Miguel Díaz-Canel, un hombre detenido en el tiempo. ( Parte No IV ). Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife. España.- En las tres primeras partes de este trabajo analizamos algunos aspectos tratados por Miguel Díaz-Canel, el actual presidente cubano, designado directamente por esa “fuerza superior” a todo, esto es, por el Partido Comunista de Cuba (PCC), durante su reciente intervención al concluir en La Habana el III período ordinario de sesiones de la IX legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
El último punto tratado en la tercera parte fue el relacionado con su equívoca postura al situarse al lado de la llamada revolución venezolana, una copia en grande de la cubana, algo que no debe sorprendernos si consideramos su firme actitud aferrada a ese pasado reciente que el se empeña en asumir como modelo ideal. Su concepción acerca de una forzada continuidad así lo demuestra.
Recordemos que a través de seis décadas el delirante “comandante en jefe” siempre se solidarizó con todo lo mal hecho en el mundo. Sus fuertes vínculos con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS), lo llevó a hacer los pactos más tenebrosos de su tiempo, al extremo de acercarse a una posible catástrofe nuclear y desencadenar una tercera guerra mundial.
El establecimiento de bases de misiles nucleares soviéticos de alcance medio en territorio cubano fue el detonante de semejante conflicto; pero al “firme” barbudo no le importaban las drásticas consecuencias que para la región y para el mundo tendría un acontecimiento de esta magnitud. Corría el año 1962, y en lo adelante cualquier cosa podía ser esperada de la dictadura comunista cubana.
No olvidemos sus estrechos lazos con criminales de la altura de Eric Honecker, Leonid Ilich Brezhnev, Mengistu Haile Mariam, y más tarde con Hugo Chávez y Lula da Silva, por solo citar unos pocos ejemplos, o su enfermiza actitud de enviar a miles de jóvenes cubanos a la inútil guerra angolana como muestra de sus ansias de expansionismo y de injerencia en los asuntos internos de otras naciones.
De hecho, el desastre venezolano es una consecuencia directa de la acción devastadora de las garras del castrismo, y el actual mandatario cubano, tan aferrado a su cursi deseo de ser continuidad, es lógico que reaccione defendiendo lo inadmisible e indefendible, esto es, la existencia de un régimen sanguinario y aniquilador de los derechos mínimos de los venezolanos. Sus palabras en la reciente intervención durante el III período ordinario de sesiones de la IX legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular son un ejemplo en este sentido:
“Contra la República Bolivariana de Venezuela los Estados Unidos han lanzado numerosos medios de agresión, todos proscritos por las Naciones Unidas. Permanecen sin rendir cuentas por el fomento de la violencia en ese país, el sabotaje económico, los planes de magnicidio, la aplicación de medidas económicas dirigidas a provocar el sufrimiento y la penuria de la población, el financiamiento y organización de golpes de Estado, el robo de los activos soberanos y por el uso oportunista de la ayuda humanitaria con fines de desestabilización política (…) Reitero, una vez más, la firme solidaridad y apoyo de Cuba a la Revolución Bolivariana y chavista”.
Una vez más, lo mismo con lo mismo. Los Estados Unidos siempre culpados por todo lo que acontece en los territorios socialistas de América Latina (los pocos que van quedando ya por estos tiempos), lo que constituye una prueba de su incapacidad de discernimiento, además de ser un paradigmático ejemplo de esa aberrada postura de continuidad que se aferra mantener el mandatario cubano.
Sin entrar en detalles toda vez que, como ya expliqué en las primeras partes, sería interminable un trabajo de este tipo si me detengo a comentar detenidamente todos y cada uno de los disparates que recién dijo el presidente designado, si resulta conveniente precisar que las medidas de carácter económico, es decir, las sanciones que el gobierno estadounidense ha puesto y continúa aplicando al desgobierno venezolano tienen como propósito aislar al régimen madurista y asfixiarlo mediante el ostracismo, no solo económico, sino político, por cuanto, el aislamiento conduce inevitablemente a incrementar el rechazo internacional que existe hacia el régimen chavista, aunque como ya he insistido antes, las sanciones no son suficientes para aniquilar a un régimen como el de Nicolás Maduro.
La crítica situación económica del pueblo venezolano tiene como responsable directo al sistema sociopolítico impuesto por Hugo Chávez, quien siguió con lealtad los miserables pasos de su mentor, el dictador Fidel Castro, y en un acto de arrebato y exaltación histérica propuso e impuso el sentido socialista a las transformaciones de carácter social que inicialmente tenían lugar durante los primeros meses del chavismo en la patria de Bolívar.*
Foto arriba: Hugo Chávez, el promotor del Socialismo del siglo XXI en América Latina es el máximo responsable de la debacle venezolana actual. Siguiendo los equivocados pasos de su mentor, el dictador Fidel Castro, impuso el sentido socialista a las transformaciones de carácter social que inicialmente tuvieron lugar durante los primeros meses del chavismo en la patria de Bolívar.
