UNA "CONSTRUCCIÓN" POR MÁS DE SEIS DÉCADAS SIN AVANZAR. Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.

Foto debajo: Miguel Díaz Canel en la clausura del reciente congreso de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba, ANEC.
Doctor Alberto Roteta Dorado.- Santa Cruz de Tenerife. España. El diario cubano Granma, medio de prensa al servicio del régimen castrista y de su único partido oficialista, publicó el 13 de junio un escrito con el siguiente titular: "Para lograr la construcción del socialismo es necesario tener un sistema económico bien estructurado". Esto, sin duda, merece un comentario.
Recordemos que el dictador Fidel Castro tomó el poder en 1959, aunque no es hasta 1961 que declaró, durante un extenso discurso ofrecido en la capital cubana, el carácter socialista de la llamada revolución cubana, algo que he tratado en otros estudios analíticos hace algunos años. Da igual 1959 o 1961. El asunto es que el delirante comandante se empeñó en la idea del socialismo desde sus inicios en el poder político, a pesar de haber actuado de manera solapada y con la sutileza necesaria para lograr su objetivo. Sus lecturas marxistas estando en prisión, luego del fracasado asalto al cuartel Moncada, matizaron su malévolo pensamiento con fuertes dosis de las disparatadas ideas de Marx.
Desde entonces han intentado "construir" el socialismo a pesar de no haber logrado jamás colocar sus cimientos. Primero, siguiendo los cánones del socialismo soviético impuesto por Stalin y Lenin en la extensa nación rusa luego de la apropiación del conjunto de regiones que conformaron la URSS. Después, como aliados de los engendros políticos del socialismo del siglo XXI en varias naciones de Hispanoamérica. Ahora, desde el aislamiento cuasi total y el debilitamiento de un supuesto poderío que fue más ilusorio que realidad.
De cualquier manera, siempre "construyendo" esa obra que jamás se llega a concluir y que, con seguridad, jamás será concluida, toda vez que no tiene sentido, ni razón de ser. Pero lo que parece una utopía, ironía o delirio surrealista es el hecho de que aún, cuando han pasado 66 años, se atrevan a afirmar semejante disparate, y lo peor, que, al parecer, algunos se lo crean.
El titular del podrido diario comunista que he utilizado hace referencia a la necesidad de contar con "un sistema económico bien estructurado". ¿Cómo se atreven a especular de esta manera en el momento más crítico de una nación de se desmorona cada día, siendo su talón de Aquiles, precisamente, el más colosal atraso económico y la carencia de una verdadera estructura en este sentido? No obstante, los encargados de dirigir el país se creen semejantes cosas, o fingen creerlas, para mantenerse en el poder.
Téngase en cuenta que desde los comienzos de la llamada revolución cubana la situación económica de la nación ha sido un desastre. Durante las décadas del sesenta y setenta se sobrevivió por la alianza con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y el resto del llamado campo socialista que integraron las naciones de Europa del este, los que, mediante sendas ayudas económicas aliviaban, en cierta medida, el verdadero desastre surgido desde los comienzos de la implementación de un sistema económico sustentado en los pilares teóricos del socialismo marxista. A cambio, Cuba les servía como punto geográfico estratégico, amén de utilizarla como propaganda del socialismo de los soviets.
La escasez de alimentos no es un problema del presente, sino algo que acompaña al pueblo cubano desde los primeros años de la década del sesenta, aunque ha tenido sus picos máximos en los primeros años de la década del noventa, una vez desaparecido el socialismo soviético – entre el 11 de marzo de 1990 y el 26 de diciembre de 1991– y de las naciones de Europa del este, así como en el presente, donde ha alcanzado niveles de precariedad y hambruna generalizada ante la incapacidad del régimen cubano de sacar adelante a una nación que, antes de 1959, se caracterizó por la prosperidad y el desarrollo vertiginoso de su economía.
Los cortes frecuentes de la corriente eléctrica, si bien ahora sobrepasaron los límites de la resistencia de la población, han estado presente desde siempre. Recordemos que cuando comenzaba la etapa de zafra azucarera se cortaba la electricidad en las ciudades durante varias horas de la noche. Se establecieron los circuitos y se anunciaba por la radio local que zona se vería afectada por la carencia de electricidad cada día, lo que se mantuvo como una rutina hasta la gran explosión con la llegada del llamado período especial. Recordemos las extensas jornadas que se extendían en ocasiones por más de medio día sin electricidad. En el presente, sin la industria azucarera y sin producción de alimentos, dichos “apagones” se extienden en muchos sitios de la isla por casi 24 horas.
