldo, entonces no debería temer al libre contraste de ideas. Si considera al mismo tiempo que gobierna en democracia: ¿no sería útil y más creíble que la ciudadanía pueda conocer en un debate tanto sus argumentos como los de sus contrarios, tal y como se hace en democracia? Cuba no necesita más monólogos blindados, necesita ideas contrastadas. No necesita que se siga respondiendo con la bota y el bozal ante las demandas legítimas de cambio democrático.

El uso constante de insultos y descalificaciones contra ciudadanos críticos y legítimos no puede ocultar los repetidos fracasos de un modelo que, desde los Lineamientos hasta la Tarea Ordenamiento, pasando por las 64 medidas económicas y la fallida transición de la Moneda Libre Convertible a la dolarización parcial, ha quebrado la vida cotidiana y las oportunidades de millones de familias cubanas.

Es hora de que los ciudadanos cubanos puedan escuchar directamente las voces de quienes presentan modelos alternativos para la búsqueda de soluciones a los serios problemas acumulados, empezando por las voces de los que hoy están en prisión. Deshumanizar a la oposición no es manera de mostrar seguridad en los argumentos. Un foro abierto y público que le permita a la ciudadanía arribar a sus propias conclusiones es el camino para encarar con sensatez los desafíos que Cuba tiene por delante. Sustituir la discusión racional de los argumentos por la destrucción moral de quienes no coinciden con la política del Partido Comunista no es la actitud más apropiada para garantizar la prosperidad de Cuba. La prisión solo aumenta el alcance y volumen de las voces reprimidas.

Lo único cierto a la altura de 2025 es que la expresión oficial de "la verdad" no coincide, con más claridad después del 11 de julio del 2021, con la verdad del pueblo. Que cada ciudadano tiene derecho a escuchar y a contradecir, en una conversación razonada y racional, al menos dos alternativas, dos visiones de país, dos filosofías contrastantes de lo que debe, puede y necesita ser Cuba. Y que José Daniel Ferrer y Félix Navarro están listo para asumir esa responsabilidad. ¿Lo estará el Gobierno de Cuba?

Michael Lima, investigador, es director de Espacios Democráticos (Democratic Spaces) y miembro del Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC).

Manuel Cuesta Morúa, politólogo, es vicepresidente del CTDC.