De esta primera premisa de tipo política con el establecimiento de un modelo socialista, bautizado por Chávez como Socialismo del siglo XXI –aunque como ya he expresado de manera reiterada en escritos de este tipo y publicados en este mismo medio, no se trata de una invención suya sino del alemán Heinz Dieterich, el verdadero creador de la nueva terminología y concepciones de dicha tendencia política– es que parte todo para que se concretara la existencia de un nuevo modelo económico que ya había fracasado en todas partes y que, como era de esperar, en Venezuela no sería la excepción.
He aquí los resultados. La nación más próspera de América Latina convertida en unos pocos años en la más pobre de la región y una de las más atrasadas del mundo, y que conste, que la debacle económica venezolana es muy anterior a toda medida y aplicabilidad de sanciones económicas por parte del gobierno de Donald Trump, algo que, al parecer, Díaz Canel desconoce o quiere desconocer.
Por otra parte conviene precisar que el gobierno de Estados Unidos no tiene nada que ver con “el fomento de la violencia en ese país”, de ahí que no tenga que “rendir cuentas” por lo que no es responsable. Téngase en cuenta que Venezuela ocupa uno de los primeros lugares de América Latina en cuanto a violencia, y según varias fuentes es el primero de los países del continente por sus altos índices de criminalidad. Los actos de violencia de todo tipo y la crueldad desmedida por parte del corrupto gobierno actual encabezado por Nicolás Maduro se han incrementado considerablemente. Según Fermín Mármol García, especialista en criminología, las autoridades no inspiran algún tipo de temor en las bandas armadas que desarrollan su actividad delictiva en una nación gobernada por un régimen corrupto.
El Institute for Economics & Peace en sus investigaciones sobre la paz mundial correspondientes al final de 2017, señalaba a Venezuela y Colombia por encima de México. Ya a inicios de 2016 se decía que Caracas era la ciudad más violenta del planeta con 119,87 homicidios por cada 100.000 habitantes, con lo que desplazaba a la ciudad hondureña de San Pedro Sula en el ranking mundial, lo que al parecer se ha mantenido, independientemente de las irregularidades respecto a los países más violentos del mundo que observamos al ser consultadas varias fuentes.
Según el Observatorio Venezolano de Violencia, y específicamente un reporte publicado por Tristán Clavel, Venezuela encabeza la clasificación del 2017 como el país más homicida de la región con una tasa de 89 por cada 100.000 personas, dato no declarado de modo oficial por la dictadura venezolana; pero si confirmado por el Observatorio Venezolano de Violencia. Un informe posterior del observatorio señala que hubo un total de 26.616 homicidios en Venezuela a lo largo del año 2017, incluyendo 5.535 a manos de las fuerzas de seguridad.
Hacia el final de diciembre de 2018 era el país con más muertes por causas violentas del mundo, con 23.047 y una tasa de 81,4 por cada 100.000 habitantes, lo que convierte a Venezuela en el país más violento del mundo en términos de homicidios. Venezuela, estando por encima de Honduras y El Salvador, va a ser el país más violento de América Latina y del mundo, de acuerdo a las declaraciones de Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia, quien lidera a un grupo de expertos y universidades con acceso a datos oficiales de fuentes anónimas, medios nacionales, encuestas de victimización y entrevistas. Destacan sobremanera las 7.523 muertes por "resistencia a la autoridad", aquellas que se producen en enfrentamientos con los cuerpos de seguridad y que, según expertos, es un término utilizado por el gobierno para "esconder" ejecuciones.
Suficiente para no estar culpando al gobierno estadounidense por los elevados índices de homicidios, criminalidad y delincuencia del país suramericano, y esto debe tenerlo en cuenta el actual mandatario cubano, toda vez que sus sesgos lo desacreditan aun mas ante un mundo informado y con acceso a consultar datos, cifras, porcientos y estadísticas que demuestran la existencia de una nación altamente violenta, mucho antes de los supuestos “lanzamientos” de “numerosos medios de agresión” por parte de Estados Unidos, como expresó Díaz-Canel en su disparatado discurso.
No obstante, y suponiendo que se esté refiriendo a violencia como la toma de conciencia del pueblo venezolano en pos de lograr la salida de Nicolás Maduro del poder con el consiguiente restablecimiento del orden constitucional, la legitimidad nacional y el retorno de la democracia, entonces también hemos de decirle al presidente que las múltiples acciones de protesta que han tenido lugar en territorios venezolanos en los últimos años, y de manera muy particular en los últimos meses bajo la guía de Juan Guaidó, es un fenómeno espontáneo por parte de los venezolanos, lo que no obedece a supuestas órdenes, planes y proyectos procedentes de Estados Unidos, cuyo gobierno está de acuerdo con las manifestaciones pacíficas ocurridas, pero no las dirige.
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*Algo similar a lo que hizo el dictador Fidel Castro en 1961 cuando declaró el carácter socialista de la llamada revolución cubana durante un acto en La Habana, en el cual hizo uso de la palabra y de manera premeditada y con alevosía fue introduciendo lentamente el tema del socialismo hasta adueñarse de la histeria colectiva de las masas y declarar de manera pública, y sin previo consentimiento de nadie, el carácter socialista de la revolución cubana. En lo adelante la historia es bien conocida por la mayoría de los que se acercan a consultar escritos de este tipo.
Continuará……
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