Hacer referencia a todas las carencias materiales haría interminable este comentario. Los dos ejemplos antes mencionados, o sea, las dificultades con la garantía de alimentos y las limitaciones de la electricidad constituyen verdaderos paradigmas; pero no son sino un ápice de un enorme iceberg. La escasez de agua – de manera general solo se ofrece servicio de agua durante unas pocas horas del día y hay zonas del país donde puede faltar varios días– es otro de los problemas más críticos, lo que presupone una inadecuada higiene y la aparición constante de enfermedades infecciosas. Esto no es nuevo, sino que desde el inicio de la etapa socialista de la nación cubana ha estado presente.
Independientemente de toda la propaganda comunista relacionada con la medicina cubana, en el orden práctico el atraso tecnológico es descomunal, amén de las carencias de medicamentos de primer nivel y necesidad, así como de insumos necesarios para garantizar un mínimo de seguridad en un sistema de salud en bancarrota. Solo los países simpatizantes con el régimen castrista mantienen la presencia de médicos cubanos, los que, además su trabajo asistencial, promocional y preventivo, sirven de mediadores de la propaganda comunista. Ninguna nación desarrollada contrata de manera masiva a profesionales cubanos, toda vez que su preparación científica, al menos en el presente, es puesta en duda.
¿Cómo piensan "estructurar", después de más de sesenta años de desastres, un sistema económico que permita la "construcción" del socialismo?
Una vez más acuden a su anacrónica retórica ya no creíble por nadie, excepto por los fanáticos y los de doble moral que aún pretenden sacar provecho de las supuestas "bondades" del socialismo. El presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, hizo derroche de su habitual dogmatismo al insistir en que el documento presentado durante el reciente congreso de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba, ANEC, al insistir en que dicho documento sirviera como "una guía de trabajo, y sobre todo en una guía de apoyo al Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar nuestra economía". No sin antes acudir, una vez más, a su habitual eslogan de la creatividad y la continuidad. Como siempre, acudió a la agotada idea de atacar y de culpar al imperialismo (entiéndase imperialismo estadounidense).
Según el mandatario, la economía es el área de la sociedad cubana más agredida, más acosada y perseguida por el imperio – con certeza, Díaz Canel no tiene la capacidad, ni el conocimiento, para diferenciar conceptualmente entre imperialismo e imperio, de ahí que utilice indistintamente los términos para hacer mención del mismo mito creado por Fidel Castro sobre el “imperialismo yanqui”, la sombra que siempre, desde su deliro patológico, le persiguió y que supo inculcar sobremanera en la mentalidad de las masas esclavizadas ideológicamente–.
No es posible hacer nada en un sistema social y económico fallido. No hay economía que pueda fomentarse bajo los cánones del socialismo. Las estrafalarias ideas de Marx y sus seguidores posteriores del marxismo-leninismo no tienen ninguna aplicabilidad en el orden práctico. La historia ha demostrado que todos los intentos de carácter socialista han terminado en el fracaso, incluidas las pretensiones de los socialistas utópicos. Sirvan de ejemplos convincentes los fracasos de las economías de las 15 naciones que integraron la URSS, así como los países de la Europa del este, sin olvidar la penuria de Venezuela, aún bajo el socialismo, muy a su manera, impuesto por Chávez y seguido por Maduro.
El caso particular de Cuba no es, ni será, la excepción. Fracaso tras fracaso y derrota tras derrota jamás podrán salir de las profundidades de los abismos infernales del comunismo. Más de seis décadas de inventos de "nuevos" conceptos e implementaciones, de nuevas conceptualizaciones carentes de sentido, de supuestos cambios cualitativos o cualquier otro disparate salido de los dirigentes y teóricos descerebrados que se empeñan en teorizar sobre algo cuasi inexistente. Jamás se podrá concluir esa construcción del socialismo, toda vez que sus cimientos carecen de fundamento teórico y de sostenibilidad en el orden práctico. Si en más de sesenta años no han logrado esa construcción, a la que hace referencia el presidente cubano, no es posible en medio del caos generalizado de presente intentar, una vez más, construir lo inexistente.
Pero así andan las cosas en la pequeña nación que algunos pretendieron que fuera el faro del socialismo en América. Entre represiones a estudiantes universitarios que protestaron recientemente, aumento de los prisioneros políticos, violaciones de los derechos humanos, una miseria espantosa y una hambruna generalizada, ahora, al presidente no elegido por nadie, se le ocurre la "genial" idea de “estructurar” la economía para “construir” el socialismo – las ideas delirantes del viejo comandante, al parecer, se transmiten de un modo misterioso de generación en generación–.
Una "construcción" que se extiende por más de seis décadas. Soñar no cuesta nada; pero pretender lo imposible tiene su costo. Tendrán que pagar por el daño que han provocado, y siguen provocando en el presente, al pueblo cubano que se desvanece entre las frustraciones, el desengaño, la desesperación, las calamidades y el hambre.